La verdad es que odio el mes de agosto, porque hay que regresar a clases después de las vacaciones, que no importa si duran un mes, mes y medio o dos meses, la verdad es que saben a gloria. Sin embargo, todo lo bueno algún día tiene que terminar, y el periodo vacacional (desafortunadamente) no es la excepción. No sé si les pase lo que a mí, pero desde que veo en el calendario que es 1 de agosto me mentalizo para volver a clases, y a ese periodo lo denomino “etapa de aceptación”, donde poco a poco acepto que mis días de descanso se están acabando. Aunque no todo es tan malo en el regreso a clases, ya que si bien se vuelve a una rutina marcada en el día a día, muchas cosas buenas llegan en el paquete, incluido el regreso a las aulas.
Permanecer activos en vacaciones
Durante las vacaciones tendemos a ser muy poco productivos. Decimos que haremos mil cosas y terminamos no haciendo nada de lo planeado, solo lo necesario para estar bien. Por eso el regreso a clases es una muy buena oportunidad para aumentar nuestra productividad en la vida diaria. Desde hacer nuestras tareas a tiempo, ayudar con las labores del hogar y adelantar trabajos pospuestos. En fin, hay mil y un cosas que se pueden hacer.
Como ya mencioné, el regreso a clases nos “despierta” del modo de flojera vacacional, pero ojo, eso solo pasa si tú así lo deseas. ¿Qué quiero decir con esto? Que tenemos que afrontar la realidad de una buena manera, ir totalmente dispuestos a seguir con la escuela y así comenzar con nuestras actividades. Conozco personas que saben que regresaron a clases y están en cuerpo, pero su mente llega hasta dos o tres semanas después, y eso es tiempo perdido. El tiempo es oro, por ello en cuanto volvemos a las aulas nos tiene que “caer el veinte” de que no hay marcha atrás y que tenemos que sacar lo mejor de ello.
“Al mal tiempo buena cara”
Sé que la mayoría del tiempo nos la pasamos quejándonos de todo lo que tiene que ver con la escuela: que los maestros no llegan o no enseñan nada, que el levanto es muy temprano, que la comida es mala, que el clima, mucho calor o mucho frío. En fin, pretextos para no estudiar hay muchos, pero la realidad es una sola: tenemos que asistir con todas las ganas del mundo, ese es nuestro deber. Y sobre todo, ¡agradezcamos a Dios por estar en donde estamos! Quizá no nos dé lo que queramos (más vacaciones, por decir algo), pero siempre nos dará lo que necesitemos.
Existen hábitos que son muy buenos para nuestro desempeño escolar, con grandes resultados: el primero, sin duda, es el hacer una oración antes de salir rumbo a clases. Yo cruzo un puente antes de entrar a mi escuela (el Tecnológico de Tepic) y no hay nada que me anime más que una pequeña plática con Dios para afrontar el día. Otro hábito es el aprovechar las horas libres, ya sea avanzando tareas, leyendo algún buen libro o incluso platicando con amigos, el chiste es que esa clase libre la aproveches según tus necesidades. Y por último, más que un hábito es un consejo, ten altas expectativas, busca llegar a lo más alto posible, quizá no lo logres, pero habrás llegado muy lejos, para que cuando vuelvas a intentarlo vayas por todo.
De modo que ya sabes, “al mal tiempo, buena cara” y, sobre todo, ¡buenos hábitos! Busquemos ser productivos porque nuestro tiempo es limitado, y si regresamos a clases es porque lo necesitamos, además de que podemos sacarle cosas muy buenas a ello.
Jorge Arturo Arellano del Águila
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