Pbro. Manuel Olimón Nolasco, Tepic, Nayarit 24–27 de julio de 1973.
ENCUENTRO Y EVANGELIZACIÓN
En 1524 era Tepic un centro de población indígena. Vi vía en el lugar un buen número de hombres ocupados en labores agrícolas. Moz era el nombre del cacique, subordinado de la legendaria Reina de Jalisco.
Los primeros españoles llegaron a estas tierras en el año antes citado y fueron los de la expedición de D. Francisco Cortés de San Buenaventura, el joven pariente de Don Hernando, de carácter pacifico, observador y respetuoso; así, el primer encuentro con los europeos no fue en son de guerra, sino un mutuo conocerse e intercambiar sorpresas.
Con la hueste de Cortés de San Buenaventura venían tres frailes de San Francisco: Fray Juan de Padilla, Fray Miguel de Bolonia, de nación flamenco, y Fray Juan de Villadiego, anciano venerable y multilingüe. Comenzaron desde luego a anunciar el Evangelio, ante la mirada complaciente de la Reina y de Moz, con buenos resultados. Moz fue bautizado con el nombre de Don Cristóbal, siendo apadrinado por el propio caudillo hispano. Pero esta expedición era más exploratoria que conquistadora y los españoles continuaron su camino. Quedó en Tepic, Como catequista, un indio de nombre Juan Francisco, perteneciente a la élite de los instruidos por Fray Pedro de Gante.
Soplaron más tarde vientos de guerra. En 1530 llegó el indómito Beltrán Nuño de Guzmán, famoso por su crueldad, quien dejó a la población de Tepic reducido y amedrentada. Acompañaban al Capitán dos capellanes, los PP. Bartolomé de Estrado y Alonso Gutiérrez; ellos fundaron una capilla dedicada a la Virgen. Los naturales empezaban a ver que no todos los españoles eran iguales, y los de la región aprendieron a distinguir a los “cristianos” de los “padres”.
En noviembre de 1531 se fundó en el sitio de Tepic la “Villa del Espíritu Santo de la Mayor España”,, con la idea de ser constituida como capital del nuevo reino conquistado.
OSCURIDAD COLONIAL
En 1531 se cambió del nombre del pueblo por el de “Santiago de Compostela de la mayor España”. Al ser trasladado el centro de gobierno por Cristóbal de Oñate en 1540 a la actual Compostela, el poblado de Tepic, que recobró este su nombre indígena, fue perdiendo importancia y relegado a ser un lugarejo perteneciente a la alcaldía mayor y parroquia de Compostela.
Durante mucho tiempo no hubo en Tepic un sacerdote de planta, siendo atendida la población a base de misiones ocasionales. No podía ser de otro modo, pues Lázaro de Arregui, cronista de entonces, señala a mediados del siglo XVII la poco risueña cantidad de 40 indios y 14 o 16 vecinos españoles, dedicados a la agricultura y acarreo de la sal, como habitantes del sitio.
IMPULSO ESPIRITUAL Y GUERRERO
No puede desvincularse la historia de la Iglesia en Nayarit y en toda la Nueva Galicia , de la presencia de los franciscanos. A su afán evangélico se debe el crecimiento y consolidación de las comunidades cristianas de la región. En el siglo XVII fundaron su evento en el poblado de Jalisco y al correr del tiempo tuvieron un hospicio junto a la ermita de la Cruz de Zacate en las inmediaciones de Tepic. Estos lugares solían servir no sólo como centro de una doctrina, sino como puntos de descanso y despacho pera misionar tanto entre los naturales de las regiones bajas, como para tratar de incursionar en la Sierra. Es numerosa la lista de los religiosos que dejaron su huella desde Ixtlán hasta Acaponeta, la mayoría de los cuales estuvo en Tepic.
A principios del siglo XVIII todavía no se había logrado la total pacificación de los indígenas de la sierra del Nayar. En 1701, en un intento de conquista, fueron muertos el capitán Francisco Bracamonte y toda su tropa, y a partir de 1711, por órdenes de la Corona , se intensificó una campaña militar, acompañada desde 1716 de un impulso apostólico de la Compañía de Jesús, labor dura y de mérito, de la cual el P. José Ortega dejó exquisita relación en su Maravillosa Reducción y Conquista de la Provincia de San José del Gran Nayar.
