La familia: destinataria y agente de la Nueva Evangelización

La familia: destinataria y agente de la Nueva Evangelización

EMF 2009

Décima catequesis

«La futura evangelización depende, en gran parte, de la Iglesia doméstica» (Discurso de Juan Pablo II a la III Asamblea General de Obispos de América Latina, 1979). Más aún, la familia es el corazón de la Nueva Evangelización (Cfr. Discurso de Juan Pablo II a los Obispos de África encargados de la Pastoral Familiar, 1992). La historia de la Iglesia lo confirma desde sus orígenes. Un caso típico es el de San Agustín, convertido por la gracia de Dios, implorada con las lágrimas abundantes de su madre, Santa Mónica. La familia realiza «su misión de anunciar el Evangelio, principalmente mediante la educación de los hijos» (EV 92).

Iglesia doméstica al rescate
La misión evangelizadora de la familia está radicada en el Bautismo y recibe una nueva forma con la gracia sacramental del Matrimonio.
La tarea evangelizadora de la familia cristiana se hace especialmente necesaria y urgente en los lugares donde una legislación antirreligiosa pretende incluso impedir la educación en la fe, o donde ha crecido la incredulidad o ha penetrado el secularismo hasta el punto de hacer, de hecho, imposible una verdadera práctica religiosa. Esa geografía se encuentra principalmente en los países comunistas y excomunistas y en los del llamado primer mundo. La Iglesia doméstica es el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis sobre las verdades más fundamentales.

Método basado en el amor
La familia tiene un modo específico de evangelizar, hecho no de grandes discursos o lecciones teóricas, sino mediante el amor cotidiano, la sencillez, la concreción y el testimonio diario. Con esta pedagogía transmite los valores más importantes del Evangelio. Mediante este método, la fe penetra como por ósmosis, de una manera tan imperceptible pero tan real, que incluso convierte a la familia en el primero y mejor seminario de vocaciones al Sacerdocio, a la Vida Consagrada y al celibato en medio del mundo.

En sintonía con la comunidad
El servicio de los cónyuges y padres cristianos en favor del Evangelio es esencialmente un servicio eclesial. Es decir, está enraizado y derivado de la única misión de la Iglesia y orientado a la edificación del Cuerpo de Cristo. Por eso, el ministerio de evangelización de la familia ha de estar en comunión y armonizarse responsablemente con los servicios de evangelización y catequesis de la diócesis y de la parroquia.

Por todos los caminos
Este carácter eclesial requiere que la misión evangelizadora de la familia cristiana posea una dimensión misionera y católica, en plena conformidad con el mandato universalista de Cristo: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16, 15) Por eso, incluso es posible que algunos padres se sientan urgidos a llevar el Evangelio de Cristo «hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8), como ocurrió en las primeras comunidades cristianas. En cualquier caso, dentro del mismo ámbito familiar debe realizarse una actividad misionera, anunciando el Evangelio a los familiares no creyentes y alejados, o respecto a las familias que no viven con coherencia el Matrimonio.

Evangelizar y ser evangelizado
La familia cristiana se hace comunidad evangelizadora en la medida en que acoge el Evangelio y madura en la fe. «Igual que la Iglesia, la familia debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia. Dentro, pues, de una familia consciente de esta misión, todos los miembros evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden, a su vez, recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido… Una familia así se hace evangelizadora de otras familias y del ambiente en el que vive» (EN 71).

 

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