Presentación del libro “Servidor fiel”

Cardenal Adolfo Suárez Rivera

 

El Obispo de la Diócesis de Mazatlán, Mario Espinoza Contreras presentó el libro Servidor fiel, Cardenal Adolfo Suárez Rivera, de la autoría del doctor Pbro. Manuel Olimón Nolasco: “Es un gozo y una alegría que el Padre Manuel Olimón Nolasco haya laboriosamente escrito sobre don Adolfo Antonio Suárez Rivera un libro amplio y extenso sobre la personalidad y aspectos relevantes del recorrido humano, sacerdotal y episcopal de su eminencia”.

 

No es una biografía

“Presenta a Mons. Suárez inserto y activo en el contexto mundial y nacional, en el camino de la Iglesia en el mundo contemporáneo especialmente en relación con el Vaticano II…Para comprender la personalidad rica del Cardenal Suárez, entretejiéndolo con los autores y complejidades del siglo XX. De esta forma el libro es un acervo rico para la historia de la Iglesia en México. No se dice todo acerca de don Adolfo, están sus pasos en la realidad eclesial, nacional e internacional”, aclara Mons. Espinoza.

“En los primeros capítulos son valiosas las transcripciones de lo que el propio señor Suárez Rivera escribió de su infancia y juventud: sus afectos más interiorizados, una especie de acción de gracias a sus padres, hermanos, sacerdotes, obispos de Chiapas, que lo valoraron y le facilitaron los mejores caminos para su formación integral en San Cristóbal, Xalapa, Montezuma y Roma”.

 

Hacer vida el Concilio Vaticano II

Como obispo Suárez Rivera se esforzó con lucidez en dar su aporte eficiente para que en las iglesias particulares en las que sirvió se dimensionaran las luchas y directrices del Vaticano II, con la Evangelii nuntiandi y Puebla.Trató de que se renovaran de cara a un mejor ministerio en el mundo contemporáneo; insistió en que las curias diocesanas fueran el rostro amable y ejemplar de las iglesias locales; propició la fraternidad sacerdotal, el sentido eclesial de las religiosas, la evangelización del laicado para que fuera más maduro y participativo y una formación integral, decidida y sincera en los seminaristas.

 

Levantar la voz con valor

En 1978, ante la propuesta de despenalizar y legalizar el aborto provocado y el control natal, la CEM –con el aporte del señor Suárez– asumió una actitud lúcida al elaborar un documento que no fuera solo defensivo ante la posibilidad de un cambio legal, sino propositivo en cuanto el sentido cristiano de la vida humana y que constituyera un punto de arranque para la formación de la conciencia, en tan delicadas materias. Se acordó que no fuera un documento nacional, sino que lo hicieran por regiones pastorales.

Mons. Suárez Rivera fue protagonista activo y calificado con aportes significativos en el laborioso y progresivo itinerario en orden al reconocimiento jurídico de la Iglesia en México, y la normalización de las relaciones Iglesia–Estado.

El Padre Olimón presenta ampliamente el camino y desarrollo hacia una nueva realidad jurídica de la Iglesia en México, que se inicia con la orientación de Juan Pablo II, en su primera visita a nuestro país, donde en su encuentro con los señores obispos les señaló que la situación jurídica de la Iglesia entre nosotros, era anómala, más eficiente en México que en Polonia, que la mexicana era más Iglesia del silencio.

 

Hombre inspirado en Cristo

El autor del libro no ha tratado de rendir culto a una personalidad, lo cual es en definitiva denigrante, sino presentar lo que fue una vida normal y entregada, y reconocer en ella al hombre que inspirado en Cristo vivió su lema y divisa: “Al servicio de mis hermanos”. Cumplió la promesa pública que hizo en las vísperas de su Ordenación Episcopal, asumiendo como propia la expresión del apóstol Pablo: “Me gastaré y me desgastaré al servicio de mis hermanos” (2Cor 12,15).

Don Adolfo, al término de una de sus experiencias episcopales escribía: “Me he esforzado por ejercer mi cargo de obispo no como quien domina, sino como quien sirve, en la dimensión del Buen Pastor. Pero consciente de mi pobreza humana, temo no haber siempre acertado… Tengo la conciencia de haber amado en Cristo a todos ustedes. Ojalá que hayan tenido esa impresión. De no ser así les pido humildemente me perdonen”.

Gracias, Padre Manuel Olimón Nolasco por regalarnos por escrito, rasgos, gestos, palabras y actitudes de una persona que se esforzó por ser servidor fiel, y de quien esperamos que goce la plenitud de su ser, junto al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, nuestro Dios, a quien trató de amar y servir. Que así sea.

 

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