¡Qué hermosos son los pies del mensajero!

Exhortando con brío y alegría, canta el profeta Isaías: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la salvación…! (Is 52, 7-8). Querido pueblo de Dios, el Señor siempre responde; lo hizo a través del profeta acariciando las caídas esperanzas con oráculos llenos de amor; eran días sombríos debido al exilio y la destrucción, el hambre, la desesperanza, el dolor. El siguiente capítulo del profeta es una poema perfecto para este tiempo: el poema del Siervo de Yahvéh, el consagrado por Dios, Jesucristo, quien cargará los sufrimientos de todos, no solo del pueblo de Israel, sino de toda la humanidad; Dios siempre responde.

En estos días hemos podido atestiguar los pasos de otro mensajero del Señor: el papa Francisco en su viaje apostólico a Irak. Un pueblo castigado por las guerras, por la carencia y el fanatismo religioso, ha visto una luz de esperanza, unas palabras cargadas del amor del Señor: ¡No dejen de soñar, no se rindan, no pierdan la esperanza!

La esperanza… es lo primero que claudica cuando somos asediados por las dificultades, por la muerte, por la pandemia que nos ha sumido en un clima de miedo constante. Pero dejemos que las palabras del santo padre hagan eco en nosotros; no dejemos de orar; no dejemos de creer; no dejemos de esperar; Dios tiene la última palabra; Dios siempre responderá.

Hasta la próxima.
Fray Jesús Manuel Silván.

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