Oraciones de Adviento en familia

Oración al Niño Jesús

Te suplico, Señor, que envíes al que has de enviar, Ven, Señor Jesús, y no tardes; cielos ábranse y dejen que baje su rocío. Divino Niño Jesús, ven a nacer en mi corazón para desterrar de él al pecado y colocar tus virtudes.
Amén.


Adviento, tiempo de esperanza 

Adviento, tiempo de esperanza,
en el seno de María crece el fermento de un mundo nuevo,
el hijo del Dios vivo que llega a compartir con nosotros.
Nace Emanuel, Dios-con-nosotros, hecho niño, pobre, pequeño y necesitado.
María nos enseña el camino para hacer nacer a Jesús en nuestro tiempo: confianza, entrega, fidelidad, coraje, y mucha fe en el Dios de la Vida.
Tiempo de espera, de atención y cuidados, de respeto y contemplación.Señor, hay mucho dolor en nuestro tiempo, hay sufrimiento e injusticia, ayúdanos a sembrar semillas de esperanza.

Descúbrenos la alegría de la paciente espera, activa y fecunda, comprometida por la vida
de los que nos rodean. Enséñanos a hacer crecer la esperanza de algo nuevo, anímanos a entregar nuestras vidas para la construcción del Reino.Es tiempo de espera, Señor, pero también es tiempo de donación y compromiso efectivo.

Contágianos la fe sencilla de María, que dio su vida para alumbrar el Reino y hacer nacer la esperanza en medio de su pueblo.


Tiempo de Adviento

Tiempo de Adviento, Tiempo de espera.
Dios que se acerca, Dios que ya llega.
Esperanza del pueblo, la vida nueva.
El Reino nace, don y tarea. 
Te cantamos Padre bueno a la esperanza.
Con María, ayúdanos Señor, a vivir generosos en la entrega,
a ofrecer nuestra vida como ella, a escuchar tu Palabra en todo tiempo,
a practicar sin descanso el Evangelio, ayúdanos a vivir solidarios con los que sufren,
con quienes hoy como ayer en Belén no tienen lugar.

Te cantamos Padre Bueno, a la esperanza.
Con los pastores de Belén, ayúdanos señor
a vivir la Vigilia de tu Reino, a correr presurosos a tu encuentro,
a descubrir tu Rostro en medio del pueblo,
a no quedarnos “dormidos” en la construcción del mundo nuevo.

Te cantamos Padre Bueno, a la esperanza.
Con los ángeles de Belén, ayúdanos Señor,
a cantar al mundo entero tu Presencia,
¡Dios-está-con-nosotros !

Construyamos la paz entre los hombres.
Edifiquemos la Justicia entre los pueblos.
Te cantamos Padre Bueno, a la esperanza.
Con Jesús niño-Dios, ayudanos Señor,
a abrigar la esperanza que nace en cada Adviento,
a escuchar los clamores de tu pueblo,
a regar con nuestras vidas
la semilla de tu Reino,
a ser Mensajeros de tu Amor,
a construir comunidades de servicio y oración.

Navidad, fiesta del hombre.
Navidad, fiesta de Dios.
Queremos ser tus Testigos, danos la fuerza Señor.


Desde el pesebre 

Desde el pesebre de Navidad
nace una esperanza nueva.
En la sonrisa de un Dios que es niño
se asoma, frágil, la luz del Reino. 
Un niño Dios que necesita cuidados, caricias, atención.
Una esperanza nueva
que crecerá con el esfuerzo de todos.
Una madre atenta,
dispuesta para lo que Dios pide, que no vacila en decir sí
y entregar la vida entera.
La Madre, del Señor y Madre nuestra.
María de Nazareth, camino que conduce al Padre.
Dios que nace en un pesebre, olvidado, a la intemperie.
Recordándonos su presencia entre los pobres que sufren.
Navidad, el signo de un Dios que se hace pobre
para llamar al Reino desde los olvidados del mundo.
¡Alégrense: pastores, campesinos, obreros de todo tiempo!
Llegó la Buena Noticia, que empiece la Fiesta, en medio del pueblo.
La liberación esperada ha dejado de ser sueño.
Empezó a ser realidad la semilla del mundo nuevo.
Cantemos con alegría, unamos voces y manos.
Vamos a ver al Dios vivo, festejemos su nacimiento.
Desde el pesebre de navidad, un grito surge, de aliento,
Dios está con nosotros, marchemos hacia su encuentro.
El Dios que nace es un niño necesitado y pequeño,
que requiere nuestra entrega para hacer crecer el Reino.
Navidad, como María, contemplar desde el silencio,
el misterio de Dios hombre, que nos convoca a cambiar,
a vivir para los otros, a construir en el mundo el inmenso sacramento
de la presencia de Dios que nos contagia su aliento.
Un Dios que llega a los hombres que se hace hermano nuestro.