GOZOS Y PENAS
El aumento de movimiento en la región nayarita y la situación geográfica y climatológica, contribuyeron al engrandecimiento de Tepic; era buen punto de reunión para las comisiones militares y misioneras y mucha gente decidió establecer aquí su domicilio.
En el año de 1728 se recibe por primera vez la visita de un obispo, el Ilmo. Sr. D. Nicolás Gómez de Cervantes, prelado de Guadalajara, quien se entretuvo unos días, de camino a la Sierra.
Definitivamente se engrandeció Tepic con la intensificación de las expediciones marítimas al Pacifico del Norte y, sobre todo, a raíz de la fundación en 1768 del puerto de San Blas. En los mapas y relaciones de estos años ya se le señala como pueblo grande, siendo alrededor de 3,000 sus vecinos.
El 25 de junio de 1767 fue ejecutada la sentencia de expulsión de los jesuitas de todos los dominios del Rey de España; en Matanchén y Chacala fueron embarcados los misioneros del Nayar, PP. Tomás Cabañas, Andrés Cabo, Ignacio Gómez, José Ortega, José Zamorano, Antonio Polo y Bartolomé Wolff, todos mexicanos, excepto los dos últimos, italiano y francés, respectivamente. Las misiones de Nayarit quedaban desamparadas y recibían un golpe muy duro.
LA PARROQUIA DE TEPIC
La atención pastoral de los habitantes de Tepic se daba por los padres franciscanos. El guardián del convento de Jalisco fue nombrado, a principios del siglo XVIII, párroco administrador de Jalisco y Tepic.
Con el aumento de la población se hizo necesario dividir las fuerzas y así, en la iglesia de la Asunción del pueblo de Tepic, se abrió un libro de registros bautismales y de otros servicios el 20 de junio de 1744. Era el superior del convento de Jalisco y párroco, Fray Antonio Alonso y entre sus auxiliares se contaban Fray Nicolás Chavira y Fray Pedro de la Cruz. A partir de 1746 empezó a fungir como párroco Fray Manuel José Chinchilla.
En 1755 recibió Tepic en visita pastoral al obispo de Guadalajara, D. Fray Francisco de San Buenaventura, a quien se le recibió con numerosas manifestaciones de júbilo, todo lo cual está asentada con lujo de detalles en el primer libro parroquial que se guarda en el Sagrario de Tepic.
Es el 4 de agosto de 1761 cuando la Iglesia de la Asunción se convierte en sede parroquial. Al crearse el curato beneficiado, se separa de la administración de los franciscanos y empieza a ser tenido por sacerdotes diocesanos. El primer párroco fue el Pbro. Br. D. Francisco Javier de Ocampo, contando como teniente de cura con el P. Juan Andrés del Valle y de la Peña. Así lo anuncia la primera foja del libro de registro n. 2: “…esta iglesia parroquial de Tepic, siendo cura beneficiado por Su Majestad, el Br. D. Francisco Xavier de Ocampo, examinador sinodal de este obispado y juez eclesiástico en este pueblo, primer cura clérigo en dicho beneficio. Agosto 4 de 1761 años.”
Con él comienza la vida parroquial en el pueblo de Ntra. Sra. de la Asunción de Tepic . El 22 de junio de 1765 tomó posesión un nuevo párroco, D. Ramón Ignacio de Linares y Mejía, quien tuvo como auxiliar a un hermano suyo también sacerdote, D. Felipe de Linares y Mejía. En 1780 empieza a fungir a la cabeza de la administración parroquial, el P. Benito Antonio Vélez, quien permanecería en el cargo por 34 años, y del cual nos ocuparemos más adelante.
FIN DE LA ETAPA COLONIAL
Al salir los jesuitas de las misiones de Nayarit, se les encomendaron éstas a los franciscanos. Por real cédula del 3 de julio de 1784, tras haberlo pedido con insistencia el obispo de Guadalajara, D. Fray Antonio Alcalde, se fundó el convento de la Santa Cruz en Tepic, en el que los frailes quedaban comprometidos a la enseñanza y a enviar misioneros a los indígenas serranos.
Al finalizar el siglo XVIII, venía San Blas en rápido declive. La falta de empuje de los comandantes que siguieron al gran Francisco de la Bodega y Cuadra, los cambios en la política marítima española y el natural cansancio que se sentía en la Colonia , vieja ya de casi tres siglos, hacían vivir en Tepic buena parte del año a los marinos del puerto; casi siempre los acompañaba un sacerdote con el título de capellán castrense de la Armada Española. En 1790 lo era el Pbro. Alejandro Jordán.
