HOMILIA EN LA ORDENACION DE DIÁCONOS – 28 de agosto de 2021

Juan Miguel Arreola Savalza, Alonso Benítez Catalán, Fernando Antonio Dávalos Bautista, Edgar Guadalupe López Quintero, Juan Carlos González Islas y Cesar Humberto Montaño Fránquez

Sábado, 28 de agosto 2021

Los saludo muy queridos hermanos sacerdotes, religiosas, laicos y aspirantes al Diaconado: Juan Miguel, Alonso, Fernando Antonio, Edgar Guadalupe, Juan Carlos, Cesar Humberto, seminaristas, familiares y amigos de los Ordenandos.

Hoy nos hemos reunido en el Seminario Diocesano de Tepic, porque el Señor quiere bendecir a nuestra Diócesis de Tepic con la ordenación de ocho nuevos diáconos. Y hoy es bueno reflexionar en la identidad, misión y espiritualidad del diácono.

Identidad del Diácono

La palabra Diácono es una palabra griega que significa «Servidor», El diácono es servidor de Cristo y de la Iglesia. Los primeros diáconos, como escuchamos en la primera lectura, son elegidos por los Apóstoles como sus colaboradores, para organizar el servicio de la «caridad» en favor de los pobres, de los enfermos, de las viudas, de los encarcelados; después colaboraran con los apóstoles en el anuncio de la Palabra, y la administración del bautismo. 

Misión de los Diáconos

Por la imposición de las manos del Obispo y la oración que la acompaña, son constituidos diáconos, para ayudar al Obispo y a su presbiterio en el anuncio de la Palabra, en el servicio del altar y en el ministerio de la caridad.

En el servicio de la Palabra, se les encomienda específicamente la proclamación del Evangelio y la Homilía. Mediten el Evangelio que van a proclamar y sobre todo, háganlo vida porque, es buena noticia, dulce al paladar, pero tamién es amarga porque hay conformar la toda la vida de acuerdo a lo contenido en ese Evangelio; cuando les entregue el Evangeliario le diré a cada uno de los ordenandos: «Recibe el Evangelio De Cristo, del cual has sido constituido mensajero; esmérate en creer lo que lees, enseñar lo que crees y vivir lo que enseñas».

En el servicio del altar, serán dispensadores de los Sagrados Misterios, se les encomienda la celebración solemne del Bautismo, la ayuda al Sacerdote en la Eucaristía, distribuir de manera ordinaria la sagrada comunión, exponder y dar la bendición con el Santísimo Sacramento, asistir a la celebración del Sacramento del matrimonio y a las exequias, y presidir la oración de la  liturgia de las horas.

En el servicio de la caridad, se les encomienda la organización de la atención a los pobres, a las viudas, a los huérfanos, a los encarcelados y la promoción humana, para ello es importante que conozcan, vivan y enseñen la Doctrina Social de la Iglesia. 

Espiritualidad de los Diáconos

Los diáconos están llamados ante todo, a ser santos, hombres de buena fama, llenos de fe y del Espíritu Santo, así como los primeros diáconos de la Iglesia; están lalmados también a llevar una vida sin mancha e irreprochable, ante Dios y ante la Iglesia, según conviene a los ministros de Cristo, dispensadores de los Sagrados Misterios, libres de toda impureza o afán de dinero, sin servidumbre a los ídolos.

Ejercerán su ministerio, observando el celibato; éste será para ustedes, símbolo y, al mismo tiempo, estímulo de caridad pastoral y fuente peculiar de fecundidad apostólica en el mundo. Movidos por el amor sincero a Jesucristo, el Señor, viviendo este estado con una total entrega, como Cristo, que no vino a ser servido sino a servir (Mt 20, 28) y a dar la vida por los demás, jamás dominando o maltratando a los fieles. Su consagración a Cristo se renueva de modo más excelente. Por el celibato, en efecto, les resultará más fácil consagrarse, sin dividir el corazón, al servicio de Dios y de los hombres, y con mayor facilidad serán ministros de la obra de regeneración sobrenatural (Ritual de Órdenes pp. 167-168).

Ustedes próximos diáconos, vivan con entusiasmo su servicio a Cristo y a la Iglesia, para que al final de su vida puedan salir al encuentro del Señor y oír de Él estas palabras: «Muy bien, servidor bueno y fiel, entra a tomar parte en la alegría de tu Señor». Así sea.

+Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de Tepic.

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