Muchas veces he escuchado que el hacer propósitos de año nuevo es una pérdida de tiempo. Y la verdad es que tienen razón. Prácticamente todos los que realizamos algún propósito durante el fin de año, pasadas tres semanas lo olvidamos. Sin embargo,en este artículo examinaremos por qué este tipo de propósitos sí sirven en nuestro andar.
¿Qué es un propósito?
Primeramente, definamos qué es un propósito y para qué se realizan. Un propósito es aquel logro o cosa que queremos alcanzar en un determinado tiempo: bajar de peso, leer algunos libros, aprender a tocar un instrumento, entre otras cosas, son los típicos propósitos. Pero,¿para qué lo hacemos? ¿En qué nos beneficia? Según mi experiencia y algunas pláticas con amigos cercanos, nos proponemos cosas para tener una meta fija, y que todo lo que realicemos sea en pro de algo, es decir, sirve como una manera de evaluación de nosotros mismos con respecto a esa meta. Normalmente las personas necesitan tener este tipo de metas o propósitos para sentirse comprometidos a hacer algo. ¿Y cuánto dura ese compromiso?
Cuando hablaba con mis amigos acerca de propósitos que ellos se habían hecho para este 2014, surgieron algunas risas de lo ridículo que para ellos era recordar eso. Todos coincidimos en que en febrero o marzo estos se olvidan por completo; ante esto, dije que la llegada de un año nuevo nos puede ayudar a arreglar todos los vicios y errores que tengamos.
Evaluar la propia vida
Como sabemos, diciembre es tiempo de Adviento.Esta espera para la venida del Niño Jesús dura cuatro semanas, hasta llegar al 24 del mes. Es este mismo tiempo el que nos ayuda a reflexionar sobre las cosas y replantear otras. ¿Qué está mal conmigo?, ¿qué es lo que quiero cambiar?, ¿qué me impide ser la persona que yo quiero? Todo esto hay que evaluarlo, y el Adviento es un tiempo perfecto para hacerlo. Yo utilizo mucho este último mes del año para eso. Diciembre es un mes de paz y de amor, y esa misma paz podemos utilizarla para auto-evaluarnos. Este tipo de acciones, por más pequeñas que sean, contribuyen a nuestro crecimiento espiritual para llegar a ser mejores personas.
Quizá ahora mismo tú digas, “Sí quiero proponerme una meta, pero ¿cuál o cuáles puedo elegir?”. En primera, debes de proponerte algo totalmente factible; está claro que se vale soñar, pero no vamos a ponernos cosas totalmente imposibles, recordemos que todo llega a su tiempo. Una vez entendido eso, ahora es necesario la auto-evaluación mencionada: qué puede mejorar en ti, qué cosas agregarías o quitarías en tu persona, recordando que los propósitos se realizan para tu bien y el de los demás. Por ejemplo, puedes proponerte ser más servicial con los demás y, a la vez, más responsable contigo mismo, todo dependiendo del enfoque que le des. En fin, hay una infinidad de cosas que podemos proponernos, pero sin duda alguna, como jóvenes católicos, hay una en especial que siempre debe estar en nuestra lista: el ser cada día más ejemplo de vida y, por consiguiente, aprender de nuestro Señor Jesucristo, el Maestro de maestros.
Ser mejores personas
Con todo esto, estoy seguro de que no será un desperdicio de tiempo para ti este año nuevo, así que con tu familia llega a las 23:59 del 31 de diciembre, independientemente de si comes o no doce uvas, considera 2015 como un año nuevo en ti, tanto física como espiritualmente, recordando que todo es para mejorar, en la búsqueda de ser fiel católico, obviamente.
El hacer propósitos es bueno o malo según tú lo decidas, pero sea lo que sea que te propongas, si no tienes perseverancia esas metas quedarán en el aire, y estoy seguro de que no quieres eso, de modo que hay que poner las manos a la obra, a revisarnos internamente y a hacer un “chequeo” general de nuestro interior, todo para lograr ser mejores personas.
Jorge Arturo Arellano del Águila
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