María de la Esperanza

María de Nazareth madre de nuestro Señor,
compañera de nuestras marchas, ven a visitarnos, quédate con nosotros. 
Te necesitamos, madre buena, vivimos tiempos difíciles,
atravesamos bajones, tenemos caídas, nos agarra la flojera nos inmoviliza la apatía,
nos da rabia la solidez de la injusticia.

María, virgen de la Esperanza.
Contagianos tu fuerza, acercanos el Espíritu que llena tu vida.
Ayudanos a vivir con alegría, a pesar de las pruebas y las cruces que encontramos en el seguimiento de tu hijo.
Que no nos desaliente la lentitud de los cambios,
que las espinas de la vida no nos ahoguen la semilla del Evangelio.
Que no perdamos la utopía, Madre buena,
de creer que es posible otro mundo y otra sociedad.
Que no bajemos los brazos en la lucha por la justicia y en la práctica de la solidaridad.
Que no se enturbie nuestra mirada, al punto que no veamos la luz del Señor
que nos acompaña siempre, que camina a nuestro lado, que nos sostiene en los momentos duros.

María, vos creiste y te jugaste la vida.
Y no te fue fácil, también pasaste tiempos de incertidumbre,
de no entender las cosas que pasaban, de sufrimiento y soledad.
Y saliste adelante, con buen ánimo y entrega.
Nos enseñaste con tu ejemplo que para dar vida hay que entregar la vida,
todos los días, en las buenas, y en las malas.
Siendo un muchacha, estando comprometida, corriste el riesgo de decir sí al plan de Dios.
Confiaste en Él y el sueño de Dios se hizo realidad.
Madre, en nuestros días Dios sigue soñando.
Su Reino de hermanos está muy lejos de ser realidad.
Y nos pide, como a vos en Nazareth, que demos lo mejor de nosotros para ayudarlo a realizar su Proyecto.
María, ¡cómo cuesta decirle sí al Señor!
Cómo cuesta decir sí más allá de las palabras, decir sí con los hechos, con actitudes, con gestos…¡con la vida!

Enseñanos a esperar en el Señor, a confiar en su palabra, a dejarnos guiar por su Espíritu, a llenarnos de su buen humor y alegría.
Enseñanos a escuchar su voz, en la realidad de todos los días,
en el sufrimiento de tantos, en las ansías de liberación y cambio,
en la sed de justicia de las mayorías.
Enseñanos a orar para no perder la Esperanza y para darle raíces sólidas.
Enseñanos a orar para discernir donde poner los esfuerzos
y descubrir nuestro lugar y misión.
Enseñanos a orar para no desalentarnos
en las dificultades y contratiempos.

María, camina cerca nuestro, acompañanos madre buena, fortalece nuestra esperanza
para que sea el motor de nuestra entrega el pozo donde beber para seguir, el refugio donde descansar y retomnar fuerzas.
Anuda nuestra esperanza al proyecto del Padre.
Danos firmeza y hasta tosudez para seguir adelante.
Llena nuestros corazones de la esperanza que libera para vivir el amor solidario.
Lo que se espera se consigue con esfuerzo, con trabajo y con la vida.
Nos confiamos en tus manos para que nos hagas fuertes en la fe comprometidos en la solidaridad y firmes, muy firmes, en la Esperanza del Reino.

Amén.

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