Mundo digital

En busca de la cultura del encuentro

 

El Nuncio Apostólico en México, Mons. Christophe Pierre, participó en el 22 encuentro nacional de la Pastoral de la Comunicación llevado a cabo en Acapulco, Guerrero, retomando el mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales dado por el Papa Francisco a los asistentes: “Desde la contemplación del mundo, que cada vez se hace más pequeño por las tecnologías digitales, el Papa Francisco nos invita a reflexionar en el papel que particularmente los comunicadores están llamados a asumir responsablemente en la sociedad, exhortándolos a orientar los medios de comunicación social en la dirección que ayude a superar las enormes fracturas y desigualdades sociales, y a derribar los muros que los hombres hemos levantado entre nosotros. Nos invita, por lo tanto, a promover una cultura de encuentro, diálogo y escucha de los otros”.

Comunicación que cambia relaciones

Es innegable que la aparición de nuevas tecnologías de la información y de la comunicación está transformando toda forma de relación humana: ahora conocemos a más gente por internet que en los encuentros cotidianos, y cada día surgen nuevas posibilidades de comunicación a una velocidad vertiginosa, que van configurando nuestra cultura de manera constante y novedosa.

Las perspectivas señalan que este cambio cultural no ha terminado y que seguirán produciéndose nuevas herramientas que irán modificando y reconfigurando, cada día, la manera de vivir de las personas. Por ello, la nueva cultura exige y exigirá un cambio permanente y una adaptación constante.

 

Mejor comunicados, y ¿más lejos?

 

Nos encontramos más conectados e interdependientes. Y, sin embargo, esta comunicación global no es suficiente para superar las múltiples divisiones que se afrontan hoy. El mundo, unido por las redes, vive la paradoja de la división. Las redes nos unen y vinculan, pero, precisamente por ello, deberían impulsarnos a adquirir la visión de un mundo diferente del que tenemos delante. Para lograrlo, sería necesario que entre las personas prevaleciera la cultura del don; que fuera ella –la cultura del don– el centro hacia el cual los intercambios lograran converger en una red en la que la compartición de los recursos resultara siempre fácil y espontánea. Los medios de comunicación –también los digitales– pueden ayudarnos a advertir el sentido de solidaridad y el deseo de luchar por los derechos y valores humanos, despertando nuestra conciencia contra la lógica del “descarte”.

 

Riesgos y oportunidades de la tecnología

Entre los riesgos está el aislamiento de las personas, el individualismo, el ofuscamiento en el mundo digital y la consiguiente desatención del mundo real y el olvido de la caridad. En el ámbito familiar se viven desfases entre los hijos, nativos digitales, expertos conocedores de las nuevas tecnologías y los padres que viven o en la incomprensible indiferencia o en un continuo esfuerzo de adaptación.

Mientras las sociedades tienen al alcance de sus pantallas los conocimientos que la humanidad ha ido atesorando a lo largo de los siglos, las dinámicas de pensamiento encuentran nuevos cauces de difusión que permiten consolidar opiniones más formadas e intercambios de pareceres que mueven a la reflexión y generan movimientos sociales de participación. La sociedad civil se hace más consciente de su protagonismo e interactúa con los gobiernos y las instituciones para dinamizar la vida pública.

 

Testimonio y diálogo del comunicador cristiano

Nos encontramos ante un desafío que requiere coherencia y valentía: testimonio y disponibilidad para el encuentro también concretizado en el diálogo con el “otro”.

Testimonio: porque cuando la palabra y la vida están en sintonía profunda porque el corazón se ha dejado tocar y transformar por el encuentro, el comunicador es digno de crédito. “Solo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de referencia.

Dialogar: porque el ser humano se expresa sobre todo mediante la capacidad de comunicar. En la comunicación y a través de ella es posible encontrar a las personas, manifestar lo que somos, lo que pensamos, creemos y anhelamos y, quizá lo más importante, aprendemos a conocer a las personas con quienes vivimos. Una comunicación semejante requiere no solo honestidad, sino también respeto recíproco y esfuerzo por aprender los unos de los otros; exige capacidad para dialogar respetuosamente con las verdades de los otros.

 

Formarnos en la cultura del encuentro

La invitación del Papa Francisco nos motiva a trabajar para que la nueva cultura digital se transforme en cultura del encuentro. Un programa en el que el servicio de los comunicadores es obviamente fundamental. Son ellos, en efecto, quienes con una formación adecuada, un conocimiento profundo de la realidad social y una capacidad de discernimiento, fruto de la experiencia, pueden contribuir al advenimiento de esa cultura del encuentro.

 

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