Hace un mes recibí una llamada telefónica de un amigo a quien aprecio, pues crecimos juntos desde la adolescencia. Me llamó para decirme que se casaría. De momento me sorprendió porque días atrás me había hablado de sus planes de seguir estudiando una especialidad –es médico– y que deseaba acrecentar sus conocimientos.
Lo felicité por la decisión que había tomado, “si quieres compartir tu vida con la persona que amas lo mejor que puede pasarte es el matrimonio”. Pero pude notar un poco de angustia en él, poco después me dijo: “Mi novia está embarazada”. Esto me sorprendió aún más, pero lo seguí felicitando, puesto que un hijo siempre es motivo de alegría, no importa la situación en que sea concebido. Me comentó que no esperaba tener un hijo en este momento, puesto que sus planes eran otros, y que estaba sorprendido del giro que habían dado las cosas en su vida: por un lado, estaba feliz, pero por el otro se sentía angustiado por tener que detener los planes que tenía en su vida profesional.
Compaginar lo personal con lo profesional
Por qué inicio con este relato, pues porque pocas veces tenemos la costumbre o la habilidad para planear nuestra vida, de aprender a proyectarnos hacia el futuro, de preguntarse uno mismo, ¿cómo me veo en diez años? Si aprendiéramos a establecer metas pequeñas hasta llegar a nuestro objetivo principal tendríamos mayor satisfacción en nuestra vida y le daríamos sentido.
Mi amigo se encontraba en esta ambivalencia de satisfacer sus planes profesionales y los personales: él deseaba casarse y formar una familia, y creo que aún lo desea, pero no lo quería en este momento; sin embargo, para que pueda disfrutar de esa parte personal tendrá que aprender primero a ser responsable de sus decisiones, porque embarazarse es una decisión y porque para llegar a eso decidió sostener relaciones íntimas con su novia. Iniciar una vida en este ámbito nos hace responsables de todo lo que implica, desde infecciones de transmisión sexual hasta un embarazo, así como del uso o no de algún método anticonceptivo. Tiene que aprender también a decirle a su parte profesional que espere un poco, que sus planes para estudiar tendrán que detenerse, y reanudarse después.
Por eso es bueno visualizarse a futuro en las diferentes áreas: personal, laboral, familiar, de pareja, y en esto último preguntarte con quién lo harás, a quién elegirás, y de quién te tendrás que alejar porque no es la persona idónea para vivir juntos. La idea es compaginar tu parte profesional y tu parte personal, y aprender a negociarlas, puesto que hay cosas que quizás sean más urgentes y necesarias realizar en ese momento.
Imponderables en la vida
Existen situaciones en la vida que te obligan a parar tus planes personales o simplemente el curso de tu vida; por ejemplo, la enfermedad de un hijo, o la de un padre, que tienes que cuidar y hacerte cargo, esto te lleva a vivir un duelo, puesto que pierdes algunas cosas de tu vida personal, como el tiempo para realizar tus actividades favoritas; y puedes llegar a sentir un poco de frustración y culpa por pensar así. Sin embargo, la mejor manera de canalizar tus emociones es siendo consciente de ellas, para después negociar contigo mismo, decirte que vas a esperar un poco hasta que tu familiar esté mejor o pueda valerse por sí mismo; estas situaciones están fuera de tu control y tendrás que aprender a vivir con ellas.
Después de escuchar los sentimientos de mi amigo y de decirle un tanto de lo que ya he escrito aquí, le sugerí que fuera honesto consigo mismo sobre sus sentimientos con respecto a ser padre y a iniciar una vida en matrimonio, que los acepte, y sobre todo que negocie. Nos despedimos, no sin antes agradecerle por seguir siendo mi mejor amigo.
Belén Solís Guerrero
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