No es noticia que la Iglesia Católica sea la más atacada de todas las religiones, pero resulta triste que los ataques provengan de los católicos que la forman, ignorando que se están autocriticando.
Estos ataques han incrementado a últimas fechas, y buscan cualquier pretexto para criticar a la Iglesia amada. Recientemente se pudo ver una imagen, donde se leía que los cristianos (en general) no hacíamos nada contra la pobreza, el hambre, la corrupción y la violencia, pero bien que nos uníamos para alzar la voz defendiendo nuestra creencia en contra del “matrimonio” homosexual. Obviamente, como católica, esto indigna. Yo soy católica, como muchos y cuando una causa me parece justa, lucho por ella, empezando con informarme sobre lo que pasa y después apoyándome de los recursos necesarios para ayudar. Nunca movida por un impulso.
¿La Iglesia, de verdad hace algo?
¿En verdad le da más importancia al tema del “matrimonio” homosexual que a otros temas? A mi parecer, la respuesta es sí. Y es un sí, no por culpa de nuestros líderes, sino por culpa nuestra, que preferimos hablar y criticar de lo malo que hacen los demás, pero que somos muy malos para investigar y actuar. Nos olvidamos que Iglesia también somos nosotros, no nada más los religiosos, religiosas, sacerdotes y el Papa. Desde el bautizo tú también formas parte de esta gran familia y por tanto, cuando dices “la Iglesia no hace nada”, estás diciendo que tú no haces nada.
Lo anterior se deriva de dos grandes problemas: el primero, es no tener sentido de pertenencia y por ende no nos interesa lo que nos dice y sugiere la Iglesia con los distintos documentos que sostienen nuestra fe. Nos sentimos enajenados de todo lo que pasa en el interior y no buscamos informarnos ni formarnos en la fe. Creemos que todo lo que está pasando no nos incumbe. Esperamos una invitación especial para comenzar a actuar y, muchas veces, cuando llega, lo único que hacemos es criticar los medios usados, o a las personas que encabezan tal acción. El segundo problema es la ignorancia. Hasta este momento estamos con la idea de que “no se hace nada”, pero la realidad es otra: hay muchas organizaciones religiosas que tratan de paliar y resolver innumerables problemas que aquejan a la sociedad. ¿Por qué no nos sumamos? O si no conoces a alguna, ¿por qué no investigas o formas una?
Empecemos a actuar amando
Es muy fácil dejarnos guiar por lo que dicen las demás personas y por no estar enterados nos convencen con lo primero que dicen. ¿Por qué no investigamos sobre el tema?, ¿qué opina la Iglesia al respecto’ Hay que orar por lo que está pasando y, guiados por el Espíritu, actuar de la mejor manera para buscar la solución del problema.
“A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”, dijo la madre Teresa de Calcuta. Para acabar con muchos de los problemas sociales se necesita empezar con un cambio individual.
Jesús siempre nos enseñó a amar a los demás, a ayudar a los pobres y enfermos, a ser como niños y a aceptar a todos y cada uno como hermanos. Pensemos bien las cosas antes de decirlas y fundamentemos bien nuestros argumentos, no en el conocimiento, sino en el amor. Dejemos de criticar y empecemos a amar actuando, y a actuar amando.
Eneri Camacho |Kerigma Radio
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