El paso de Dios por la prisión

 

La Pastoral Penitenciaria es un acompañamiento solidario a las y los presos, es ayudarles a descubrir cómo vivir en libertad, con dignidad, en el respeto de sus derechos en la cárcel.

La misión principal de la comisión es la evangelización de las personas privadas de su libertad para reconstruir su dignidad de hijas e hijos de Dios, en seguimiento del mandato de Jesucristo: “Ir, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que he mandado” (Mt 28,19-20).

 

¿No te da miedo visitar la cárcel?

La prisión es un lugar de encuentro con el hermano sufriente, donde se revela Dios escondido en la miseria humana. “¿No te da miedo visitar la cárcel?”. Escuchamos esta pregunta con frecuencia, pero es ahí donde Dios ha hablado fuertemente a nuestro corazón, y el miedo queda atrás cuando es posible ver el dolor, la desesperanza, la soledad y todos los sentimientos que albergan cada mujer y hombre que está en prisión. Nos vamos sintiendo seducidas y seducidos por Cristo prisionero, y la voz de una mujer recluida nos confirma la necesidad de estar con ellas y ellos: Cuando escuché a mis espaldas cómo se cerraban los candados, me dije, ‘aquí termina todo y ahora que las escucho a ustedes, mi esperanza renace’”.

En la identificación con los pobres, la Iglesia busca identificarse con el Cristo pobre y solidario, en este caso de un Cristo que compartió la cárcel, que busca la justicia. Lo que los documentos eclesiales han señalado como “pecado social”.

 

“Del pozo se sale, porque Cristo salió del pozo”

Comparto ahora una frase que se ha ido haciendo consigna en la vida de las y los internos: “Del pozo se sale, porque Cristo salió del pozo”. Todavía en estos momentos en que la escribo se estremece mi espíritu. La frase fue el final de un viacrucis en una de las áreas del centro “Venustiano Carranza”. Cuando se terminó de leer la 14ª estación, hicimos un silencio para acoger lo que Dios nos quisiera decir para pedir perdón y, al levantar mi mirada, las lágrimas se habían convertido en sonrisas cargadas de gozo y esperanza. Aún conservo, y creo que ellos también, esta alegría que renace al mencionar “nuestra frase”, porque es como el manantial del que bebe nuestro corazón cuando se hace necesario recuperar la fortaleza.

¿Dónde hacemos presente la ternura, compasión y misericordia de Dios? Nuestra misión se realiza en el CERESO (Centro de Rehabilitación Social) “Venustiano Carranza”, en el CEFERESO  (Centro Femenil de Rehabilitación Social 4) “Noroeste” y en CIRSA (Centro de Internamiento y Reintegración Social para Adolescentes)

 

Estuve preso y me visitaste

Objetivo de la pastoral: al promover el sentido de pertenencia y los valores culturales de los internos colabora para que se reconozca la dignidad de hijos e hijas de Dios, propiciando el encuentro y la reconciliación con el Padre, con el fin de llegar a ser y vivir como hermanos.

Justificación: porque el ser humano, privado de su libertad, necesita apoyo en todas las dimensiones de su vida.

“Estuve en la cárcel y me fueron a ver”. La labor pastoral  la realizamos, orientados por las  metas que elaboramos; como por ejemplo:

–       Celebración de fiestas litúrgicas, propiciando un fuerte encuentro con la Palabra de Dios y con Jesús Eucaristía.

–       Evangelización y espiritualidad permanentes.

–       Formación permanente del equipo.

–       Encuentros para parejas internas.

–       Talleres de Oración y Vida.

–       Semana de la Familia, la celebración del Adviento y Navidad.

 

“Antes te conocía de oídas, ahora te han visto mis ojos”, puedo decir junto con Job. Esto lo advertí en una Hora Santa en el área Femenil, donde fácilmente me hubiera hecho la composición del lugar para una “sabrosa” meditación del encuentro de la mujer con Jesús: “Mujer, ¿quién te acusa? Nadie, Señor. ¡Ni yo!… Vete en paz y no vuelvas a pecar”. Un regalo de Dios para una mujer que, con su sonrisa constante, esconde su dolor y ahora son lágrimas sanadoras, pues se ha enterado de que Dios no está enojado con ella. ¡Ánimo, mujer, tu proceso de libertad está en camino!

 

Pastoral de la libertad

La pastoral presta también un servicio externo, el cual sirve de nexo entre los internos y sus familias, en los juzgados y en el apoyo con medicamentos. Cuando compartimos con ellos  espacios de conversación personal, esparcimiento, juego, risas, llegan a expresar frases como: “Hasta se me había olvidado donde estaba”.

Concluimos diciendo que para nosotros la pastoral  Penitenciaria es: la pastoral del encuentro, de la libertad, de la comunión, de la esperanza y de la integración.

Damos gracias a Dios por permitirnos realizar este servicio de la Iglesia. Siguiendo la parábola del Buen Pastor, vamos en busca de la oveja perdida, de aquel hermano o hermana que pasa por cañadas oscuras.

Agradecemos a Dios por contar con hermanas y hermanos que hacen día a día esta labor; nos referimos a cada uno de los agentes de pastoral que servimos en la cárcel; ya que, sin el aporte del equipo de pastoral, sería aún más difícil la vida en la prisión; así lo expresan las personas internas. También damos gracias a Dios por la vida y el servicio de mujeres y hombres  al interior de las cárceles, juntos construimos el Reino.

Deseamos que todas las personas recluidas en un penal alcancen su libertad no solo física sino también espiritual, que los lleve a crecer en su proceso de fe y a ejercer un verdadero cambio de vida.

Comparto un hermoso momento: cuando las manos de los internos en el CEFERESO sostenían a Jesús en una pequeña custodia que hacía grande su entusiasmo por su presencia eucarística, al terminar unas horas de reflexión entre católicos y hermanos de otras creencias, me dirigí al grupo diciendo que nos despediríamos de Jesús teniéndolo cada uno en sus manos, que Jesús es nuestro alimento, el compañero de la vida, que quien deseara tenerlo extendiera sus manos. Por respeto a un hermano no católico, me pasé de largo y él, con una súplica, me dijo: “Por favor, que llegué a mí”, y acogió al Señor con un temblor y amor que a todos nos conmovió y estrujó las entrañas.

Estas son algunas experiencias que he tenido y que, con certeza, también son las de quienes formamos parte de esta comisión diocesana, a ellas y a ellos les digo: “Gracias, por caminar juntos”.

 

Graciela Medina Hernández, Religiosa de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor

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Comentarios a la autora: (graciemh87@hotmail.com)

 

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