Hola, Catequistas; un saludo cordial y cariñoso. Oramos por ustedes para que por nuestro medio Dios siga instaurando el Reino de Dios en la catequesis, en nuestra parroquia y en nuestra familia. En esta ocasión, los invitamos a poner un poco más de atención sobre todo en la práctica de las obras de misericordia. Pues, no olvidemos que el Papa Francisco recomienda que, en este año Jubilar de la Misericordia, conozcamos y practiquemos las mismas y ¿qué mejor,que este tiempo agradable de Cuaresma, para hacernos expertos en ello? Pues de suyo nos invita a vivir la caridad hasta que duela. (Sta. Teresa de Calcuta).
Las obras de misericordia
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios. Catecismo de la Iglesia Católica, 2447
Dice el Papa Francisco: “Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo, sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo de despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
Seamos caritativos al estilo de Cristo
La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y, no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos”. (Papa Francisco, Bula Misericordiae Vultus).
Las obras de misericordia corporales, en su mayoría surgen de una lista hecha por Jesucristo en su descripción del Juicio Final.
La lista de las obras de misericordia espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc.
Efecto de las obras de misericordia.
El ejercicio de la obras de misericordia comunica gracias a quien las ejerce. En el Evangelio de Lucas Jesús dice: “Dad, y se os dará”. Por tanto, con las obras de misericordia hacemos la Voluntad de Dios, damos algo nuestro a los demás y el Señor nos promete que nos dará también a nosotros lo que necesitemos.
Por otro lado, una manera de ir borrando la pena que queda en el alma por nuestros pecados ya perdonados, es mediante obras buenas. Obras buenas son, por supuesto, las Obras de Misericordia. “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos alcanzarán misericordia” (Mt.5, 7).
“Haced tesoros en el cielo…”
Además las Obras de Misericordia nos van ayudando a avanzar en el camino al Cielo, porque nos van haciendo parecidos a Jesús, nuestro modelo, que nos enseñó cómo debe ser nuestra actitud hacia los demás. “En San Mateo, se recogen las siguientes palabras de Cristo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Al seguir esta enseñanza del Señor, cambiamos los bienes temporales por los eternos, que son los que valen de verdad.
No dudamos que ustedes catequistas, tengan conocimiento de las obras de misericordia, pero, evaluándonos cada uno de manera personal ¿Cómo esta nuestra vivencia de ellas? ¿Nuestro próximo se sentirá motivado a vivirlas plenamente este Año de Misericordia, viendo nuestro testimonio? ¡Ánimo, Dios camina con nosotros, en esta ardua tarea!
María Adela Suárez de Luna
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Comentarios a la autora: (ade.suarez@hotmail.com)