Misericordia a los jóvenes

“Por eso me alegro cuando me tocan enfermedades, humillaciones, necesidades, persecuciones y angustias por Cristo: cuando me siento débil, entonces soy fuerte (Corintios 12, 9-10). Está escrito en la Santa Biblia.

La Iglesia busca el bien del ser humano

Las generaciones de jóvenes preocupan, las tentaciones materialistas no pueden arrebatarnos el futuro de México y el mundo. Ningún ser humano joven escapa a sus debilidades, ésas, conjuntamente con sus molestias, lo acompañan hasta su extinción; eso hace del caminar por esta vida un aspecto difícil, todavía más cuando se enfrentan versiones encontradas, absurdas y dignas de un episodio más de fábula o historia perversa; eso es ir cuesta arriba con el peso de una responsabilidad delicada: ser para los demás ejemplo de vida.

Recientemente, el Santo Padre Francisco ha manifestado su preocupación por la casa que nos dejó al cuidado el Señor, el planeta y su medio ambiente. En este sentido, la Santa Iglesia ha desempeñado una enorme misión evangelizadora, con el Papa Francisco, Obispo de Roma, al frente de millones de feligreses que a diario enfrentan diversas amenazas y problemas de todo tipo.

Transmitir valores y celebrarlos en su realización en la transformación para bien del ser humano hacia su prójimo. Todas las encíclicas están encaminadas a imprimir valor a las acciones de los cristianos en su búsqueda incesante de Jesús y su paz interior, esperanza y fe; los lectores de La Senda están llamados a valorarse en esa dirección, con base en  interesantes elementos para conformar sus opiniones y atender su curiosidad a partir de experimentar en su corazón el llamado del Todopoderoso. La intención: subsanar con información suficiente el gusto por nuestra religión católica.

 

Enseñar la fe y la razón al joven

Orientar hacia una vida espiritual mejor a los jóvenes llega a ser una de las más grandes misiones del momento. Llegan nuevos retos, temores, angustias o preocupaciones y, en casos extremos, tragedias inexplicables, derivadas de una violencia aún más inexplicable; mucha gente se pregunta qué sucederá, acaso se tendrá la oportunidad de sobrevivir o librarse de tal o cual situación de peligro; esto obliga a estar atentos y a mantenerse en una fe permanente, fuera de la falsa temeridad. La misión es acrecentar el amor a Jesucristo y abatir problemas con la capacidad que el Señor nos da para sortear los conflictos actuales.

En este sentido, trabajan con responsabilidad las instituciones católicas en general y, en especial, las de educación superior, tal como lo describió en su momento San Juan Pablo II: “En el mundo de hoy, caracterizado por unos progresos tan rápidos en la ciencia y en la tecnología, las tareas de la universidad católica asumen una importancia y una urgencia cada vez mayores. De hecho, los descubrimientos científicos y tecnológicos, si por una parte conllevan un enorme crecimiento económico e industrial, por otra imponen ineludiblemente la necesaria correspondiente búsqueda del significado, con el fin de garantizar que los nuevos descubrimientos sean usados para el auténtico bien de cada persona y del conjunto de la sociedad humana. Sí, es responsabilidad de toda universidad buscar este significado. La universidad católica está llamada de modo especial a responder a esta exigencia; su inspiración cristiana le permite incluir en su búsqueda la dimensión moral, espiritual y religiosa, y valorar las conquistas de la ciencia y de la tecnología en la perspectiva total de la persona humana”.

Momento oportuno

El momento es propicio entonces para la reflexión y para acercarnos más al Señor. Nadie niega los conflictos y las graves consecuencias, pero una de las misiones del católico y de la universidad católica es fortalecer valores cristianos, buscar en la conciencia lo necesario para no separarnos de la orientación de las nuevas generaciones; en una palabra, que alcancen y se dé la misericordia a los jóvenes.

 

Mtro. Luis Ignacio Zúñiga Bobadilla

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Comentarios al autor: (direccion.vallarta@univa.mx)

 

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