Éxodo, suicidio y misericordia

“Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. Él sigue siendo su soberano dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella” (CIC, n. 2280).

El Santo Padre Francisco fue directo: “…todas las parroquias y comunidades de Europa acojan a una familia de inmigrantes, es un gesto de solidaridad…”

Solidaridad cristiana con los refugiados

El mundo vive momentos difíciles, cada nación con su problemática a cuestas pocas veces tiene alternativas viables a sus conflictos. Nuestro Señor es el camino para evitar salir de la esperanza y la fe en su omnipotencia; la crisis humanitaria en Siria e Irak fue el motivo central en la reunión del Pontificio Consejo Cor Unum –Un solo corazón–, el pasado 17 de septiembre; obispos y personas que laboran en Medio Oriente para instaurar la paz, tan anhelada por todos los ciudadanos; representantes de más de 30 organizaciones de esa importante zona del mundo.

“Participa activamente en los programas de ayuda y asistencia humanitaria. Desde el año 2011, según los datos disponibles, la crisis habría causado más de 250 mil víctimas y un millón de heridos”. Actualmente, se asegura, “hay más de 12 millones de personas que necesitan ayuda en Siria y más de 8 millones en Irak; los refugiados internos son 7,6 millones en Siria y más de 3 millones en Irak, mientras que 4 millones son los refugiados sirios en toda la zona de Oriente Medio; en particular, 1,9 millones en Turquía; 1,1 millones en el Líbano y más de 600 mil en Jordania”.

 

“La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida” (CIC, n. 2283)

Preocupa el suicidio. Cada 40 segundos un ser humano deja la vida por la puerta falsa. La Organización Mundial de la Salud lo contempla como una epidemia, que infortunadamente invade al planeta. Lo triste es la cada vez mayor participación de los jóvenes. México, inmerso en el problema, registró hace dos años cinco mil 900 suicidios en personas de 14 a 29 años. Aquí ya es un problema de salud pública, y segunda causa de muerte en el país.

Solamente Nuestro Señor sabe de sus problemas, de sus dolencias y quejas. Se dice que entre el puente y el río se encuentra la misericordia de Dios. Más claro: entre el lazo con el cual se ahorcará, entre el dedo y el gatillo de la pistola, en el último momento el Señor no se olvida de los momentos de angustia, no deja solos a sus hijos en ese trance, aunque vale la pena no intentarlo, porque va contra la voluntad del Todopoderoso.

 

Dejémonos envolver por la misericordia divina

Son momentos de reflexión para acercarse a Nuestro Señor, de brindar la solidaridad necesaria a los que sufren, a todos los necesitados; aplicar los valores necesarios y seguir las palabras del Papa Francisco: “Dejémonos envolver por la misericordia de Dios, confiemos en su paciencia que siempre nos concede tiempo, tengamos el valor de volver a su Casa, de habitar en las heridas de su amor dejando que Él nos ame, de encontrar su misericordia en los Sacramentos”.

Regresar sobre nuestros pasos y guiarnos por la realidad de fe, saber que Dios no es impaciente como los humanos al buscar encontrar todo. Él no nos abandona, y a los migrantes extiende la mano por medio de las naciones generosas, las capillas abiertas a todos. Los países católicos son bálsamo para los que sufren y dejan de pensar en vivir; encontrar a nuestro Señor es la experiencia más grande a la cual no se puede renunciar.

 

Mtro. Luis Ignacio Zúñiga Bobadilla

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Comentarios al autor: (direccion.vallarta@univa.mx)

 

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