Marcos 16, 1-7
Queridos hermanos, estamos de fiesta. Cristo ha destruido la muerte y el pecado, hemos celebrado la Vigilia Pascual con hermosos símbolos, el fuego nuevo, el cirio pascual que representa a Cristo; ese cirio que emerge de la oscuridad y que alumbra, es una noche santa que une al cielo con la tierra, porque Cristo ha emergido de la muerte y está vivo; es como el lucero de la mañana, es el sol que viene a iluminar a todos los hombres y a quitar toda tiniebla, así que queridos hermanos sacerdotes, religiosas, fieles laicos, seminaristas, diáconos, todos acerquémonos a la luz de Cristo, revistámonos de las vestiduras blancas de Cristo.
En la Vigilia Pascual hemos meditado lo que Dios ha hecho por nosotros, nos creó por amor y para amar y para la vida. Pero entró el pecado y destruyó la armonía, pero Jesús ha venido, enviado por el Padre, a romper toda atadura de la muerte y del pecado, y por eso Él asumió nuestro pecado y subió a la Cruz, destruyó el pecado y destruyó también la muerte y al resucitar ha inaugurado una vida nueva.
El Evangelio de este Primer Domingo de Pascua nos dice que el ángel les dice a aquellas mujeres que buscaban al crucificado: “¿Buscan a Jesús de Nazaret el que fue crucificado?, no está aquí, ha resucitado; Él irá delante de ustedes a Galilea, ahí lo verán”. Sí, la primera experiencia es el sepulcro vacío, Magdalena –después nos dice San Juan– que ahí se quedó, pensando todavía que tal vez se habían robado el cuerpo, y cuál fue su sorpresa que después el Señor le llama por su nombre: “María”; y al escuchar la voz de Jesús se vuelve feliz y le dice “Maestro” ,y se abraza a los pies; y el Señor la envía como mensajera. Vean cómo Dios toma muy en cuenta a María Magdalena y a las mujeres, les dice que vayan, y anuncien a los Apóstoles que está vivo, que lo verán en Galilea, y así la certeza de la resurrección nos la muestran los cuatro evangelistas.
Pedro nos va a decir: “nosotros hemos comido con Él, lo hemos visto, está vivo”, lo mismo también los Apóstoles van a ir descubriendo, Jesús se le aparece a Pedro, luego a los discípulos de Emaús, se les aparece a los doce, donde les va a entregar su misión y al Espíritu Santo para continuar su obra y el poder de perdonar los pecados. Más tarde se les aparecerá también a los discípulos que van a Emaús, luego a Tomás, en fin, la certeza de la resurrección es algo que ha venido a cambiar nuestra vida y a llenarla de esperanza.
Celebremos pues con gozo esta Pascua, hemos asistido ya también nosotros al calvario y hemos depositado ahí nuestros pecados, nuestras tinieblas, ahora resucitemos con Cristo, emprendamos una vida nueva, seamos constructores de ese mundo nuevo que Cristo nos vino a traer; un mundo de amor, de paz, de fraternidad. Y nosotros en nuestra Diócesis de Tepic, con nuestro proyecto pastoral, iniciemos ya este proyecto del Reino de Dios, creando comunidades donde se viva la fraternidad, la solidaridad y la comunión. Que Dios los bendiga a todos.
La bendición de Dios Omnipotente: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén. ¡Felices Pascuas de Resurrección!
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic