Todos podemos llegar a envidiar

De la envidia a la admiración

 

 

Voy a compartir algo personal: por lo común llevo una buena relación con la mayoría de las personas que conozco, ya sea en lo laboral o social. No tengo ningún problema en expresar mis ideas y en sentir esa confianza cuando me dirijo a alguien; sin embargo, hay personas o cierto tipo de personalidades que provocan en mí cierto grado de intimidación, o como lo expreso en otras palabras, no me siento en confianza de ser y expresarme como soy.

 

Antes de continuar, quiero aclarar que soy de profesión psicóloga, y me dedico a la atención y prevención de los problemas mentales o del comportamiento.Muchas personas creen que por realizar ese trabajo, uno como persona es inmune a este tipo de problemas con respecto a la salud mental, o piensan que uno no puede sentirse con miedo, vulnerable o intimidado, así como me estuve sintiendo hace días. Les recuerdo que uno tiene el compromiso de estar trabajando consigo mismo siempre y en todo momento; al menos, procuro hacerlo.

 

Conforme fui analizando mis emociones, me di cuenta que lo que yo sentía hacia esa persona era envidia. La envidia tiene muchos matices: celos, sentir que esa otra persona es mejor que uno, o que estás compitiendo con ella, y eso solo refleja en inseguridades y una baja autoestima en la persona que lo experimenta.

 

Lo que se desea y no se posee

La envidia, por lo tanto, es un sentimiento de tristeza o enojo (emociones que se pueden presentar al mismo tiempo), por la persona que no tiene o desearía tener para sí algo que la otra posee. O en otras palabras, es el deseo de algo que no posee. Es así de simple definirla; sin embargo, sentirla no es nada grato.En algún momento de la vida se puede llegar a experimentar, sobretodo cuando se es niño, en situaciones en las que llega un hermano a casa o cuando vemos que algún amigo tiene un juguete nuevo que no tenemos.

La envidia en sí no es un trastorno mental o un problema de comportamiento, pero es un sentimiento que si permites que se anide en tu corazón, puede llevarte a la amargura o, en el peor de los casos, a la depresión, puesto que la tristeza y el enojo están presentes.

Cuando comencé a trabajar en mis propios sentimientos hacia esa persona que en un principio describí como intimidante, me di cuenta de que lo que sentía eraenvidia; me sentí mal conmigo misma por sentirla, avergonzada, pero también comprendí que podía trabajar sobre ella y sacar lo mejor la situación. Descubrí entonces que la envidia se puede transformar, es decir, en lugar de envidiar es mejor aprender de esa persona aquello que le envidias; en mi caso no le envidié objetos materiales, sino cualidades: es una persona líder, tiene mucho conocimiento en su área y humildad para compartirlo con los demás. Cuando cambias este sentimiento malsano por uno más positivo como la admiración o el desear aprender, la envidia desaparece.

 

La autoestima a examen

Otro aspecto importante a ver, es analizar cómo está tu autoestima, voltear a verte a ti mismo, ver y valorar tus logros, lo que has realizado; no es nada grato ver siempre lo que hacen los demás, y sobretodo es importante dejar de competir con los demás, ¡no te compares! No necesitas hacerlo, porque no hay un punto de comparación. Cada persona es diferente a ti, con diversas experiencias, y cada uno es bueno en una área y peor en otra; cada persona necesita aprender de otro, y tú también enseñarás a alguien más, por lo tanto, envidiar y alimentar ese sentimiento es una pérdida de tiempo que solo te conducirá a la amargura, comenzarás a alejarte y a sumirte en tus propios sentimientos malsanos.

Es tu decisión si quieres seguir envidiando o aprendiendo de esa persona.Yo decidí lo segundo y esa decisión no solo me ha dado paz, sino también humildad.

 

Ps. Belén Solís Guerrero

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Comentarios a la autora:  (psicbel86@hotmail.com)

 

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