Familias productoras de delincuentes

En nuestra comunidad los problemas de índole psicosocial, asociados a la inseguridad, aumentan de manera alarmante. Tepic, de ser una ciudad pequeña y pacífica, está pasando a ser una comunidad cada vez más compleja; esto trae consigo efectos sociales notables y claramente manifiestos, por ejemplo, en la nota roja de los periódicos, en el sonar de las sirenas de patrullas o ambulancias que circulan por la ciudad, en ocasiones varias veces al día. Todo esto hace necesario que, además de evaluar las acciones de nuestros gobernantes, volvamos nuestros ojos al agente socializador principal en la vida de cada individuo: la familia.

¿Delincuencia al interior de las familias?

Como padres frecuentemente nos preguntamos: ¿qué es lo que nuestros hijos aprenden en la escuela o en la calle?, o ¿qué riesgos pueden enfrentar por convivir con “malas compañías”? En casos como éstos pareciera que nuestros hijos se ven influidos de manera negativa sólo por personas al exterior de nuestra familia; sin embargo, vale la pena considerar que la familia, y su forma de convivir, así como forma personas productivas y socialmente adaptativas, puede generar individuos que manifiestan una serie de conductas desviadas, como la delincuencia.

Por lo anterior, es necesario entender que la familia, aun sin desearlo, cuando no tiene un sano funcionamiento es tierra fértil para la formación de delincuentes. Estas familias cuentan con  algunas de las siguientes características:

  • Presentan hábitos antisociales, ayudados por un estilo de vida “fácil”, de tal manera que se alejan de las normas legales en las cuestiones cotidianas.
  • Las conductas de los adultos influyen de manera negativa sobre los niños y jóvenes que les rodean.
  • Crean, desde los primeros años de vida, la formación de imágenes erróneas acerca de la sobrevaloración de cualidades, como el egoísmo y la irresponsabilidad.

Familias con riesgos delictivos

No es casualidad, entonces, la aparición de conductas delictivas al interior de la familia, pues ésta puede ser un agente deformante en el desarrollo psicosocial del niño cuando se manifiesta en alguna de las modalidades siguientes:

 – Familia carencial. Es aquella donde se puede apreciar la falta o privación de algo; esta carencia no sólo es, como se podría creer, la falta de recursos económicos. Es apreciable la ausencia o insuficiencia del cuidado de los padres y, principalmente, del cuidado maternal durante la infancia.

– Familia caótica. Es la que sufren una alteración profunda en su estructura (no se distingue quién actúa como padre, madre o hijo, independientemente de su edad  o condición), y que se distingue por la pérdida de todas las características esenciales que debe tener la familia, como el amor, el respeto y la lealtad.

– Familia discordante. Se caracteriza por las desavenencias de dos o más de sus integrantes, con la particularidad de que se generan conductas reñidas con la moral y buenas costumbres que, incluso, podrían llegar al delito.

– Familia insegura. Presenta una acentuada falta de seguridad que se manifiesta por la carencia de la presencia del padre o la madre, y que se agrava con la falta de la seguridad de una vivienda, alimentos o un futuro estable.

– Familia patológica. En la que un padre o ambos padecen de una psicopatología que puede ser esquizofrenia, paranoia, epilepsia, entre otros.

– Familia nociva. Por sus adicciones (padre o padres) dan enseñanzas erróneas a sus hijos y no están en condiciones de corregirlos; sus hechos sucumben ante el ensayo de cualquier frase o llamada de atención correctiva.

– Familia traumatizante. Que por la violencia familiar, física o psicológica, van causando estragos en la personalidad de sus vástagos.

– Familia corruptora. Que los inducen a la mendicidad o prostitución con tal de que les reporten dinero para invertirlo en licor, drogas; los padres mismos son antisociales: él, ratero, ladronzuelo, paquetero de droga; ella, promiscua o prostituta.

– Familia antisocial. Opta por una conducta contraria a las buenas costumbres que requiere la armonía y la convivencia en sociedad. Ejemplo de esta familia es aquella que actúa agresivamente en contra de sus vecinos.

– Familia explotadora. Donde uno o más miembros explotan a los otros, por lo general para sacar provecho o rendimiento abusivo de su trabajo.

– Familia pudiente. Gasta su dinero en satisfacer los pedidos y les dan absoluta libertad, ignorando, por comodidad, con quiénes conviven o en qué emplean ese dinero; pertenecen a la clase media emergente, y no les interesa ser formativos.

– Familia amoral. Carecen de principios y valores ético-sociales, en ellos todo vale con tal de lograr ventajas económicas, mejoras en el trabajo, entre otras cosas, a diferencia de la inmoral: que está abiertamente contra estos principios, y que critican como tontos sociales a las familias morales.

– Familia bien. Les dan de todo a sus hijos, todo lo material y algunos consejos sobre la moral, pero sus hechos los contradicen, tienen elevado estatus familiar y social. Son de abolengo, viven de apariencias.

Mejorar nuestro hogar

Es común que se presenten algunos rasgos aislados de estos tipos de familias en la nuestra. La familia perfecta no existe, y es normal que en nuestros hogares se den conflictos; éstos nos darán la oportunidad de resolverlos y madurar para lograr ser mejores; sin embargo, cuando dichos rasgos no son aislados sino centrales y permanentes, es importante buscar ayuda profesional y de este modo prevenir problemas a futuro.

Nada debe ser más importante que el bienestar de nuestra familia; por esto, si queremos una comunidad sana para ellos, comencemos por mejorar desde el hogar. Todo esfuerzo valdrá la pena.

Centro de Integración Juvenil A. C.

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Comentarios al autor ( cltepic@cij.gob.mx )

 

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