La responsabilidad se aprende

¡Qué alegría cuando nace el primer hijo! En él se ven realizados los sueños acariciados muchas veces desde la infancia, y se fincan otros sueños nacidos del amor generoso de la paternidad.

El hermano mayor
El primer hijo goza de toda la atención de papá y mamá. Para él son todas las caricias, los cuidados, los juguetes, los objetos materiales, hasta que… ¡viene el segundo hijo! Entonces a este segundo vástago se dirigen las atenciones paternales y el hijo mayor se siente desplazado. En México decimos que se pone “chipil”, es decir, celoso. Y allí entra la sabiduría natural de los padres: hacen que el hermano mayor comparta con ellos la responsabilidad de amar y servir al recién llegado, y a los que vendrán después.

Esta responsabilidad, nacida del amor fraterno, marca al hermano mayor para toda la vida. Los primogénitos reciben una educación diferente a la de los demás hermanos y, aunque nos parezca injusto cargar sobre un niño tanta responsabilidad, a la larga los hermanos mayores suelen ser más autosuficientes, menos dependientes, más líderes, y resultan mejor capacitados para enfrentar los problemas de la vida.

El premio que reciben es el lugar tan especial que ocupan en la familia para toda la vida, aún cuando ya todos los hermanos sean adultos. Es duro ser el mayor, pero se aprende a ser muy responsable.

¿Qué es ser responsable?
Es responsable aquel que cumple con sus obligaciones sin presiones inmediatas; es un hombre libre que sabe usar su capacidad de elegir; es consciente, está convencido y lo mueve a actuar un noble sentimiento de interés por sí mismo o por su prójimo. No ejerce su responsabilidad, en cambio, el que cumple con su deber obligado por terceros. Quien así procede, es como un animalito amaestrado, domado por el miedo o por el interés de un beneficio inmediato.

Cumplir obligadamente causa fatiga, fastidio y se abandona la labor tan pronto como cesa la vigilancia del que obliga. Cumplir responsablemente, provoca satisfacción y plenitud, y no ceja el interés hasta ver la labor cumplida.

La responsabilidad es un hábito que se forma no sólo por la repetición mecánica de acciones, sino por el crecimiento en la toma de conciencia del propio bienestar y de la felicidad de los seres amados.

Se aprende a ser responsable
Hemos visto cómo los hermanos mayores, normalmente, son educados en la responsabilidad. ¿Y los demás? Tener hermanos es una lección continua de amor y, por lo tanto, de responsabilidad. La familia misma es la escuela en la que se aprende a ser responsable, pero algunos alumnos escapan de esas clases y llegan a ser egoístas. Cuando el papá o la mamá no son buenos maestros, echan a perder al hijo y lo hacen irresponsable.

El irresponsable es responsable de la infelicidad
¿Por qué ya no se casan ni por la Iglesia ni por lo civil? ¡Porque no quieren hacerse responsables de una esposa o un esposo para toda la vida! Prefieren hacer uniones a prueba, conseguir parejas desechables y evitar la llegada de los hijos.

Cada vez vemos más hombres que no sostienen a su familia con el pretexto de que la esposa trabaja, y cada vez vemos más esposas que mantienen incluso al marido.

Hay empleados que se esfuerzan no en ser más productivos, sino en ver la forma de trabajar menos y de ganar más.

Descuidar nuestras obligaciones, no cumplir con nuestro trabajo, no asistir a clases o no hacer tareas, nos hace responsables, pero de la infelicidad propia y de la de nuestros seres queridos.


Para hacer responsables a los hijos

– Si se quieren hijos responsables, hay que ser papás responsables.
– Hacerles ver que el trabajo y las labores del hogar no son una carga, sino tareas que se hacen por amor.
-Cumplir junto con ellos los deberes patrios, sociales, religiosos y familiares.
– Repartir equitativa y proporcionalmente las tareas del hogar.
– Revisar que hagan sus tareas completas y bien.
– No castigarlos impidiéndoles asistir al equipo deportivo, al grupo parroquial, al club de lectura.
– Una vez que se impone un castigo, hacer que lo cumplan, so pena de perder autoridad.
– Si se le da autoridad a un hermano sobre los demás, exigir que se le respete y cuidar que éste no abuse.
– Enseñarlos a cuidar sus juguetes, su ropa y los bienes comunes.
– Hacerles ver que una mascota no es un juguete, que exige atención y compañía.
– Enseñarles a ganarse la vida y a dar gasto al hogar.

Sergio G. Román

Facebook Comments Box

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *