Los motivos para estudiar
¿El estudio es un deber, una obligación o un propósito?
Es indudable que los tiempos han cambiado, y que hoy las sociedades modernas exigen que la educación provea respuestas rápidas y efectivas no sólo para cumplir sus propios fines, sino para atender los problemas de los contextos social, político, económico, cultural, etcétera. Por ello, te preguntamos a ti, joven: como estudiante, ¿te has dado cuenta de esto?, ¿comprendes lo que esto significa?
Ante la interrogante
Los estudiantes se preguntan con cierta frecuencia por qué y para qué se tiene que estudiar. Es triste darse cuenta que muchas veces las motivaciones profundas para emprender cualquier tipo de actividad pierden terreno, cediéndolo a cuestiones ligeras y superficiales. El contexto social actual siembra confusión y desánimo entre los más jóvenes, ofreciéndoles modelos de vida ligados al egoísmo, al consumismo y a la vida fácil, sin responsabilidades ni compromisos.
En lo que concierne al para qué, mucho se dice –y esto es acertado– que cursar alguna carrera universitaria es indispensable para construirnos un mejor futuro, y esto tiene que ver con la idea de llevar a cabo un proyecto de vida con sentido. En cuanto al por qué, podemos aducir que se acerca más a la conciencia, es decir, al quiénes somos, al sentido que le damos a la vida y a la gratitud debida a quienes nos han ayudado a ser lo que hoy somos.
Entre el “ser y el hacer”
El estudio no es algo que se hace a sí mismo, sino que necesita algún tipo de «motivación especial» para que sea una tarea constante de formación y crecimiento.
Ahora bien, ¿a qué le llamamos motivos o motivaciones para ser un buen estudiante?, ¿de qué tipo son?, o ¿será acaso que somos muy débiles para prescindir de ellos? En primer lugar, hay que tener presente que los motivos no surgen por sí mismos, sino que hay que buscarlos, hacerlos nuestros y cultivarlos. También es importante recordar que no todo motivo es útil, por eso hay que tener cuidado en su selección. A veces se presentan de manera externa, es decir, a manera de «incentivos», y generalmente provienen de parte de nuestros padres o familiares: se da el caso de que alguien se prepara académicamente sólo para obtener elogios, cosechar premios (una motocicleta, un viaje a la playa, alguna prenda de vestir costosa y de moda, etcétera), obtener buenas calificaciones, etcétera, y también para evitar posibles castigos, reprimendas verbales, malas calificaciones, entre otras cosas. No es que esté mal estudiar movido por este tipo de ayudaditas. Lo que sí es reprobable es que eso sea el único incentivo.
Y a ti, ¿qué te mueve?
Conviene que te preguntes a ti mismo qué es lo que te mueve a estudiar. Pero, de antemano lo decimos, conviene que recurras más a la automotivación que a los incentivos, sobre todo al dejar atrás la infancia. Habrás observado que un niño es capaz de «matarse estudiando» para conseguir una buena calificación o para ser el primero de la clase, y por consiguiente ser retribuido con algún juguete, un paseo al parque o al zoológico, entre otras cosas. Mas los mayores ya no se sienten emocionados por cosas como éstas. Por ello, insistimos, echa mano de la automotivación más que de cualquier otra cosa, no sólo porque va más acorde con los intereses de tu edad actual, sino también porque es una motivación más completa, eficaz y formativa. El estudiante que sabe automotivarse necesita pocos incentivos, o ninguno.
¿Por qué y para qué estudiar?
Analiza estos puntos:
1. No poder o no tener otra cosa mejor que hacer.
2. No lo sé. Me dejo llevar.
3. Conseguir un premio o evitar un castigo.
4. Por obligación o presión de terceras personas.
5. Para complacer a mis padres y profesores.
6. Para obtener buenas calificaciones.
7. Para ganar mucho dinero.
8. Por norma general o rutina, lo hace casi todo el mundo.
9. Por no trabajar a temprana edad.
10. Porque me parece interesante y atractivo.
11. Para prepararme para el futuro.
12. Para alcanzar reconocimiento y prestigio social.
13. Para sentirme bien conmigo mismo.
14. Para desarrollar la profesión que me atrae.
15. Porque la sociedad necesita personas bien formadas para transformarla y mejorarla.
16. Para encontrar respuesta a muchas cosas que despiertan mi curiosidad.
17. Para educarme mejor.
18. Para ser útil a los demás.
19. Para saber.
20. Para hacer lo que Dios espera de mí.
¿Cuáles puntos te parecen válidos y cuáles no? Esperamos, sinceramente, que del diez al veinte.
Alberto Jorge Rodríguez Sotelo