La visión de un papá no es simplista, es integral

 

El individualismo en el que se encuentra la sociedad motiva a olvidar los valores, los vínculos con nuestro padre y alejarnos de Dios. Esto es inaceptable desde donde se mire. Sería pedir muy poco a los nacidos y bautizados en la religión católica que no pase por su cabeza dejar de lado las mejores actitudes hacia su padre progenitor y el reconocimiento pleno al llamado del Todopoderoso.

 

¿Qué es ser papá?

El padre es guía que protege; confidente y amoroso en muchos casos, le da sentido a nuestra vida. Su presencia honra, y cuando ya no está se le imita para honrarlo. Dios lo bendice al estar entre nosotros. Llega el momento en el que se adelanta en el camino, entonces dimensionamos realmente lo que fue para la familia y para cada hijo.

 

La visión de un padre no es simplista, se basa en el bien integral

San Agustín, así consideró el quehacer del padre:

“Te di la vida, pero no puedo vivirla por ti.

Puedo enseñarte muchas cosas, pero no puedo obligarte a aprender.

Puedo dirigirte, pero no responsabilizarme por lo que haces.

Puedo instruirte en lo malo y lo bueno, pero no puedo decidir por ti.

Puedo darte amor, pero no puedo obligarte a aceptarlo.

Puedo enseñarte a compartir, pero no puedo forzarte a hacerlo.

Puedo hablarte del respeto, pero no te puedo exigir que seas respetuoso.

Puedo aconsejarte sobre las buenas amistades, pero no puedo escogértelas”.

Es la mirada de nuestro Señor a través de sus ojos, de sus actos, de su ejemplo y guía. Es el más confiable colaborador de Dios en la transmisión de vida, de valores y actitudes de servicio al prójimo. Todo progenitor que actúe así merece la aprobación social y clerical.

 

Papá: colaborador de Dios en la transmisión de la vida

Hace unos días honramos a la madre, ahora lo hacemos con mucho respeto al padre, desde la perspectiva de la familia. Junto con los amigos que deseen compartir la festividad, podemos afirmar que esas celebraciones poseen un verdadero significado y son merecedores del mayor reconocimiento.

Permítanme comentarles que en mi infancia, adolescencia y juventud vi en mi padre (q.e.p.d.) enorme bondad,  misericordia y entereza para enfrentarse a los retos de la vida. Sus consejos, su esencia nunca escapará de mi existencia hasta nuestro feliz reencuentro.

Recuerdo a don Ignacio Zúñiga Moreno, fabuloso ser humano. Siempre fue más allá, no se detuvo hasta que el Señor lo mandó llamar, estoy seguro que para encomendarle otras responsabilidades. Mi padre no saldrá del pensamiento de mi familia, a partir de esta reflexión va en el corazón de mis diez hermanos; sus once hijos, a los que dio amor a raudales.

Querido padre, al ponerme tu nombre me diste parte de ti, de esa fuerza que te caracterizó siempre; ahora comprendo y dimensiono tus enseñanzas al imitar tus enseñanzas con mis amados apegos. A ti nunca te dejaremos de amar porque fuiste vida, tu ejemplo está en nosotros, muy dentro de nuestro espíritu, como llevamos a nuestro Señor; tú, con Él, nos acompañas y proteges desde el lugar que te haya designado el Todopoderoso.

Los seres humanos creyentes en Jesucristo tenemos en nuestra mente miles de recuerdos sobre lo que es o fue nuestro padre, son interminables; a cada momento escuchamos sus consejos, nuestra conciencia es una magnifica extensión de sus principios humanistas. Los tenemos atrapados y nos hacen felices porque es lo que el misericordioso quiere de nosotros. Padre nuestro, siempre amado

 

Mtro. Luis Ignacio Zúñiga Bobadilla

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Comentarios al autor: (direccion.vallarta@univa.mx)

 

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