[Homilía] Ordenación sacerdotal DOMINGO CRISOSTO GONZÁLEZ

Homilía de Monseñor Luis Artemio Flores Calzada, 8º Obispo de Tepic, en la celebración Eucarística de la ordenación presbiteral de Domingo Crisosto González, en la Parroquia de San Juan Bautista, el jueves 14 de septiembre de 2017, en San Juan de Abajo, Nayarit.

ESPIRITUALIDAD DEL SACERDOTE

Como el Padre me ama así los amo yo, permanezcan en mi amor… No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido para que vayan y den  fruto y su fruto permanezca”. Palabras que acabamos de escuchar en el Santo Evangelio de San Juan.

Muy estimado Domingo, muy queridos sacerdotes, seminaristas, religiosas, fieles, familiares y amigos de Domingo.

Domingo: en unos momentos más serás ungido Sacerdote del Señor para actuar en la persona de Cristo y continuar su obra salvadora; serás una imagen viva y transparente de Cristo. El Padre Dios podrá decir: “Miren a mi hijo muy amado, en él he puesto mis complacencias”. Al participar del sacerdocio de Cristo te convertirás en profeta, sacerdote, pastor y siervo de la Iglesia.

“Desde antes de formarte en el seno materno te conozco, desde antes de que nacieras te consagré profeta… no tengas miedo porque yo estoy contigo para protegerte… pongo mis palabras en tu boca” (Jer 1, 4-9). Eres mensajero de la buena nueva, también el Señor te confía y te da poderes divinos para comunicar su salvación a los hombres por medio de los Sacramentos. En el Bautismo engendrarás hijos para el reino de Dios. En el Sacramento de la Penitencia, Dios te va a dar el poder de perdonar los pecados, de expulsar los demonios. Por eso te exhorto a que dediques mucho tiempo a este Ministerio; “el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia” (EG 44); acoge a los fieles como el Padre que corre al encuentro del hijo arrepentido, lo abraza y hace fiesta.

Domingo, Dios te dará el poder más grande, de actuar en la persona de Cristo, impulsado por el Espíritu Santo, al pronunciar las palabras de la Consagración, el pan se convertirá en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre; tendrás a Cristo en tus manos, te alimentarás de él y alimentarás al pueblo de Dios; ofrecerás junto con Cristo y el Pueblo de Dios el sacrificio de la alabanza perpetua. Dios te dará el poder de curar enfermos por el Sacramento de la Unción de los enfermos. No tengas miedo de orar sobre un enfermo, imponerles las manos y ungirlo para que sane; deja que el rostro de Cristo se refleje en tu rostro.  Bendecirás también a los matrimonios cristianos. Y presentarás ante Dios a los fieles que parten a la casa del Padre.

El Señor te va a constituir también Pastor. Cuida de las ovejas, no a la fuerza, sino voluntariamente, no por afán de riqueza, sino de corazón, no maltratando a las ovejas sino siendo modelo de la grey (1Pe 5, 1-4).

Domingo, como te das cuenta, ser Sacerdote es ser Cristo en medio del pueblo. Por lo tanto estás llamado a ser Santo. Él te eligió para que vayas y des fruto y su fruto permanezca. Lleva una vida digna del llamamiento que has recibido, sé humilde y amable, lleva a los fieles a la fuente del amor que es Dios, que se encuentren con él y se empapen de su amor para que ese amor resplandezca en el corazón de todos los hombres. Cristo manifestó a sus Apóstoles dos grandes deseos: Uno… “que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 15, 12-17); y dos: Que vivan en la unidad “Padre que sean uno como tú  y yo somos uno para que el mundo crea” (Jn 17-20).

Domingo estás llamado a prolongar la presencia de Cristo, siguiendo su estilo de vida y “siendo Santo como él es Santo”.  Tú te vas a santificar en el ejercicio de tu Ministerio Sacerdotal en lo que el Papa San Juan Pablo II llama “la caridad pastoral” que consiste en la donación total de sí a la Iglesia. Tú vas a ser santo viviendo las bienaventuranzas, poniendo a Dios al centro de tu vida para que seas limpio de corazón. Vive los consejos evangélicos: la pobreza que te lleva al correcto uso de los bienes, poniendo a Dios como tu máxima riqueza; en la obediencia, que consiste en sintonizar tu voluntad con la voluntad de Dios, Cristo fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz; y en la castidad ejercida en el celibato sacerdotal, que consiste en una entrega total de amor a Cristo y a la Iglesia, esto te lleva a realizar una paternidad espiritual y a ser un esposo fiel a la Iglesia.

Para ser Santo necesitas estar con Cristo en la oración. Jesús se pasaba muchas horas en oración, “si permanecen unidos a mí darán mucho fruto”. La prioridad fundamental del Sacerdote es la oración. El hombre tiene un hermoso deber: orar y amar. “Si oran y aman habrán encontrado la felicidad” (Santo Cura de Ars). Domingo, medita la palabra que vas a predicar, practica la Lectio Divina –la lectura orante de la Palabra de Dios– y no descuides los ejercicios espirituales. Reza diariamente la Liturgia de las Horas y jamás olvides tu devoción a María en el Santo Rosario.

Pidamos a Dios, para el Padre Domingo –para sus compañeros y para todos los Sacerdotes– que seamos Santos, como Cristo es Santo- Así sea.

 

+Luis Artemio Flores Calzada

8º Obispo de Tepic

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Primera lectura: Jeremías 1, 4-9 “Te consagré profeta para las naciones”.

Salmo 88: “Lo he ungido con óleo sagrado”.

Segunda lectura: Efesios 4, 1-7 “Lleven una vida digna del llamamiento”.

Evangelio: Juan 15, 9-17 “Soy yo quien los ha elegido”.

 

 

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