Primer Informe de Gobierno de Felipe Calderón
Lo deforme del informe
Después de un controvertido debate, el pasado 1 de septiembre, el Presidente Felipe Calderón se presentó ante el Congreso de la Unión para entregar su primer informe de gobierno, según como lo estipula la Constitución Política en su artículo 69. En este documento, el presidente manifiesta el estado general que guarda la administración pública de la nación.
En la historia
La Constitución de 1917 dispone que el Presidente de la República deberá presentar un informe ante el Congreso de la Unión, explicando el estado que guarda la administración pública, mas no señala que tenga que leerlo ante la nación. A su vez, la labor del Congreso es analizar dicho texto y llamar a cada secretario de estado (por ejemplo: el de hacienda, desarrollo social, educación, etcétera) para que explique lo que se ha hecho o dejado de hacer en el rubro al que representa.
Sin embargo, en 1935, durante el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas, se inició la costumbre de dar un mensaje a todo el país, como la acción de rendir cuentas. Este ritual fue imitado por todos los presidentes que lo sucedieron hasta Vicente Fox: hubo informes que, ya transmitidos en vivo por la televisión, tuvieron una duración de hasta cinco horas. En esa rendición de cuentas ha habido de todo, desde mandatarios que derramaron lágrimas al decir que iban a defender al país contra lo que fuera hasta quienes esgrimieron frases como aquella tan famosa: «Defenderé el peso como un perro», etcétera. Así, el día en que se daba lectura al informe se le llegó a conocer también como el «Día del Presidente».
Sin embargo, en el sexto y último informe del expresidente Fox se vio interrumpida esta costumbre, pues no le permitieron subir a la tribuna para que le diera lectura y se vio obligado a entregar el documento en una sala ubicada a la entrada de la Cámara de Diputados.
En esta ocasión, el presidente Felipe Calderón ingresó al recinto y ascendió a la tribuna donde hizo entrega de su primer informe, pero con la ausencia de todos los diputados y senadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Tampoco hubo mensaje en ese momento.
En medio de la discusión
Tras una discusión entre miembros del mismo PRD –quienes alegan que se trata de un presidente ilegítimo– y los del Partido Acción Nacional –que argumentan lo contrario–, el 1 de septiembre el presidente Calderón entregó su texto en el Congreso de la Unión, pero el mensaje lo dio un día después, desde otro lugar. Así se reinauguró el «Día del Presidente».
En el mensaje dado por Felipe Calderón, se puso énfasis en los aspectos económico, generación de empleos, desarrollo sustentable, igualdad para todos; pero sobre todo se centró en el tema del combate al crimen organizado y al narcotráfico, señalando que el ejército y la Policía Federal Preventiva han dado fuertes golpes contra diferentes asociaciones delictivas, pero que hace falta mucho por hacer. Cuando abordó el tema de la democracia, señaló: «Que nadie imponga por su fuerza sus propias ideas», y sugirió que se necesitan actores políticos con voluntad de negociar.
Un informe que poco informa
El informe dejó muchas dudas, y la incertidumbre de saber quiénes son las personas que están tomando las decisiones por nosotros en el gobierno. Muchos políticos hablan de coherencia, de que necesitamos integrarnos como país; es decir, que somos democráticos. Pero, las acciones que emprenden no son nada democráticas, menos incluyentes. Transcurrieron dos semanas en la discusión de si el presidente debería entrar o no a la Cámara de Diputados, si unos iban a tomar la decisión de salirse o de quedarse y, sin embargo, lo que necesita el país, como las tan cacareadas reformas, están estancadas.
Los diputados, senadores, el mismo presidente y todos aquellos servidores públicos, son nuestros empleados, y como sus jefes debemos exigir que hagan su trabajo, que lo hagan bien, además de que nos presenten cuentas, para saber si están trabajando de acuerdo con nuestros intereses, pues es de todos sabido que en México millones de mexicanos viven en la extrema probreza.
Luís Julián Marín Velásquez