El 18 de mayo del 2012 fue un día de mucha alegría para nuestra Diócesis, pues después de un tiempo de espera, por fin llegaba quien sería nuestro nuevo Obispo. Pero antes de llegar a esta fecha, se tuvo una ardua preparación.
El 23 de abril se llevó a cabo la primera reunión, donde se informaba de la noticia y se empezó con la preparación, convocando a representantes de todas comisiones pastorales de la Diócesis. A la Pastoral de Adolescentes y jóvenes (donde yo era partícipe) le tocó prestar servicio de edecanes, quienes se encargaban de recibir a la gente que venía de Valle de Chalco, ubicarlos en las parroquias y acompañarlos al Polideportivo, en la Feria, donde se llevó a cabo el recibimiento; durante el evento era necesario acomodar a las personas en los lugares y estar al pendiente de lo que necesitaran, así como dar indicaciones.
La noche previa al gran día, los jóvenes de la Zona Centro nos reunimos en el Polideportivo, para acomodar sillas, conocer el lugar, distribuir a los edecanes, que todos conocieran qué áreas debían ocupa y hacer un ensayo general. Era necesario que todo quedara listo, pues al día siguiente no se tendría tiempo.
Todos estábamos con la disposición de que saliera lo mejor posible, después de 6 meses del fallecimiento de Mons. Ricardo Watty, en paz descanse, queríamos dar un buen recibimiento a quien sería nuestro nuevo pastor.
La primera impresión que tuve de Mons. Luis Artemio es que era un obispo muy querido por su pasada Diócesis, Valle de Chalco. Sus acompañantes estaban muy felices por su recibimiento y quedaron complacidos al ver que llegó a un lugar donde sería muy querido.
Desde ese primer momento, el obispo se supo ganar el cariño de la gente, y siempre se ha mostrado cercano a su pueblo, especialmente a los jóvenes y las familias. Con la visita pastoral se ha dado la tarea de conocer a su Diócesis que, aunque es extensa, no duda en ir a los lugares más lejanos para sentirse cercano.
Es un obispo que se ha adaptado a las situaciones cambiantes del Estado, de la Diócesis y todo lo que estamos viviendo, eso hace que sea muy querido por todos nosotros.
Gracias Señor, por mostrarte como un amigo, como buen pastor, un Cristo cercano que en estos tiempos es muy necesario, y gracias por acompañar nuestra Diócesis.
Janet Ramos
Autor