En 1801 tuvo lugar la sublevación del indio Mariano, quien después de acercarse a las inmediaciones de Tepic fue derrotado por los soldados del alférez José María Narvaez y fuerzas populares que se le unieron. Entre 1810 y 1811 se vivieron días de zozobra y ansiedad en el pueblo. Ya hacía tiempo que corrían rumores dispersos de un movimiento de insurrección en contra de la Corona , pero no parecía a los tepicenses al principio sino algo lejano.
CLERO POLÍTICA
Sin embargo, al iniciarse noviembre de 1810, llega a Tepic el comisario de las misiones del Nayar, Fray Rudesindo Anglés y da a conocer el estado de agitación y alarma de muchos indígenas.
El 13 del mismo noviembre, el P. José Ma. Mercado lanza su proclama de levantamiento. Yo el día 6, D. Juan Cruz Ruiz Cabañas, prelado de Guadalajara habla salido de su sede y pasó por Tepic casi sin detenerse en su camino a San Blas; tras él pasaron los oidores de la Real Audiencia. En Tepic no es posible organizar una defensa militar, y el 20 está Mercado a la vista del puebla; la guarnición decide mejor tomar el rumbo de San Blas. Siendo, pues, plaza abierta, el insurgente se dirige a la única autoridad que queda en el pueblo, el Sr. Cura D. Benito Antonio Vélez y le explica su deseo de entrar al lugar. El citado párroco no le responde, pero sí los monjes del convento de la Cruz.
Entró D. José Ma. Mercado a Tepic e inició ires y venires a San Blas y dividió en bandos a la población. La mayor parte de la gente no acababa de entender quién era ese Sr. Hidalgo y por qué se les pedía su fidelidad a Fernando VII si ya sabían que era el Rey. El 31 de enero de 1811 cae la fugaz estrella de Mercado. El P. Nicolás Santos Verdín, párroco de San Blas encabeza una conjura en su contra, en la cual perece el insurgente.
Los habitantes de Tepic eran más realistas que favorables a la independencia, y el párroco Vélez no permaneció inactivo en promover la causa; a decir de Peña Navarro pronunció un sermón contra la causa de la independencia, produciendo tal efecto que los jóvenes se arrojaron contra los contados jefes insurgentes que ahí estaban y los aprehendieron al grito de ¡ Viva Fernando VII !
A instancias del diputado a las cortes de Cádiz por la Nueva Galicia , Canónigo D. José Simón de una y en atención a los servicios dados al rey por su pueblo, Tepic recibe el 24 de junio de 1811 el título de noble y leal ciudad.
CALLADA VIDA
Pero volvamos a los asuntos parroquiales. Cualquier curioso lector puede entrar a las modernas oficinas del obispado; al llegar a la librería situada en la planta baja, dirija su mirada hacia la izquierda y notará destacar una inscripción en piedra que se lee así:
“Siendo el Señor Pío VII Cabeza Visible de la Iglesia Católica , el Señor Don Carlos IV Rey de España y de las Indias. El Sr. D. Juan Cruz Ruiz de Cabañas Obispo de Guadalajara, se empezó esta iglesia el 5 de octubre del año MDCCCIV (1804)”.
En esa fecha se marca el comienzo de la construcción de la nueva iglesia parroquial que viene a constituir el cuerpo de la actual Catedral. Obra iniciada por el Sr. Cura Vélez y continuada por su sucesor el P. Agustín de la Peña , quien tomó posesión en 1814.
No sintió Tepic más los fragores de la insurgencia y sólo supo de los sucedidos de los alrededores. En 1820 se hizo cargo de la parroquia el Pbro. Dr. D. José Ma. Vázquez Borrego y era por entonces guardián del convento de la Cruz Fray Rafael Andrade. A ellos tocó firmar junto con el ayuntamiento de la ciudad, el 22 de junio de 1821 la adhesión al plan de Iguala para la independencia de la Nueva España. Después de la jura por parte de las autoridades vino el juramento del pueblo, “Te Deum” en la parroquia y general regocijo.
