Todo para todos: somos comunidad

En la vida diaria las personas experimentan también de manera concreta los avances de la ciencia y la tecnología. Nos sorprende la creatividad humana y sus esfuerzos por hacer más llevadera la existencia cada día. Se han abierto grandes posibilidades para el desarrollo de la persona y de las comunidades en campos como la salud, la educación y las comunicaciones. No obstante, estos grandes avances de la humanidad no llegan de forma regular a muchos hermanos que no pueden disfrutar de sus beneficios, quedándose al margen y a la espera de ellos.

Nos encontramos en un proceso de transformación profundo, pero en el fondo de este cambio, se está evaporando la concepción integral del ser humano y va surgiendo con gran fuerza una sobrevaloración del individuo por encima de la colectividad, es decir, un individualismo que debilita y rompe los vínculos comunitarios, olvidando la construcción del bien común y abriendo camino a la satisfacción inmediata de los deseos del individuo.

En esta nueva cultura, la imagen se sobrepone al contenido, el tener se sobrepone al ser, lo inmediato pasa por alto los procesos, y se establece lo superficial, lo rápido y lo provisorio; elementos que son parte de este panorama que ahora vivimos.

Como católicos, ahora con especial motivo de la celebración de la Pascua del Señor en el año 2033, vayamos contra corriente y hagamos permanecer los valores fundamentales que guían y fortalecen la vida de comunidad, ofreciendo frutos de bienestar y esperanza para todos y devolvámosle el verdadero valor a aquello que es esencial y que perdura para siempre.

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