“Si no es para salvar almas, no vale la pena vivir”

Misión Ad Gentes en la Orden de la Madre María Inés Teresa

 

 

Entendemos por “Misión ad gentes” la actividad misionera de la Iglesia que responde al mandato de Jesús:“Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación”(…) Y los discípulos salieron a predicar por todas partes con la ayuda del Señor…  (Mc 16, 15; 20)

 

Urge que Cristo reine

La congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento es viva expresión de la respuesta que la Madre María Inés Teresa da al Señor, un “sí” sostenido al llamado personal de amor esponsal que de Él recibiera. El Señor Jesús, que no se deja vencer en generosidad, ha hecho de esta respuesta la Familia Misionera Inesiana, cuya acción misionera aplica en países cristianos y no cristianos y colabora en la misión universal de la Iglesia.

La motivación fundamental de esta actividad misionera es la urgencia de que Cristo reine (1Cor 15,25): “¡Quisiera llevar el nombre de Dios a todos los confines de la tierra, y con él la dulce imagen de María Santísima de Guadalupe, para que ella prepare todos los corazones y en un día no lejano, sean su trono de amor y puedan ‘Cantar al Señor, y bendecir su nombre; anunciar de día en día su misericordia’”(María Inés Teresa Arias, MITA).

La frase Ad gentes en automático evoca la misión del primer anuncio, esto es en lugares y personas no cristianas. En este espacio referiremos la obra de la Madre Inés, en estas circunstancias.

 

Unir vida contemplativa y vida activa

Para revelar lo propio partimos del origen, que cualifica nuestro ser y hacer. Siendo Clarisa Sacramentaria(monja de clausura) escribe: “Cuando el alma, desde el principio, sabe actuarse de la vocación que ha abrazado:misionera secreta por la oración y el sacrificio, se entrega de lleno a esa vida sencilla, trasunto de la vida de Nazareth,  a imitación de Jesús, María y José…”  En 1945, realizada la fundación del primer monasterio, que será después nuestro instituto misionero, vuelve a expresar“Nuestra misión en tierras paganas consistirá especial­mente en la oración y el sacrificio, pues estamos perfectamente convencidas de que, si esto falta, todo lo demás se vendrá abajo. Por eso seguiremos, aun en misión, con todas nuestras prácticas de vida contemplativa” (Fundación, 2 octubre1945, I, p. 143). “Al desear ser misioneras, hemos querido unir la vida contemplativa con la activa, de manera que de la contemplación se derive nuestra acción” (Fundación, 10 diciembre 1946, I, p.203).

 

La misión: deber y derecho del cristiano

Luego se concluye que el rasgo distintivo en la misión Ad gentes, en primer plano, es la santificación del misionero en la entrega total a la contemplación y la misión, tal cual lo pide la Iglesia, de manera particular hoy: ser discípulos misioneros. (Cfr. Documento de Aparecida, n. 220). La Madre Inés nos aclara de qué se trata: “Esto, ser misioneros, es nuestro más caro derecho, nuestra más dulce obligación y nuestro más sagrado deber. Deber y derecho que no debemos olvidar en ningún momento de nuestra vida. Ser misioneros… ¿Cómo?… ¡hasta dar la vida si es necesario!… ¿Dónde?… ¡en todas partes!… ¿Cuándo?… ¡siem­pre!… ¿Medida?… la obediencia. Sí hijos, misioneros… en el sacrificio, en el dolor, en el sufrimiento, hasta la muerte… Pero también en la alegría, en nuestra diaria Eucaristía, en nuestra oración, en nuestra adoración, en nuestro diario apostolado, en cualquier clase de trabajo, mientras dormimos y mientras comemos, mientras descansamos y mientras respiramos, mientras se consume nuestra vida minuto a minuto y en cada latido de nuestro corazón. Siempre, hijos, siempre; nuestro espíritu misionero debe ser universal, debe abarcar a todos los pueblos, razas y naciones, debe abarcar el mundo, no deben existir fronteras de ninguna especie” (Circulares, 10 marzo 1977, II, p.5702).

Hemos de reconocer que la Madre Inés fue una misionera incansable, que junto con el envío de misioneras trabajó incesantemente, de diferentes maneras, para ayudar materialmente al sostenimiento y construcción de sus misiones.

 

Hna. Ma. Isabel Orozco Lugo / Misionera Clarisa

 

 

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