Beatificación del Papa Pablo VI

Cristiano comprometido, apóstol incansable

 

Durante la ceremonia de beatificación de Pablo VI, el Papa Francisco destacó que Giovanni Battista Montini fue el “gran timonel” del Concilio Vaticano II y los años posteriores, en los que condujo la barca de Pedro ante el surgimiento de una sociedad secularizada y hostil.

“Contemplando a este gran Papa, a este cristiano comprometido, a este apóstol incansable, ante Dios hoy no podemos más que decir una palabra tan sencilla como sincera e importante: gracias. Gracias a nuestro querido y amado Papa Pablo VI. Gracias por tu humilde y profético testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia”, expresó el Pontífice ante los 70 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

 

“Gran timonel del Concilio”

En su homilía, el Santo Padre también recordó las palabras con que su predecesor instituyó el Sínodo de los Obispos: “Después de haber observado atentamente los signos de los tiempos, nos esforzamos por adaptar los métodos de apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad”.

En ese sentido, Francisco afirmó que el nuevo beato fue el “gran timonel del Concilio”. “Al día siguiente de su clausura –recordó el Papa sobre Pablo VI– anotaba en su diario personal: ‘Quizás el Señor me ha llamado y me ha puesto en este servicio no tanto porque yo tenga algunas aptitudes, o para que gobierne y salve a la Iglesia de sus dificultades actuales, sino para que sufra algo por la Iglesia, y quede claro que Él, y no otros, es quien la guía y la salva’.

En esta humildad resplandece la grandeza del beato Pablo VI que, en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro –y quizás en solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor”, señaló Francisco.

Extendiendo la misión de Cristo

“Pablo VI –aseguró–, supo de verdad dar a Dios lo que es de Dios dedicando toda su vida a la ‘sagrada, solemne y grave tarea de continuar en el tiempo y extender en la tierra la misión de Cristo’, amando a la Iglesia y guiando a la Iglesia para que sea ‘al mismo tiempo madre amorosa de todos los hombres y dispensadora de salvación’”.

Durante la ceremonia, el Sumo Pontífice anunció que la Iglesia celebrará a su predecesor el 26 de septiembre de cada año, fecha de su nacimiento. Asimismo, fue presentada como reliquia del beato una camiseta con su sangre, consecuencia del atentado que sufrió el 27 de noviembre de 1970 en el Aeropuerto Internacional de Manila (Filipinas), cuando una persona con problemas mentales que se había disfrazado de sacerdote se acercó con una daga para herirlo dos veces.

 

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