En el año de 1836 tomó posesión de la parroquia el Sr. Cura D. Rafael Homobono Tovar, quien todavía permanecía en el cargo en 1850.
A partir de 1853 y por un período que habría de prolongarse hasta el 19 de julio de 1873, fecha de su fusilamiento, el Gral. Manuel Lozada fue virtualmente el dueño de lo que hoy es el estado de Nayarit. Ante República e Imperio mantuvo una actitud de independencia, aunque sabiendo pactar aquí y allá, y así Tepic vio pasar y detenerse brevemente un regimiento de franceses al mando del comandante Bésart en 1864. Todas los acciones de Lozado marcaron profundamente a la gente de Tepic y eran motivo de sobresaltos, esperanzas y dificultades.
Los azares del tiempo, cuya huella se hincó duramente en las espaldas de la Iglesia mexicana, llegaron hasta Tepic. Lozada fue respetuoso de la Iglesia y, según cuentan las gentes, aun a su peor enemigo respetaba si se refugiaba en el curato; pero la época era difícil.
A veces se creía oportuno un apoyo, una indicación en favor de algún bando, pero se corría el riesgo de errar y esperar después consecuencias desfavorables. La paradoja que la historia ha preparado a nuestra cristiandad nacional: vivir entre un pueblo que ama de corazón a los sacerdotes y una ley que proscribe su cercanía con ese pueblo.
Al quedar Tepic fuera del dominio de Lozada, se decretó la expulsión de los franciscanos de la Cruz , quedando el convento como hospital militar. Esto supuso el abandono de las misiones de la Sierra, parte de los cuales habían de quedar al cuidado del curato de Tepic. En 1870 era párroco de la ciudad el Sr. Cura D. Néstor Zárate.
CAMINO ADELANTE
En 1875 empezó su administración el Pbro. Lic. D. Miguel Ignacio Izquierdo; éste murió el 18 de febrero de 1880. Unos días antes había estado de visita pastoral el Sr. Arzobispo de Guadalajara, D. Pedro Loza y Pardavé; entre los confirmados por él en esa ocasión se encontraba el poeta Amado Nervo, a la sazón de diez años de edad.
Ese mismo año tomó posesión del curato D. Raymundo Velasco y dio comienzo a la reforma de la construcción de la parroquia, con la iniciación de las torres que hoy ostenta la Catedral , que sobre un plano del Ing. Juan Gómez Ibarra que modificó según su criterio, llevó adelante el maestro Gabriel Luna.
Después del P. Velasco fue encargado de la parroquia D. Antonia Mercado, último nombrado desde la sede de Guadalajara.
LA DIÓCESIS DE TEPIC
Desde 1873 empezó a hablarse de la conveniencia de hacer de Tepic la sede de un obispado. A la visita de Mons. Loza en 1880, éste canalizó los deseos de sus habitantes y en 1891 tomó forma la erección de la diócesis por la “bula lllud Imprimis” del Papa León XIII.
En noviembre de ese año se hizo efectiva la separación de Guadalajara y el 5 de julio de 1893 hizo su entrada a la ciudad su primer mitrado, el Ilmo. Sr. D. Ignacio Díaz y Macedo. Con él venían algunos miembros de su familia, Salvadorita, su hermana, que según gente del tiempo era exquisita poetisa, y un hermano sacerdote, el P. José María Díaz, párroco en su diócesis de Guadalajara.
Canónicamente, el curato de Tepic era un beneficio, y el párroco, de los llamados curas propios o inamovibles. Se obtenía el beneficio perpetuidad y por oposición. El P. José María Díaz permutó pues su parroquia jalisciense por la de Tepic, y así fue párroco durante el ejercicio episcopal de su hermano. A él le correspondió dar por terminadas las obras de la Catedral.
El Sr. Cura Díaz fue asimismo vicario general, y al morir el Sr. Obispo, vicario capitular hasta la llegada de Mons. Segura y Domínguez.
AL PASO DEL TIEMPO
En 1905 dejó él la parroquia y comenzó a fungir el Sr. Cura D. Ignacio Romo. Venía éste con fama de constructor, pues a él se debe en buena parte la edificación de la basílica de Jala. Era también solicitado confesor y director de ejercicio espirituales. A él le correspondió resistir el embate revolucionario y sus consiguientes dificultades: cárcel, vejaciones, abandono.
