Camino al Sacerdocio
Al llegar el tiempo determinado los seminaristas comenzamos el proceso hacia las órdenes y ministerios. Tras siete años de formación sacerdotal y al estar cursando el primer grado de Teología, de manera consciente y libremente, después de orar y discernir y de consultar con el asesor y director espiritual, solicitamos al obispo, con nuestra propia letra y firma, ser admitidos al Orden sagrado del Diaconado y Presbiterado.
Así comienza el proceso para que el seminarista obtenga respuesta de parte del obispo respecto a si fue admitido o no al Orden sagrado. Antes de esto, la Secretaría del Seminario, lanza escrutinios (investigaciones) para dichos seminaristas, preguntando sobre la idoneidad (capacidad) del aspirante a su parroquia de origen, al sacerdote titular donde presta su servicio de pastoral y a dos seminaristas, de una manera por demás prudente. Llegadas las respuestas al titular de la secretaría, la comunidad formativa completa, excepto los directores espirituales, que son de fuero interno, da su opinión, orando al Espíritu Santo para discernir si es idóneo ante dicha solicitud. Pero esa no es la última palabra, pues el rector del seminario le presenta al obispo dichos resultados y este es quien toma la decisión de admitirlo o no. Si la respuesta es positiva, la admisión se hace frente a la comunidad.
El rito de la admisión
En la oración que el obispo hace sobre el seminarista habla de lo esencial, dice: “Escucha, Padre, nuestras súplicas y, por tu bondad, dígnate bendecir a este hijo tuyo, que desea consagrarse al culto divino y al servicio de tu pueblo en el ministerio sagrado; concédele que persevere en su vocación y que, unido con amor sincero a Cristo sacerdote, llegue a ser apto para recibir dignamente el ministerio apostólico. Por Jesucristo, nuestro Señor. Que Dios mismo lleve a su término esta obra buena que en ti ha comenzado” (Ritual de órdenes, p. 332).
Al quedar el seminarista instituido se abre la puerta para que prosiga hasta llegar propiamente a las órdenes sagradas, que son el Diaconado y el Presbiterado, para lo cual son necesarios dos ministerios, Lectorado y Acolitado. Pero, ¿qué es un ministerio? Ministerio en la Iglesia significa servicio, y es un ministro quien sirve en la misión y carisma que el Señor, a través de la Iglesia, le ha confiado.
Ministro lector
Queda instituido para la función que le es propia: leer la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica. Proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, pero no el Evangelio en la Misa y en las demás celebraciones sagradas; faltando el salmista, recitará el salmo; proclamará las intenciones de la Oración Universal de los Fieles, cuando no haya a disposición diácono o cantor; dirigirá el canto y la participación del pueblo fiel; instruirá a los fieles para recibir dignamente los Sacramentos. Podrá encargarse también de la preparación de otros fieles a quienes se encomiende temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura en los actos litúrgicos.
Ministro acólito
Queda instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote. Es propio de él cuidar el servicio del altar, asistir al diácono y al sacerdote en las funciones litúrgicas, en la celebración de la Misa; distribuir, además, como ministro extraordinario, la Sagrada Comunión cuando faltan los ministros de que habla el c. 845, o están imposibilitados por enfermedad, avanzada edad o ministerio pastoral, o también cuando el número de fieles que se acerca a la sagrada Mesa es tan elevado que se alargaría demasiado la Misa. Se le podrá encargar que exponga públicamente a la adoración de los fieles el Sacramento de la Sagrada Eucaristía y hacer después la reserva; pero no que bendiga al pueblo. Podrá también, cuando sea menester, cuidar de la instrucción de los demás fieles, que por encargo temporal ayudan al sacerdote o al diácono en los actos litúrgicos.
El seminarista realiza la solicitud al diaconado mientras cursa el último grado de los estudios sacerdotales, que equivale a 4º de Teología, para que a los primeros meses de haber terminado los estudios sacerdotales, estando en una parroquia asignada por el obispo, quede instituido en el orden de los Diáconos.
Elvis Rentería
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