¿Por qué debo asistir a Misa los domingos?

El domingo, día del Señor, es un día que constituye el centro mismo de la vida cristiana. Es el día de la memoria adoradora y agradecida del primer día del mundo y a la vez, la prefiguración, del último día, cuando Cristo vendrá con su gloria. Tal vez te preguntes, ¿porque es un día de descanso? ó ¿porqué debemos asistir a misa?

La carta apostólica Dies Domini, expresa que para los judíos, este día de descanso es el sábado, pero los cristianos, tomando la originalidad del tiempo nuevo en Cristo, han asumido el primer día después del sábado, porque en él tuvo lugar la resurrección del Señor, por lo tanto, el día del Señor, pasa a ser el día de Cristo.

Dice la Palabra que, después de crearlo todo, Dios descansó. Pero este descanso no es una especie de inactividad, sino más bien, un gozo por la belleza de lo creado. El ser humano también es llamado a descansar en el Señor y a celebrar la nueva creación, en la intimidad filial. La institución del día del Señor contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de recreación suficiente que les permita cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa.

La Santa Madre Iglesia, manda asistir a misa todos los domingos y fiestas de guardar, salvo razones serias, como una enfermedad o situación complicada. La participación en la celebración común de la Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan mutuamente, guiados por el Espíritu Santo.

El domingo está también, tradicionalmente consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a servicios humildes para con los enfermos, los débiles y ancianos. Los cristianos deben santificar también el domingo dedicando a su familia el tiempo y los cuidados difíciles de prestar los otros días de la semana. El domingo, es un tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y de meditación, que favorecen el crecimiento de la vida interior y cristiana.

El domingo es pues, el día en el cual, más que ningún otro, el cristiano está llamado a recordar la salvación que, ofrecida en el bautismo, le hace hombre nuevo en Cristo. La asamblea dominical es un lugar privilegiado de unidad. Las familias cristianas viven una de las manifestaciones de su identidad de iglesias domésticas, cuando los padres con sus hijos participan en la única mesa de la Palabra y del Pan de vida. El domingo, es entonces, una acción de gracias y una oportunidad para disfrutar de los regalos que Dios da.

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