Desafíos y respuestas
Con 123 años de vida nuestra Iglesia diocesana sigue avanzando en la instauración del Reino mediante varones y mujeres que dan testimonio de vida cristiana en las familias y comunidades parroquiales, militando en los movimientos y asociaciones laicales, Presbiterio, comunidades religiosas y estructuras diocesanas.
Iglesia particular insertada
Son ocho obispos titulares los que han pastoreado esta grey católica desde su erección canónica el 15 de noviembre de 1891, cuando se ejecuta la bula que emitiera Su Santidad León XIII: Illud in primis. Se ha tenido también un obispo auxiliar, Mons. Manuel Piña.
Y de entre las épocas por las que ha atravesado nuestra Iglesia local, en consonancia con la Iglesia universal, incluso provincial, nacional y latinoamericana, nos ubicamos hoy en la Iglesia contemporánea, enmarcada en un contexto postmoderno que la cuestiona y la reta desde una ideología neoliberal en la economía y la educación, fundamentándose en un concepto antropológico relativo, ambiguo y, por lo tanto, muy pobre.
La Iglesia, llamada y enviada por Jesucristo a instaurar su Reino que es vida digna para todos y en abundancia, cumple su propósito, cuando fiel a su Pastor sale al encuentro de la humanidad con actitud misericordiosa, solidaria y caritativa con la única intención de fomentar un mundo fraterno donde todos vivamos como hermanos… porque lo somos, y formemos una sola familia.
Para hacer que todo lo anterior acontezca, la Iglesia particular de Tepic se ha organizado según las exigencias y recursos de cada época. Por ahora contamos, desde el año 2010 con un Plan Diocesano de Pastoral (PDP), que mientras se fue elaborando desde 2008, y ya desde entonces asentando las bases: creación de los EPAP´s (Equipos Parroquiales de Animación Pastoral), sectorización de las parroquias, implementación de la catequesis escolarizada y formación de comisiones parroquiales, es hasta en el contexto de los 119 años del caminar diocesano –13 de noviembre de 2010– que se proclama solemnemente con el entusiasmo y como parte de la Misión Continental declarada por la V Conferencia del Episcopado latinoamericano y del Caribe celebrada en la ciudad brasileña de Aparecida cuatro años antes.
Plan con la vista puesta en Jesús
Con este Plan Diocesano de Pastoral instauramos el Reino de Jesús de una manera organizada, respondiendo a los desafíos que nos plantea el mundo de hoy arriba señalados. Este PDP es signo de comunión y proyección eclesial. Es la manera con la que nos sumamos a los esfuerzos de hombres e instituciones de diferente índole que sueñan con un mundo distinto, que creen que otro mundo es posible, tal como lo sueña Aquel que por su encarnación se hizo historia ubicándose en el tiempo y el espacio, en una cultura y credo concretos, en el seno de un matrimonio pobre y en el contexto de un censo de población: Jesús de Nazaret. Y que por su Pasión-Muerte y Resurrección, nos trajo vida y vida en abundancia, esto es, la salvación.
En el PDP se ha recogido la historia de nuestro pueblo que nos permite entender y profundizar en nuestra identidad y conservar y rescatar los valores que embellecen o pueden embellecer más la cultura actual. En el ámbito histórico-eclesial el Concilio Vaticano II y el Sínodo Diocesano son acontecimientos que no solo prepararon el camino para el PDP, sino que además, quienes lo impulsaron, lo fundamentan y junto con el Magisterio de la Iglesia en sus diferentes niveles, lo sostienen.
Actualmente la comunidad diocesana está ubicada pastoralmente en el objetivo de la primera fase del PDP que reza como sigue: “Los bautizados y bautizadas que viven en la Diócesis de Tepic, a través de la promoción de su sentido de pertenencia, de sus valores culturales y del encuentro personal con Jesús, son sensibles al valor de la persona humana y a la dignidad de los hijos e hijas de Dios para llegar a ser y vivir como hermanos”.
Y la invitación para todos es responder al presente buscando alcanzar el logro de este objetivo. Seamos parte de la historia de nuestra diócesis respondiendo a los desafíos encarnando el PDP en nuestra vida personal, a fin de que sea una realidad transformante en la familia, Iglesia y sociedad.
Arturo Arana López