Dicen que los católicos no oramos, sino que rezamos. Es lo que regularmente alegan nuestros hermanos protestantes, que algunas de nuestras oraciones son repetitivas, y citan como ejemplo el Rosario, en el cual se dice, mientras se medita el misterio respectivo, una decena de Avemarías.
Su percepción es un error de una interpretación equivocada de la Biblia. En ésta encontramos varios ejemplos de cómo en algunas ocasiones uno se puede dirigir con ruegos o plegarias repetidas a Dios, lo que interesa es con qué corazón las elevamos a Él. Si hay fe y buena intención Dios nos sabrá escuchar. Incluso, el mismo Jesús repetía las mismas palabras cuando se dirigía al Padre. Si aplicáramos el mismo criterio de nuestros hermanos separados, probablemente también habrían criticado a Jesús, por orar de esta manera.
Carmina Hidalgo
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