Peregrinación de la Diócesis de Tepic a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe
Jueves, 18 de mayo de 2023
¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?
También nosotros los mexicanos podemos decir: ¿quiénes somos para que la madre de nuestro Señor Jesucristo nos haya visitado y dejado esta bendita imagen que que estamos contemplando.
Entre flores y cantos la Virgen María se presenta ante Juan Diego y le dice: Yo soy la siempre virgen María madre del verdaderisimo Dios por quien se vive, quiero que vayas ante el obispo y le descubras mi voluntad para que me construya una casita, donde yo muestre todo mi amor, mi mirada compasiva, mi auxilio. Y el deseo de la Virgen Maria se hizo realidad.
Los obispos de México consultando al pueblo de Dios, hemos elaborado un Proyecto Global de Pastoral para prepararnos a celebrar los 500 años de la aparición de Nuestra Madre Santísima de Guadalupe, y también los 2000 años de la redención que Cristo nos obtuvo con su Pasión, Muerte y Resurrección.
Con este proyecto nos comprometimos a impulsar las siguientes opciones pastorales:
Primero: proteger y defender la dignidad del ser humano.
Cada persona tiene una gran dignidad humana porque salió de las manos de Dios y por eso merece respeto a su vida desde el seno materno hasta su muerte natural, todo atropello a su dignidad es un atropello a Dios, porque el ser humano es una imagen viva de Dios, aún más es un hijo amado de Dios, como le dice la virgen María a Juan Diego: «Hijito, hijito mío, quiero que vayas ante el obispo y le muestres mi voluntad, para que me construya una casita donde yo muestre todo mi amor compasivo».
Segundo: una iglesia comprometida con la paz y las causas sociales.
Cristo es nuestra paz, y Él vino a reconciliarnos a todos, a decirnos que todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre Dios y por eso todos tenemos que trabajar para que no haya violencia, abusos, muertes, ni desaparecidos, sino armonía; Dios quiere una vida digna para todos sus hijos. La aparición de la Virgen María ducedió después de los abusos de que se cometieron contra nuestros hermanos de pueblos originarios y vino a establecer la fraternidad y la paz entre los dos pueblos, susctiando un nuevo pueblo, el pueblo de México, donde todos somos hijos de Dios sin distinción de raza o de color.
Tercero: una Iglesia, pueblo de Dios.
La virgen María pidió una casita y la casita es el lugar donde todos nos sentimos una familia un solo pueblo, el pueblo de Dios ,donde se vive la fraternidad y la unidad, donde todos nos sentimos como en casa. Nos toca a todos hacer de nuestra Diocesis y de nuestra patria una casita donde vivamos la comunión la fraternidad y la solidaridad.
Cuarto: una iglesia misionera.
Es decir, ser una iglesia en salida, llena de espíritu santo que comunica a todas las periferias territoriales o existenciales, el amor de Dios, la buena noticia de que todos somos hijos amados de Dios, hermanos y por lo tanto, ayudarnos incondicionalmente.
Quinto: una iglesia compasiva y samaritana.
Una Iglesia que sale al encuentro de los caídos en el camino, de los que sufren, enfermos encarcelados, pobres y migrantes, y compartirles el amor, un amor misericordioso que se muestra en las obras, como el de Dios, como el de la virgen María que traen una vida digna para todos.
Sexto: una iglesia joven.
Una Iglesia joven, es una Iglesia que acoge, acompaña a los adolescentes y jóvenes para hacer un país lleno de esperanza, alegría y vida plena. Los jóvenes tienen una gran sensibilidad para las causas sociales y tienen gran creatividad, por eso necesitamos también una Iglesia así. Preocupémonos por el desarrollo integral de los jóvenes y hagamos que los jóvenes sean protagonistas también en la iglesia.
Queridos hermanos y hermanas de nuestra amada Diocesis de Tepic, sacerdotes, vida consagrada, diáconos, seminaristas y fieles laicos, construyamos juntos esa casita que la virgen María desea para nosotros, donde nos sintamos hermanos, donde se valore y respete la dignidad de la persona, donde nuestro corazón esté abierto a los pobres, a los necesitados, a los marginados, a los encarcelados; donde nos comprometamos a tener un corazón como el de Cristo y como el de María, es decir lleno de amor hacia nuestros hermanos, dándoles siempre un buen trato, con sumo respeto. No nos cansemos de trabajar por la paz en nuestra patria.
Por otra parte, gracias a Dios en todo México y en nuestra diócesis, se están realizando los «conversatorios por la paz», así como la caravana de la paz, junto con la recepción de la antorcha que está promoviendo María Visión. Que todos estos proyecto nos impulsen a hacer de nuestra patria un lugar donde donde reine el amor, la paz, la justicia, la verdad y la libertad, y de este modo haremos presente y actual el reino de Dios y la casa que la virgen María desea. Así sea.
+ Monseñor Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de Tepic