¿Por qué vamos al templo?

 

El sábado 21 de marzo cumplí cinco años de mi primer encuentro con Dios, mismo que, como a muchas personas, me cambió la vida por completo. Tenía 14 años y no llevaba una vida tan digna que digamos; pero desde ese día todo se transformó por competo y comencé a ver todo de manera muy distinta, ya que Dios estaba en mi corazón.

Desde ese momento comencé a ir al templo, a un grupo católico, a Misa y a cuánta actividad se organizara en la parroquia. Como todo, fui yendo de menos a más, debido a que era un tanto tímido. Hoy mis fines de semana se tratan de estar ahí, y la verdad es que me la paso más que bien. En más de una ocasión, personas me han preguntado por qué me agrada estar tanto tiempo allí. Les doy respuesta.

 

Los templos llenos de humanos

Como sabemos, Dios está con nosotros en todos los lugares y en todo momento, pero cuando pisamos un templo sentimos su presencia de inmediato. En el momento en que entramos al templo nos llenamos de su presencia, la sentimos, la tocamos y, con ello, nos llega también una paz interna, que solamente Él nos puede ofrecer. Más aún, cuando, por ejemplo, oramos allí, es totalmente distinto porque Dios está a nuestro lado.

Muchas personas tienen la idea de que el estar en un templo significa estar solamente con personas que no pecan, “santos” que invierten todo su tiempo solamente en estar allí, y ya. Eso es un error grande que la gente comete una y otra vez. Los templos están llenos de seres humanos. Y esas personas (como todas) cometemos errores una y otra vez, y por ello es que van al templo, a hablar con Dios y pedirle perdón por aquellas veces que nos dejamos llevar por nuestros instintos, que nos olvidamos de Él por unos cuantos minutos, que solamente pensamos en nosotros y le fallamos.

Los templos fueron hechos para que la gente fuera a no sentirse sola, para que todos los que en algún momento nos hemos alejado de Dios nos sintamos llenos de su presencia por medio de una simple oración, de la Eucaristía, de una Hora Santa o de alguna otra actividad evangélica; con ello nos sentimos mejor y podemos continuar gracias al perdón de Dios. La Iglesia está formada de pecadores que quieren salvarse, encontrar a Dios en su vida y poder mejorar.

Un lugar lleno de Dios y hermanos

Otra de las razones por las cuales cualquier joven debería de ir a un templo es porque siempre termina siendo él mismo. No te la pasas pretendiendo ser alguien que no eres, no finges ser alguien que no eres, ni finges tampoco tener gustos que no tienes. En un templo te querrán por quien eres, no por quien dices ser. Te puedo asegurar que ahí encontrarás amigos de verdad, amigos que les alegra verte y que, además, comparten ese amor por Dios tan grande. Antes de ir de manera asidua al templo, yo me consideraba una persona bastante retraída, que temía lo que las personas pudieran decir de mí, pero al entrar en la iglesia te das cuenta de que todos los allí presentes son una familia, que te aceptan y te quieren por cómo eres. Con todo y defectos, dentro del templo he encontrado a mi segunda familia, a personas y amigos con quienes quiero pasar el resto de mi vida, con las que me siento cómodo estar y hablar de cualquier tema.

En resumen, ¿por qué tenemos que ir al templo? Porque es un lugar lleno de Dios, de amor, de sencillez y de paz. Porque estando allí estamos aún más cerca de Dios, haciendo cosas que a él le agradan, que son fructíferas para todos y porque conocemos personas que de verdad valen la pena. A los templos se va, en fin, porque Dios nos quiere ver allí.

 

Jorge Arturo Arellano del Águila

———-

Comentarios al autor: (jorch1910@gmail.com)

 

Facebook Comments Box

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *