Soy fray Jesús, fraile franciscano, estudiante de teología en Tierra Santa, siempre en búsqueda de plasmar en palabras mi experiencia itinerante y el misterio de Dios.
La figura de San Juan Bautista está estrechamente ligada al desierto, al silencio, a la vida ascética y a la historia de Israel. Es la voz que clama en el desierto (Mt 3,3; Is 40,3); el primero en reconocer al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29. 37). Un personaje enigmático que caminó con el espíritu y el poder de Elías para invitar a la penitencia. Pero, ¿de dónde vino San Juan Bautista?
La Sagrada Escritura solamente menciona que la santísima Virgen María se puso en camino hacia una montaña de Judá para atestiguar lo que le había dicho el ángel Gabriel sobre su prima santa Isabel (Lc 1,39). Es gracias al peregrino Teodosio, en el año 530, quien afirma que santa Isabel vivía a 8 km de Jerusalén. De igual forma, un antiguo leccionario conservado en lengua georgiana (SS.VII-VIII) nos cuenta de una celebración que se tenía el 28 de agosto “en la ciudad de Enqarim, en la iglesia de Isabel, la justa” para recordar su memoria. Ya se consideraba la localidad de Ain Karem como el lugar de nacimiento del San Juan Bautista.
En la época bizantina, a partir de los SS IV-V, se constata una amplia zona de cementerios cristianos al lado de unas veneradas sepulturas de dos “mártires de Dios”, mencionados en una inscripción de un mosaico del pavimento. En frente de estas sepulturas se encontraron restos de una capilla pavimentada con mosaicos. Y sucesivamente, otra más en la zona sur. Todos estos elementos, aunque no tengan relación directa con San Juan Bautista, son un testimonio de una antigua tradición de culto en el lugar. Durante la Edad Media la iglesia fue destruida y convertida en un establo por parte de los musulmanes hasta que, en 1666, los frailes franciscanos pudieron adquirir el terreno para volver a construir un santuario y convento que se mantiene hasta el día de hoy, custodiando la gruta donde ocurrió el nacimiento del Bautista.
¿Conocías toda esta historia? Todo esto para mantener la memoria del lugar que vio nacer a la ‘voz del desierto’. Pero hoy el santuario se encuentra cerrado como tantas iglesias alrededor del mundo a causa del virus; la cuevita que vio nacer al precursor de Cristo yace en la penumbra. Sin embargo, los frailes de esta comunidad nos dirigimos a la gruta todos los martes a celebrar la santa Eucaristía en memoria de San Juan Bautista y, con la poca luz del lugar, sentimos en nuestro corazón a aquel que es la Luz del mundo; en el silencio de la roca y en la cadencia del canto gregoriano queremos hacernos como el Bautista: hombres entregados a la oración, a la meditación y al anuncio, aun a puertas cerradas.
Fray Jesús Silván
desde Tierra Santa