El mascotense más ilustre visita su terruño
El pasado 5 de mayo, los fieles católicos de la ciudad de Mascota, al sur de Jalisco, recibieron en la entrada del pueblo las reliquias de San José María Robles Hurtado, mártir y apóstol del Corazón Eucarístico de Jesús, quien naciera en esta tierra el 3 de mayo de 1888, y fuera elevado a los altares por el Papa Juan Pablo II, el 21 de mayo de 2000.
Este relevante acontecimiento eclesial tiene lugar dentro de los festejos del 80 aniversario de su martirio; festividades promovidas por las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado, congregación religiosa fundada por él mismo.
Alegre bienvenida
A la una de la tarde de ese 5 de mayo, Mons. José Trinidad González Rodríguez, Obispo Auxiliar de Guadalajara, llegó a la ciudad de Mascota llevando las reliquias del santo mascotense, que desde entonces se encuentran en el templo parroquial. A la entrada, como ya queda dicho, lo esperaban cientos de fieles, quienes emocionados
recibieron con aplausos y lágrimas este regalo que las religiosas hicieron a la tierra que vio nacer al santo.
Tras hacer patente su alegría, los fieles fueron testigos de la colocación y bendición de la primera piedra de un arco que se construirá en honor del “mascotense más ilustre”, como lo calificara Mons. Trinidad González, y que dará la bienvenida a quienes visiten esta ciudad.
En ese mismo lugar se inició la procesión, que fue acompañada con cantos eucarísticos, armonizados por un mariachi y una banda de música del lugar, y cuyo fin de la caminata fue el templo principal.
Intercesor y ejemplo inspirador
La Concelebración Eucarística fue el momento cumbre de este acontecimiento. Diecisiete sacerdotes acompañaron al obispo auxiliar tapatío, y entre la inmensa cantidad de fieles fue notoria la presencia de religiosas pertenecientes a las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado, comunidad que el santo fundara y que ofreció a la Iglesia como un regalo.
En la homilía, Mons. Trinidad González dijo a los fieles que constituye un mérito que Mascota tenga en los altares a un hijo suyo: “Él, como hermano e intercesor, seguramente ve por Mascota y por la Diócesis de Tepic”. Sin embargo, “también hemos de ver en él un ejemplo inspirador de vida; nos ha enseñado que sólo se puede vivir por algo por lo que vale la pena morir… Él vivió para encarnar su fe en Jesucristo y amar a la Iglesia, y murió por ser fiel a estos dos grandes amores”.
Llamados a ser cristianos completos
San José María Robles hizo realidad la fidelidad al Evangelio, y hoy, a 80 años de su martirio, su entrega total, hasta la muerte, nos confirma que es posible, en nuestra tierra y en nuestro tiempo, ser cristianos de tiempo completo. Y es que en la actualidad las amenazas que recibe la Iglesia Católica no provienen de hombres armados, sino de personas, instituciones y principalmente los medios de comunicación; de ahí que la realidad actual demanda testigos firmes y valientes que defiendan los principios evangélicos, como lo hicieron los mártires mexicanos del siglo pasado.
Sacerdote, fundador y mártir
San José María Robles Hurtado nació en Mascota, Jalisco, el 3 de mayo de 1888. Fue ordenado sacerdote el 22 de marzo de 1913 y se distinguió por su gran celo en amar y hacer amar al Corazón de Jesús en la Eucaristía.
El 27 de diciembre de 1918 fundó la congregación religiosa de las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado, en Nochistlán, Zacatecas.
Cuando era párroco de Tecolotlán, Jalisco, sobrevino la persecución religiosa en la nación mexicana, y fue apresado y ahorcado en la Sierra de Quila el 26 de junio de 1927.
El Papa Juan Pablo II lo proclamó santo el 21 de mayo del año santo de 2000.
Juan Luis Casillas Martínez