Habilidades para la vida y el rescate
En la edición de este mes, Helena Cayeros López, licenciada en Enfermería nos comparte su valiosa experiencia como paramédico voluntario en la Cruz Roja Mexicana. Esta es la primera parte de dos.
Entré por una familia y sigo por una familia
“Vengo de una familia que, en algún momento, pasó por la Cruz Roja: mis hermanas y cuñados estuvieron en esta institución, y mi mamá es enfermera. Yo entré por el interés de las experiencias que ellos platicaban en casa. Mi vocación viene de la admiración de mi madre, soy enfermera por vocación y paramédico por convicción. En Cruz Roja tengo once años y como paramédico siete.
Ser paramédico es un arma de dos filos: es bonito el que tu trabajo rinda frutos, pero a la vez es deprimente el ver que por más que lo intentas no logras tu objetivo: salvar una vida. Por ejemplo, poder recibir a un bebé, pero es triste tener en tus brazos a un niño que ya falleció.
Estar aquí es una experiencia que te da familia, porque tienes que conocer a todos tus compañeros y muchas veces convives más con ellos que con tu propia familia sanguínea; es muy gratificante el convivir, ayudar, salir y arriesgarte, y la satisfacción de ver tu deber cumplido”.
Los 365 días del año
Al preguntarle a Helena sobre cómo es la vida de un paramédico, dijo: “Como voluntario nos piden 48 horas de servicio al mes, tú sabes cómo te organizas porque todos tenemos una vida. Como personal remunerado trabajamos 48 horas por 48 de descanso, pero cuando te sumerges en esta actividad en realidad estás disponible las 24 horas, los 365 días del año, porque puedes estar descansando en tu casa y enterarte sobre un accidente donde se necesitan paramédicos y corres a ayudar, y si ya no llegar al lugar del accidente, llegas a tu base para ayudar a tus compañeros. En realidad, no tenemos un horario. Una parte de ti siempre está presente dentro de la institución”.
Arriesgar la vida por otro
Algunos de los momentos que han marcado el trabajo de Helena, son: “Cuando identificas en un paciente algo de lo que tienes en casa, eso te marca más. En mi caso, tengo cuatro sobrinos y me marcan mucho los niños. Recuerdo que hace aproximadamente cuatro años, acudimos a un servicio de un menor atropellado por el transporte público, y me angustié al ver a la madre sufriendo por el niño. También me han tocado accidentes múltiples con autobuses, es impresionante encontrarte con 42 o más lesionados, ya que no sabes hacia dónde correr. Qué decir cuando tú mismo te accidentas al transportarte en una unidad de emergencia por acudir a un servicio, ya me pasó, tuve una volcadura en un barranco y lo primero no fue pedir ayuda para nosotros, sino para las personas por las que nosotros íbamos; esas son situaciones que te ayudan a seguir adelante”.
Helena agrega: “En la capacitación como paramédico tenemos una preparación psicológica, porque cada que uno llega de un accidente, los compañeros nos juntamos a compartir lo que vimos, de cierta manera para no quedárnoslo, para sacarlo y poder seguir en el camino. En ese momento vemos qué hicimos mal y bien, nos damos ánimo y recordamos que hicimos lo que estaba en nuestras manos para poder ayudar; así es como sacamos todo y tratamos de no crear un vínculo sentimental con las personas accidentadas”.
Capacitación y entrega
Helena señala que las habilidades que deben tener quienes quieran dedicarse a esta noble labor son: “Se requiere buen oído, buenos ojos. Cada quien sabe en qué se desenvuelve mejor y dentro de la capacitación que recibes, los mismos instructores te van guiando hacia lo que eres bueno. Debes mantener una actitud positiva, resistir las desveladas, saber hacer nudos con los ojos cerrados, rescatar a una persona sin luz, saber nadar, escalar, tener buena condición física para subir y bajar cerros o caminar largas jornadas, estar preparado para cualquier cosa. Dentro de la institución cada uno nos preparamos de distinta manera, yo sé que soy buena en una atención pre hospitalaria y siempre le digo a mis compañeros: ‘Ustedes saquen a la persona del vehículo y yo me encargo de que esa persona llegue con bien a un hospital, yo me encargo de darle una atención clínica’. Aquí todos estamos capacitados de distintas maneras, porque no todos tenemos las mismas habilidades; hay compañeros capacitados en rescate urbano, en búsqueda y rescate en estructuras colapsadas, búsqueda y rescate con perros, en ascensos y descensos con cuerda; aunque debemos de saber de todo un poco, cada uno estamos enfocados por un camino distinto para al final juntar todas las habilidades en bien común. Yo soy trabajadora del Seguro Social, soy personal suplente, cubro mi guardia en el hospital y en cuanto salgo corro a cubrir horas de servicio en la Cruz Roja, aunque parece lo mismo, no lo es, trabajar en una ambulancia que en un hospital. Yo soy mejor arriba de una ambulancia que rescatando a una persona dentro de un vehículo, mi fuerza y tenacidad no me da para eso, me dan para otra cosa”.
(No se pierda la siguiente edición del periódico La Senda, donde publicaremos la segunda parte de la experiencia de Helena como paramédico).
Irma Patricia Valdez Parra
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