Jesús y Lázaro
(Jn 11,1-45)
Queridos hermanos, en el evangelio de este domingo descubrimos quién es Jesús. Él es verdadero hombre pero también es verdadero Dios. Una verdad de nuestra fe, que nos expresa que Jesús tomó la forma humana, sin dejar de ser Dios.
Como hombre, vemos que tiene amigos, por eso ahora llora la muerte de su amigo Lázaro; pero como Dios, se presenta ante Marta que le dice: “si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano”, y Jesús le contesta: “yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque haya muerto, vivirá”. Así es hermanos, Jesús es Dios, y por lo tanto es el dador de la vida. A Lázaro le devuelve la vida terrena, ante los ojos de muchos para que en ello se manifiesta la gloria de Dios en su Hijo, pero también nos da un anticipo de su misión definitiva: darnos vida eterna. Jesús le pide a sus amigos y también a nosotros, que confiemos en Él.

Ahora nos encontramos ante un problema de salubridad, el COVID-19 y hay temor entre los pueblos, pero sabemos y confiamos en que Jesús nos va a proteger. Algún día vamos a morir, pero no se nos debe olvidar que al morir vamos a pasar a la plenitud de la vida en Dios, y un día también nuestro cuerpo va a resucitar, y mientras esto sucede, debemos creer en Jesús.
En el mismo evangelio, con palabra firme, Jesús le dice a Lázaro: “sal de ahí”, y él, aunque ya tenía cuatro días sepultado, salió caminando. Del Señor viene nuestra vida, más aún, Él es la vida. Por eso yo te invito a poner tu confianza en el Señor. Toda la Palabra, nos anuncia que la muerte no es el final, sino que va a haber una resurrección. “Los sepulcros se abrirán y Dios infundirá vida”. Así que si hemos muerto con Cristo, vamos a resucitar con Cristo. Confía en el Señor, el guarda tu vida porque la vida es suya.
La bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic