¿Quieres ser exitoso? El Papa Francisco te dice cómo.

Todos queremos tener éxito en la vida, pero en muchas ocasiones nos confundimos y queremos tener el éxito de otros, dejando pasar ante nuestra mirada los momentos bellos y las alegrías que adornan nuestra existencia. También llegamos a perder nuestro propio éxito a causa de los problemas y sufrimientos que se nos presentan, y hasta por los errores que hemos cometido, haciendo que nos olvidemos de nuestros sueños y creamos que estamos destinados a padecer esa realidad y a no ser exitosos.

Durante una homilía el Papa Francisco recordó: Jesús es el Cordero que quita el pecado del mundo. Uno puede pensar: ¿Cómo puede un cordero débil quitar todos los pecados, tantos males? Con amor. Con suavidad. Jesús nunca ha dejado de ser un cordero: suave, amable, lleno de amor, cerca de los pequeños, cerca de los pobres. Ha tenido la fuerza necesaria para tomar sobre sí todos nuestros pecados.

Muchas veces, cuando miramos nuestra conciencia, encontramos algunos que son grandes. Pero Él los carga. Él ha venido para esto: para perdonar, para dar paz al mundo, pero en primer lugar al corazón. Tal vez alguno de nosotros tiene un dolor en su corazón, tal vez tiene un corazón oscuro, tal vez se sienta un poco triste por una falla. Él ha venido a quitar todo esto, Él nos da la paz, perdona todo.

Muchas veces confiamos en un médico: está bien hacerlo, porque el médico está allí para curar; tenemos confianza en una persona: hermanos, hermanas, que nos pueden ayudar. Está bien tener esta confianza humana entre nosotros. Pero nos olvidamos de la confianza en el Señor: ésta es la clave del éxito en la vida. ¡La confianza en el Señor! Es una apuesta que tenemos que hacer: confiar en Él, porque Jesús nunca decepciona.

La Palabra de Dios, en el salmo 37, versículos del 3 al 7 dice: Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite y Él colmará los deseos de tu corazón.

            Nuestro éxito, no está en renunciar a nuestros planes porque parezcan simples, sino en poner siempre a Dios en medio de ellos. No hay metas grandes o pequeñas, ni es tampoco, tarde para cumplirlas; no dejes de soñar ni te olvides de amar con total entrega porque en aquello que anhela tu corazón está tu felicidad y en dar todo de ti, tu gran éxito.

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