Aguántate las ganas de hacer las cosas por tu hijo

 

“Como proteger sin acobardar, como sostener sin asfixiar, como ayudar sin invalidar, como estar presentes sin imponernos, como corregir sin desalentar, como guiar sin controlar, como amar y dejar en libertad” (Rosa Barocio).

Pareciera que la generación de padres de familia que está surgiendo en estos tiempos es una generación con tendencia a sobreproteger; pareciera que el niño se ha convertido en el centro de atención, todo gira en torno a él y sus necesidades. Ante esta realidad surge la pregunta, ¿qué lleva a los papás a asumir esta forma de educar?

La explicación está en los modelos de crianza familiar, o en los estilos de disciplina, como los llama Rosa Barocio, quien describe tres modelos: educación autoritaria, educación consciente y educación permisiva. La generación de padres actual viene de una educación autoritaria, en la cual el padre de familia asumía una actitud que no se cuestionaba y, por lo tanto, era represiva.

Por tal situación los padres de ahora no quieren repetir ese mismo comportamiento; sin embargo, se van al otro extremo, a la educación permisiva, en la cual el padre carece de autoridad, o como lo expresa la misma Barocio,  se convierte en “el padre malvavisco”, fácil de manejar y controlar por el hijo.

¿Qué es la sobreprotección?

Es hacer por el hijo lo que él puede hacer por sí mismo; es allanarle el camino para que lo transite cómodamente, facilitarle las situaciones y negarle la oportunidad de aprender de sus errores, para que no se dé cuenta de las consecuencias de sus actos y de su potencial.

La sobreprotección, sin embargo, es vista desde dos formas, así lo expresa Martha Alicia Chávez: el hijo tirano dictador y el hijo débil dependiente; en la primera, el hijo suele querer tener el poder sobre los demás, mandar, exigir que se haga lo que él quiere y ordena; por el contrario, el hijo débil dependiente suele tener una actitud más insegura y, por lo general, los padres tienden a resolverle sus problemas para facilitarle las cosas. También suele manipular, puesto que encara esta actitud muy cómodamente y la utiliza para obtener lo que quiere, para no hacer los cosas por sí mismo.

Es importante mencionar que los padres de familia no reconocen con facilidad que están sobreprotegiendo; para ellos se trata de la forma correcta y necesaria de educar, y no se dan cuenta que al sobreproteger están invalidando a su hijo, le están enviando el mensaje de “tú no puedes, yo lo hago por ti”.

Hay otras situaciones que también nos llevan a sobreproteger; puede ser la culpa, porque no se pasa suficiente tiempo con él, porque hay problemas de pareja y para no sentirse mal, el padre o la madre tiende a cumplirle todos sus caprichos, para tener el control de su hijo, y no aceptar los cambios que se van presentando a lo largo de su vida.

 

Medidas ante la sobreprotección

Para tratar este problema educacional, como padre de familia trabaja en la prevención y el análisis de ti mismo:

1. Conoce tu propia historia familiar, analiza cómo te educaron tus padres, cuáles fueron los valores que te inculcaron. Pregúntate, ¿solían hacer las cosas por ti?, ¿dejaban que aprendieras de tus errores?

2. Conócete: cuáles son tus sentimientos con respecto a tu hijo, te sientes culpable a veces, sueles complacerlo en todo, te cuesta trabajo manejar los berrinches y cedes fácilmente.

3. Comienza a educar conscientemente, utiliza la disciplina, establece tus límites y consecuencias en casa, permítele vivir las consecuencias de sus actos, hazlos partícipes de las labores del hogar.

 

Cuando ya has detectado en casa a un hijo sobreprotegido tienes que cambiar muchos hábitos que antes solías hacer con él, escribir en una hoja de papel, por ejemplo, “a partir de ahora dejaré de hacer (aquí describes la acción) por mi hijo, dejaré que él solo aprenda por sí mismo”; este mensaje puedes llevarlo contigo. Es importante también que le hables de sus recursos; es decir, sus cualidades y sus habilidades, eso refuerza su autoestima. Nunca olvides amar con todas tus fuerzas a tu hijo, y aguantarte las ganas de hacer las cosas por él.

 

 

 Belén Solís Guerrero

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Comentarios al autor: (psicbel86@hotmail.com)

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