Trabajo noble y desinteresado

30 años de servicio de las Hijas del Espíritu Santo

 

En el Seminario de Tepic un gran ciclo se cierra. Y es oportunidad para reflexionar sobre esta bella experiencia que termina y los frutos que nos deja. Es ocasión de reconocer las huellas de Dios en este encuentro en el que una congregación religiosa y el Seminario Diocesano de Tepic compartieron la vida desde 1985.

Hace exactamente 30 años, por iniciativa del entonces Rector del Seminario, Pbro. Carlos Aguiar Retes (actual Arzobispo de Tlalnepantla), llegaron las Hijas del Espíritu Santo a las instalaciones de nuestro Seminario recién inaugurado en su nueva casa en Santa María del Oro, Nayarit. Cinco años después, ya ubicado el Seminario Menor en Mascota, Jalisco ellas se trasladaron a ese lugar. El objetivo de esta experiencia –pionera en el país–, era que colaboraran en la formación de los futuros sacerdotes y, que con su presencia y carisma, acompañaran a los jóvenes seminaristas brindándoles herramientas de oración, silencio, catequesis, lectura y redacción, y de manera especial, ayudándoles a relacionarse mejor con la mujer.

 

Es una gracia promover las vocaciones sacerdotales

María Concepción de la Rosa Medellín, mejor conocida por los seminaristas como la Madre Conchita, fue la primera Hija del Espíritu Santo en colaborar con nuestro Seminario hace tres décadas. El Espíritu Santo la trajo de nuevo a nuestra diócesis en 2004 y los prodigiosos caminos de Dios le permitieron estar también ahora, al final de esta bella experiencia, en la que precisamente en este año de cierre, todos los grupos académicos del Seminario –desde los más pequeños hasta los de cuarto de Teología– estuvimos con ella, en la formación.

Al cerrar este ciclo, también la hermana Laura Elena Ramírez Gómez nos acompañó con su ejemplo y presencia: “Mi experiencia como Hija del Espíritu Santo, a través de mi labor en el Seminario, la hice desde una actitud de agradecimiento al Señor por mi vocación y considero una gracia el haber recibido, en varias ocasiones, el envío a promover las vocaciones sacerdotales en el trabajo de formación y acompañamiento”.

El matiz femenino en el Seminario

Al platicar con la hermana Laura sobre el significado que tuvo en su vida colaborar en nuestra formación, dijo: “Contribuir, con el matiz femenino, a la formación de los futuros sacerdotes, fue para mí una bendición porque me identifiqué más con el carisma y la misión propia de la congregación a la que pertenezco, y también porque fui complementada por los sacerdotes y seminaristas. Maduró mi experiencia de Dios y la fe vivida en este caminar vigorizó mi entrega y mi trabajo por la construcción del Reino”.

Fue una experiencia sin igual. Su papel en el Seminario requirió trabajar en equipo con los sacerdotes formadores, implicó comunión y apertura, donde ellas incidieron como mujeres consagradas en la gestación de un nuevo Sacerdocio.

 

Un desafío importante y bien llevado

El servicio de las Hijas del Espíritu Santo en los seminarios representa un verdadero reto. Para la hermana Laura, “no es fácil responder a este desafío, ya que vivimos tiempos de transformación y esto nos sitúa en un momento particular. Hay que caminar lo que no está andado, evaluar a fin de concretizar las formas y posibles estructuras que orienten y den unidad a este trabajo, ya que las situaciones de cada lugar son únicas, son diferentes. Sin embargo, agradezco profundamente al Señor que, a través de este servicio, me haya regalado relacionarme con tantas personas, reconocer que mi historia se entrelaza con la de otros y otras, que nos nutrimos en reciprocidad”.

En treinta años son muchas las Hijas del Espíritu Santo que compartieron su vida y servicio con nosotros y son también muchas las generaciones de sacerdotes que se formaron en los primeros años del Seminario, acompañados por ellas. Reconociendo su labor, su entrega y dedicación, su ejemplo y alegría, no queda más que agradecer al mismo Espíritu de Dios por tan grande regalo, por permitirnos coincidir y aprender; y gracias también a ellas, por consagrar su vida entera para los futuros sacerdotes.

 

“Ustedes han resuelto consagrar su vida, hasta el último suspiro, a formar futuros sacerdotes, a imitación de Jesús”: Félix de Jesús Rougier, cofundador de las Hijas del Espíritu Santo.

 

Medios de Comunicación / Seminario Diocesano de Tepic

 

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