“Les traigo una gran noticia que causará gran alegría, hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”. Palabras que acabamos de escuchar en el santo evangelio de San Lucas.
En estas fiestas de Navidad celebramos que Dios ha entrado en la historia del hombre. Dios se ha hecho hombre… y el hombre participa de la vida de Dios. Hay una unión íntima entre Dios y el hombre. Jesús ha tomado nuestra humanidad y el hombre participa de su divinidad; esta unión ya no se puede separar, el hombre ha quedado divinizado con Cristo, y Cristo, que es Dios, se ha humanizado. Compartió nuestra condición humana, excepto el pecado, –pero tomó sobre sí los nuestros como si fueran propios– ha entrado en nuestra historia, se volvió plenamente “Dios con nosotros”.
Primera lectura Isaías 9,1-3.5-6
“El pueblo que vivía en tinieblas ha visto una gran luz”. Celebramos el alumbramiento de María, que ha dado a luz a Jesús; él es la luz que viene a iluminar a todos los hombres, viene a quitar toda tiniebla del mal, a realizar una nueva creación, un nuevo hombre inundado con la luz de Dios, con la vida de Dios.
Las tinieblas, son signo del caos y de la muerte, nos indican la situación de opresión y también de infidelidad del pueblo. La luz, signo de la nueva creación y de la vida plena, nos indica la liberación y la restauración.
Navidad es la fiesta de la alegría porque Dios está con nosotros. “Porque un niño nos ha nacido…”. ¿En qué consiste esta acción de Dios? Aparentemente las palabras del profeta se mueven a nivel de una historia concreta, la continuidad de la dinastía de David. Pero los mismos términos de la profecía se abren en un sentido que va más allá de la historia. Cuatro nombres de uso cortesano definen, en principio, al niño: consejero admirable, Dios poderoso, Padre sempiterno, príncipe de la paz.
Salmo 95
“Hoy ha nacido el Salvador”. “Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino, salten de gozo el campo y cuánto encierra, manifiesten los bosques regocijo, porque viene el Señor, viene a gobernar la tierra con justicia y rectitud”.
Segunda lectura Tito 2, 11-14
“La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres”. Ese niño que nació en Belén es el gran regalo de Dios para nosotros; y él viene a liberarnos de todo mal y viene a realizar una criatura nueva, una humanidad nueva.
Para vivir esta vida nueva debemos de renunciar a los deseos mundanos, llevar una vida sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la venida del gran Dios y Salvador. Cristo nos ha redimido de todo pecado, para convertirnos en pueblo suyo entregado a practicar el bien.
Evangelio Lucas 2,1-14
El nacimiento de Jesús se sitúa en la historia: durante la olimpiada 94, en el año 752 de la fundación de Roma, en el año 14 del reinado del emperador Augusto. Al irse empadronar a su propia ciudad, José y María llegaron a Belén, y no había lugar para ellos, Jesús nace en un pesebre, en una cueva donde se guarda el ganado.
El ángel anuncia a los pastores: “Les traigo una gran noticia que causará gran alegría, hoy les ha nacido en Belén el Salvador, qué es el Mesías, el Señor, esto les servirá de señal: lo encontrarán envuelto en pañales y recostado en un pesebre”.
La Navidad es fiesta de alegría, porque está con nosotros el Salvador, el Emmanuel, el Dios con nosotros; y ese niño es el rey de reyes, es el Señor; el Señor es un título exclusivo dirigido a Dios, pues ese niño es Dios, es el salvador que viene a liberarnos de todo mal.
Nace en un pesebre. El pesebre, como todos lo sabemos, es el lugar donde los animales se alimentan. Ese niño se convertirá también en el alimento para toda la humanidad. Y viene a dar vida eterna; después dirá “yo soy el pan vivo bajado del cielo y el que coma de este pan tiene vida eterna y yo lo resucitaré”.
Ese niño es pobre. Nos viene indicar la ternura de Dios en los niños, en los débiles, en los despreciados por los poderosos del mundo. Es pobre porque todo lo ha recibido de su padre Dios. Él vine a hacer la voluntad de Dios. Pero también es pobre porque dona todo, va a dar su vida por nosotros. Y te invita ti querido hermano a ser pobre como él, a ser humilde, a reconocer que todo lo que tienes te viene de Dios; pero también a ser generosos, a compartir lo que Dios nos ha dado, así como lo hizo Jesús.
“Los ángeles anuncian la gran noticia del nacimiento del Salvador y cantan con gozo gloria Dios en el cielo y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad”. Ese niño es el príncipe de la paz, viene a establecer la armonía que se perdió por el pecado; la armonía del hombre con Dios, la armonía del hombre con sus hermanos, la armonía del hombre con la creación. Todos somos hermanos. Seamos constructores de paz, empezando desde nuestra familia, con nuestros vecinos.
Esta noche, es noche de paz, noche de amor, noche de alegría, porque Dios ha venido a quedarse con nosotros y a traernos la paz. Colaboremos con él para lograr la paz tan deseada en nuestra patria. Así sea.
+Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de Tepic.
24 de diciembre de 2019
Catedral de nuestra Señora de la Asunción
Diócesis de Tepic
Tepic, Nay.
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Isaías 9,1-3.5-6
Salmo 95
Tito 2, 11-14
Lucas 2,1-14