El hombre ya no es eje de la sociedad: Papa Francisco
Volver a poner en el centro al hombre, para no caer en el reduccionismo antropológico que descarta a los niños, a los ancianos y a las jóvenes generaciones. Es cuanto en síntesis dijo el Papa Francisco a los participantes en el seminario internacional sobre “El bien común global hacia una economía más inclusiva”, organizado por el Consejo Pontificio Justicia y Paz y por la Secretaría de Estado vaticana.
Alejado del centro
Utilizando la metáfora del vino, que tras la destilación se transforma en aguardiente, el Santo Padre advirtió acerca de la posibilidad para el hombre de perder su propia esencia, transformándose en otra cosa, en un mero instrumento. El Pontífice argentino también recordó a académicos, expertos y representantes de grandes empresas la necesidad de superar “una política, una sociología, una actitud de descarte”.
Hoy el hombre ya no está en el centro y termina al servicio de alguna otra cosa; ya no está en el centro de su reflexión, no se coloca como eje de la sociedad para desarrollar su pensamiento, para elaborar sus elecciones, y así pierde su humanidad.
“¿Cuál será el próximo descarte?”
El Obispo de Roma dirigió estas fuertes palabras al mundo de hoy, donde las decisiones son generadas por los intereses económicos, de modo que el hombre “se convierte en un instrumento del sistema, sistema social, económico, sistema donde señorean los desequilibrios. Cuando el hombre pierde su humanidad, ¿qué nos espera? Sucede lo que a mí se me ocurre decir en un lenguaje común: una política, una sociología, una actitud ‘del descarte’. ¡Se descarta lo que no sirve para esto, porque el hombre no está en el centro!”.
Es necesario entonces que el hombre vuelva “al centro de la sociedad, al centro de los pensamientos, al centro de la reflexión”, añadió el Santo Padre. Y a cuantos estudian los sistemas económicos y trabajan para instituciones internacionales y grandes empresas, el Pontífice reafirmó que es necesario salvar al hombre: “Se descarta a los niños, porque el nivel de natalidad –al menos en Europa– todos lo conocemos; se descarta a los ancianos, porque no sirven. ¿Y ahora? ¡Se descarta a toda una generación de jóvenes! ¡Y esto es gravísimo! He visto una cifra: 75 millones de jóvenes, menores de 25 años, sin trabajo. Los ‘jóvenes ni-ni’: ni estudian, ni trabajan. No estudian porque no tienen posibilidades, no trabajan porque no hay trabajo. ¡Es otro descarte! ¿Cuál será el próximo descarte? Detengámonos a tiempo, por favor”.
María Fernanda Bernasconi