El 4 de mayo de 1923 se consagró la Catedral de Tepic, una vez que había sido totalmente restaurada a instancias del Sr. Obispo D. Manuel Azpeitia y Palomar. En 1924 se dió la ley de reducción de sacerdotes, y según ella solamente quedó autorizado para ejercer su ministerio en los municipios de Tepic y Jalisco, el P. Manuel González.
En 1926 partió de esta ciudad el Sr. Cura Romo y, acompañado de los PP. González y Escobar, se dirigió a Los Ángeles, California, donde permaneció una temporada junto con ellos en la Universidad de los jesuitas, pero habiendo encontrado dificultades en aprender el inglés, pasó a ejercer su ministerio en la ciudad californiana de Monterrey. Regresó a su sede en 1928.
Al morir el P. Romo en 1930, se hizo cargo de la parroquia el Sr. Cura D. Tiburcio Grande. Dice Mons. González: si la característica del P. Romo era su espiritualidad, la del Sr. Cura Grande era su carácter fuerte, como de león. En Compostela había sufrido un atentado contra su vida, pero con sus propias manos dominó a sus agresores.
A la muerte del P. Grande tomó posesión el Sr. Cura D. Manuel Piña, quien permaneció en este ministerio hasta 1958, año en que fue nombrado Obispo Auxiliar de Mons. Hurtado. Desarrolló sus funciones con entrega, dedicación y sin fatiga. Cabe destacar su preocupación por recorrer hasta el último rincón de su territorio, incluyendo la inhóspita Sierra.
A partir de 1958 fue párroco de la ciudad el P. Alejandro Jiménez, que se caracterizó por las mejoras materiales que realizó en el curato y por una excelente administración de los asuntos parroquiales, en una jurisdicción cada vez más poblada y llena de complicación.
UN NUEVO HORIZONTE
En 1761 año que empezó a ser sede parroquial tenía Tepic menos de 3,000 habitantes. En 1972, sólo la ciudad, más de 100,000. Evidentemente que había cambiado el panorama. Y no sólo en número; nuevas colonias han hecho diferente la fisonomía de Tepic; gente nueva con nuevos problemas; un aumento extraordinario de la población escolar, etc. Era clara la necesidad de un cambio.
Durante 1972 estando ya como prelado diocesano Mons. Adolfo Suárez Rivera se hizo un estudio sobre la realidad pastoral y se decidió hacer una división más de acuerdo con los tiempos.
Después de casi 211 años de unicidad, el 21 de mayo de 1972, de la parroquia del Sagrario de Tepic brotaron once: El Purísimo Corazón de María, San Isidro, Ntra. Sra. de Fátima, San Antonio, Santa Cruz, Sta. Ma. Goretti, San José, Ntra. Sra. del Carmen, San Juan, San Cayetano y La Inmaculada Concepción de la vecina población de Francisco I. Madero (Puga).
Con este hecho se inició una nueva etapa en la historia de la Iglesia en Tepic. Habrá que esperar los buenos frutos de este afán apostólico de servicio al pueblo de Dios. El Señor bendiga el camino.
ULTIMAS ETAPAS HASTA NUESTROS DÍAS
Mons. Higinio González Córdova
En 1979 se terminó la restauración de la Catedral: incluyó la decoración de yesería, la pintura y la instalación de un piso de mármol; también se adquirieron algunas obras de pintura colonial para embellecer el recinto.
El terremoto del 7 de octubre de 1995 derribó la linternilla de la torre sur. Después de un año se reconstruyó con recursos federales, estatales y del pueblo. Bajo la coordinación del Padre Higinio González Córdova, en ese tiempo Rector de la Catedral, se reconstruyó la linternilla de la torre norte que también se encontraba averiada. Se mandó a hacer la linternilla de la cúpula, elevándola 50 centímetros. A la cúpula se le colocaron las nervaduras y sus respectivas almenas; asimismo, también se modificó el frente del Sagrario y del antiguo curato, poniéndole jambas de cantera. Además de circundar el pequeño atrio, se hizo la escalinata para entrar a las oficinas, todo en cantera negra. En la entrada principal de la Catedral se colocaron dos ángeles custodios, se restauró la imagen de Nuestra Señora de la Asunción y se le pintó el actual resplandor.
En el año de 2001, bajo la rectoría del Padre Aniceto Espinoza Casillas, se restauró la casa sacerdotal.