La paz: Don de Dios y obra del hombre

 

Cada nuevo año trae consigo la esperanza de un mundo mejor. En esta perspectiva, pedimos a Dios que nos conceda concordia y paz para que se puedan cumplir las aspiraciones de una vida próspera y feliz para todos.El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre y coincide, en cierto modo, con el deseo de una vida humana plena, feliz y desarrollada.

La paz no es un sueño, ni una utopía

La paz concierne a la persona humana en su integridad e implica la participación de todo el hombre. Se trata de paz con Dios, viviendo según su voluntad;paz interior con uno mismo y paz exterior con el prójimo y con toda la Creación.

Como escribió San Juan XXIII en la encíclica Pacem in terris (Paz en la tierra): “La paz se construye en una convivencia basada en la verdad, la libertad, el amor y la justicia”.Depende, en gran medida, del reconocimiento de que, en Dios, somos una sola familia humana; se estructura mediante relaciones interpersonales, apoyadas y animadas por un “nosotros” comunitario, que implica un orden moral interno y externo en el que se reconocen, de acuerdo con la verdad y la justicia, los derechos recíprocos y los deberes mutuos.

La paz es un orden vivificado e integrado por el amor, capaz de hacer sentir como propias las necesidades y las exigencias del prójimo, de hacer partícipes a los demás de los propios bienes y de tender a que sea cada vez más difundida en el mundo la comunión de los valores espirituales.

El Papa Benedicto XVI, en el mensaje para la celebración de la66 Jornada Mundial de la Paz,dice: “La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible”. Nuestros ojos deben ver con mayor profundidad bajo la superficie de las apariencias y las manifestaciones, para descubrir una realidad positiva que existe en nuestros corazones, porque todo hombre ha sido creado a imagen de Dios y llamado a crecer, contribuyendo a la construcción de un mundo nuevo. Dios mismo, mediante la encarnación del Hijo y la redención que llevó a cabo, ha entrado en la historia, haciendo surgir una nueva creación y una alianza entre Dios y el hombre (cfr. Jr 31,31-34), y dándonos la posibilidad de tener “un corazón nuevo” y “un espíritu nuevo” (cfr. Ez 36,26). Jesús es nuestra paz, nuestra justicia, nuestra reconciliación (cfr. Ef. 2,14; 2Co 5,18).

Trabajemos por la paz

Según la bienaventuranza de Jesús (cfr. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23), el que trabaja por la paz es aquel que busca el bien del otro, el bien total del alma y el cuerpo, “hoy y mañana”.

Todosestamos llamados a trabajar por la paz. Para ello, es indispensable cuidar la dimensión trascendente y el diálogo constante con Dios, Padre misericordioso, mediante el cual se implora la redención que su Hijo Unigénito nos ha conquistado. Así podrá el hombre vencer ese germen de oscuridad y de negación de la paz que es el pecado en todas sus formas: el egoísmo y la violencia, la codicia y el deseo de poder y dominación, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas.

Los auténticos trabajadores por la paz aman, defienden y promueven la vida humana en todas sus dimensiones: personal, comunitaria y transcendente. La vida en plenitud es el culmen de la paz. ¿Cómo es posible pretender conseguir la paz, sin que sea tutelado el derecho a la vida? Cada agresión a la vida, especialmente en su origen, provoca inevitablemente daños irreparables al desarrollo, a la paz, al ambiente.

 

Catequistas de paz

Catequistas, es necesario enseñar a nuestros interlocutores a amarse y educarse en la paz, y a vivir con benevolencia, más que con simple tolerancia. Es fundamental que se cree el convencimiento de que “hay que decir no a la venganza, hay que reconocer las propias culpas, aceptar las disculpas sin exigirlas y, en fin, perdonar”, de modo que los errores y las ofensas puedan ser en verdad reconocidos para avanzar juntos hacia la reconciliación. El mal se vence con el bien, y la justicia se busca imitando a Dios Padre que ama a todos sus hijos (cfr.Mt 5,21-48).

Que todos seamos verdaderos promotores y constructores de paz, de modo que el hombre crezca en fraterna concordia, en prosperidad y paz.

Feliz año 2015.

 

María Adela Suárez de Luna

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Comentarios a la autora: (ade.suarez@hotmail.com)

 

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