Esperamos que este tiempo de descanso, vacaciones y convivencia, lo estén aprovechado también para crecer espiritual y humanamente en familia, estimados catequistas.
El Equipo del Centro de Espiritualidad Catequística, en esta edición de septiembre de La Senda quiere seguir profundizando el tema de la comunicación, a través del lenguaje experiencial significativo.
El lenguaje es profético y evangelizador
Ya desde antiguo, la catequesis ha encontrado en el lenguaje un factor absolutamente esencial; se han utilizado una pluralidad de lenguajes que los giros culturales entrañan, buscando siempre responder a los retos que lanza la labor profética y evangelizadora de la comunidad cristiana. Ahora señalaremos otros, también importantes en la catequesis:
El lenguaje bíblico: donde los personajes, los hechos y los mensajes fundamentales de la Historia de la Salvación se convierten en la columna vertebral de la educación catequística.
El lenguaje de los símbolos de la fe: los primeros cristianos sintieron la necesidad de expresar en fórmulas sintéticas la propia fe. Así nacieron los “credos o símbolos de la fe”. Hoy también se tiene la necesidad de expresar de muchas maneras el contenido de nuestra fe.
El lenguaje litúrgico: la comunidad celebra lo que cree a través de ritos, oraciones, himnos y cantos. La liturgia es un espacio que está a la espera de nuevas fórmulas expresivas y del cuidado de las que ya existen, sobre todo cuando los medios de comunicación entran en contacto con el espacio sagrado.
El lenguaje ético y social: la Iglesia también comunica con el lenguaje de la caridad, de la solidaridad con los pobres y los explotados del mundo; cuando lucha por la justicia, por la conservación de la creación y por la paz. La Iglesia ofrece con el testimonio de su vida la elocuencia y fortaleza de su fe.
El lenguaje multimedial y en red de los medios: que representa la llegada de nuevos recursos narrativos, de imágenes y sonidos, de participación libre y emotiva de sujetos que desean interactuar.
Criterios para la catequesis y medios
La Iglesia reconoce que los medios de comunicación son dones de Dios que deben estar al servicio de la evangelización y la catequesis. Sin embargo, esta visión positiva requiere también una mirada crítica. De aquí la necesidad de señalar algunos criterios que nos ayuden a interpretar nuestra relación con los medios:
Simpatía y denuncia: los cristianos necesitamos reforzar una actitud positiva hacia los medios, pero al mismo tiempo debemos reforzar una actitud de denuncia frente a los excesos del sistema mediático; sobre todo ante aquello que hace aparecer a los medios como “enfermos”.
Profecía: los cristianos reconocemos a los medios de comunicación como parte de un horizonte más amplio a los que nos impulsa nuestra naturaleza relacional y comunicacional. Pero reconocemos que no nos han entregado todo lo que esperamos de ellos. Se han detenido en el entretenimiento, en la superficialidad, en la explosión del relativismo y del culto a la opinión.
Ministerio: nuestro compromiso con el Evangelio nos hace descubrir que la comunicación es un servicio, un ministerio para fortalecer nuestro sentido de identidad y nuestra pertenencia a la Iglesia. Dicho esto, se descubre el valor ministerial, de la comunicación, porque favorece el respeto a los derechos humanos y promueve la justicia y la paz en el mundo; porque es una dimensión de toda acción pastoral y, como tal, debe promoverse como parte integrante de la vocación del catequista y de todo cristiano.
Prioridad pastoral: la comunicación debe emplearse en todos los servicios que ofrece la Iglesia: en la catequesis por supuesto, pero también en la liturgia y en la difusión del compromiso social hecho caridad.
Nuevas figuras y nuevos ambientes: aparece aquí la urgencia de formar laicos que promuevan una verdadera Pastoral de la Comunicación. Laicos comprometidos que coordinen, que trabajen en equipo y que sean capaces de llevar adelante los proyectos de comunicación.
En el Documento de Aparecida (n. 100) encontramos el señalamiento acerca de la necesidad de que la catequesis adopte un lenguaje más asequible y significativo para la cultura actual. Hay que subrayar, sin embargo, que todo aquello que “huela” a novedad catequética debe partir siempre de la vivencia espiritual, debe guardar fidelidad a la enseñanza de la Iglesia y debe integrar en la metodología, los nuevos instrumentos de la comunicación humana. De esta manera, haremos buena y eficaz la catequesis.
María Adela Suárez de Luna
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Comentarios a la autora: (ade.suarez@hotmail.com)