[HOMILÍA] Ordenación Diaconal de Juan Enrique Martínez Mercado

Homilía 13 Enero 2019 | Bautismo de Jesús

Eucaristía de Ordenación Diaconal de Juan Enrique Martínez Mercado.

 

“Mientras se bautizaba Jesús, se abrió el cielo, vino el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma y se escuchó una voz del cielo que decía: Este es mi hijo predilecto en quien tengo mis complacencias”.

Son palabras que acabamos de escuchar hoy en el Santo Evangelio de San Lucas. Muy estimado Juan Enrique y queridos hermanos sacerdotes, diáconos, seminaristas, hermanas religiosas, familiares de Juan Enrique y todos nuestros hermanos y hermanas que nos acompañan.

Nos preguntamos, ¿y por qué se bautizó Jesús? Nosotros decimos que el bautismo nos borra todo pecado y Él no tenía pecado, el bautismo nos hace hijos de Dios y Él es Dios, ¿por qué se bautizó? Porque en el proyecto de Dios el bautismo era una manifestación, un darse a conocer quién es Jesús, en griego se llama Epifanía, manifestación. El profeta Isaías anunciaba que cuando viniera el Mesías, estaría lleno de Espíritu Santo, Él vendría a establecer la justicia, la paz. Pues ya está aquí. Juan bautista decía: “viene detrás de mí, yo los bautizo con agua pero Él nos va a bautizar con fuego, con Espíritu Santo. El que me envió a bautizar me dijo: aquél sobre el cual veas que se poza el Espíritu Santo es el Mesías”. Entonces el bautismo de Jesús es una manifestación, es el Ungido, el Mesías, el que viene a abrirnos las puertas del cielo. Recordemos que por el pecado se cerraron, se cerró la comunicación con Dios, pero ahora Cristo al hacerse hombre, niño, creció y ahora Él abre esas puertas del cielo para que volvamos otra vez y regresemos a nuestra casa, a la casa paterna. Pero también Él viene a renovarnos a nosotros, por eso viene a bautizar con fuego, el fuego limpia, purifica, el fuego es el símbolo del amor, viene a transformar nuestros corazones, y aquí el Mesías, nuestro Salvador.

Hoy quiero decirte querido hermano, hermana, niño, niña, joven, jovencita, seminarista, también a ti el día de tu bautismo fuiste ungido, recibiste el Espíritu Santo que habita en ti y también eres hijo amado de Dios, hija amada, así que siéntete orgulloso, ese es nuestro gozo, somos hijos de Dios gracias a Cristo que en el bautismo de agua y de fuego de Espíritu Santo nos ha transformado, nos ha hecho hijos de Dios como escuchamos en la segunda lectura, así que agradécele al Señor ese gran regalo del bautismo. Entramos a formar parte de su familia, por eso somos hijos de Dios, miembros de la Iglesia, del pueblo santo de Dios porque la Iglesia es el pueblo de Dios y estamos llamados a ser santos porque somos hijos de Dios.

Juan Enrique, el Señor, además de ser su hijo amado, quieres que seas su colaborador, su servidor. La palabra ‘diácono’ una palabra griega que significa ‘servidor’ a ejemplo de Cristo servidor. El diácono queridos hermanos, servidor, la Iglesia le encarga a través del ministerio del obispo y de la ordenación diaconal, de la unción también del Espíritu Santo que recibirá, tres servicios;

Servidor de la Palabra: el diácono va a recibir el encargo de predicar, de anuncia la Palabra de Dios, de anunciar el catecismo de la Iglesia, la doctrina de Cristo. Dichosos los pies del que transmite la Buena Nueva.

Servidor del altar: el diácono ayudará al obispo y a los sacerdotes a recibir y preparar las ofrendas, proclamar el Evangelio en las eucaristías, podrá también bautizar, comunicar la vida divina por el bautismo, asistir y bendecir a los matrimonio debidamente delegado por quien tiene la autoridad, obispo o párroco, presidir las exequias oración por los difuntos, la oración de la Iglesia en la liturgia de las horas.

Servicio de la caridad: así surgieron los diáconos. Hechos de los Apóstoles capítulo 6 “eligieron a siete hombre llenos fe, llenos de Espíritu Santo para atender a los pobres, a los necesitados”.

Juan Enrique, este es el encargo que vas a recibir, servicio de la Palabra, servicio del Altar y servicio de la Caridad. Pídele al Señor la gracia de ser como Cristo, y al aceptar este servicio tú te consagras hoy totalmente a Cristo y a la Iglesia por el celibato. El celibato no es otra cosa que una entrega total de tu vida de amor con todo lo que Dios te ha dado, tu afectividad, tu cuerpo, tu sexualidad, tu capacidad de amar. Una entrega al pueblo de Dios, al servicio de Dios para poder servir mejor y totalmente a Cristo y a la Iglesia. Es un signo también de fecundidad, de dar vida y también vas a recibir en el diaconado, el sentido de llevar una vida sencilla como la de Cristo, jamás pongas tu corazón en el dinero, jamás pongas tu corazón en los desórdenes, sino en Cristo en Dios. Sé como Cristo, un buen servidor para que después el Señor te pueda decir: “siervo bueno y fiel, puesto que has sido fiel en lo poco se te podrá confiar más”.

Prepárate pues para recibir esta gracia a través del orden del diaconado por imposición de manos de tu servidor obispo y de la oración donde pediré al padre Dios que mande al Espíritu Santo y te consagre como diácono de la Iglesia, diácono de la Iglesia en Tepic sirviendo a tu obispo y a los presbíteros.

Que así sea.

+Mons. Luis Artemio Flores Calzada

Octavo Obispo de la Diócesis de Tepic

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