La Internet: Un mundo de rostros nuevos

¿Cuánto ha cambiado el mundo en los últimos veinte años? O más aún, ¿cuántos avances tecnológicos han tenido lugar en el mismo periodo de tiempo? Y siendo todavía más concretos, ¿es la Internet el invento de mayor envergadura de los últimos tiempos? Usted mismo haga su juicio.

La caja de Pandora
Con la habilitación de la red de redes (significado que le atribuyen a Internet) se ha abierto, de veras, un mundo de posibilidades comunicativas, cuyo espectro salva las distancias más amplias y da cabida a un sinnúmero de lenguajes, códigos, normas y usos, que las más de las veces no se apegan a los idiomas más tradicionales.

Internet es considerada por millones como la panacea, la caja de pandora que vino para descubrir otras vías de contacto entre las personas, para redimensionar las relaciones interpersonales y revolucionar el modo de establecer un diálogo cuyas premisas han descontinuado la voz y gestos del interlocutor: lo más importante ya no tiene que ver con la empatía o el tono íntimo de la voz, sino con aquella personalidad que adquiere el sujeto tras una pantalla, sea ésta la que se apega a su vida real o en contraparte un amasijo de ficciones y fantasías.

Palabra vs imagen
El hombre, según la tesis que sostiene el sociólogo e investigador político italiano Giovanni Sartori, se ha convertido en un homo videns, en un ser que privilegia la imagen por encima de la palabra, que establece comunicación con sus semejantes sólo mediante una pantalla, sea ésta televisiva o de computadora.

Si nos ceñimos a lo que propone este prestigioso investigador, que se hizo acreedor al Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales 2005, si se recurre con demasiada frecuencia a la Internet es porque “las cosas representadas en imágenes cuentan y pesan más que las cosas dichas con palabras”: ese mundo paralelo, por denominarlo de alguna manera, es la máscara tras la que se ocultan los hombres actuales, pues desde ahí, desde esa trinchera cibernética es que tejen un mundo a su alrededor, un mundo donde se relacionan y viven, un mundo en el que basta un click para establecer un contacto directo con sus iguales.

Requisitos mínimos
En la Internet tienen sitio numerosas páginas electrónicas en las que los usuarios, sin necesidad de cumplir con requisitos que vayan más allá de proporcionar un nombre –que puede resultar ficticio– y una cuenta de correo electrónico –en algunos casos es necesario pagar una cuota simbólica–, pueden acceder a “comunidades de vida” donde igual pueden entablar cierto tipo de amistad o una relación pseudo amorosa con personas de lugares tan remotos como Australia o incluso, sin saberlo, con el vecino del barrio que, quizás, nunca le ha dirigido la palabra.
Es tan amplia la gama de posibilidades que despliega la red de redes que basta con invertir un poco de tiempo y “echarle seso” –imaginación o creatividad– para que cada usuario pueda crearse un perfil cibernético, del que se valdrá para navegar con banderas desplegadas por todos esos mares internaúticos.

Los otros mundos
Como columna vertebral de la llamada “sociedad de la información”, en Internet han ido surgiendo las denominadas comunidades virtuales, a las que cada día se adhieren cientos de nuevos usuarios de países de los cinco continentes, ansiosos de participar de esa vida elaborada y ficticia, donde quizás no se vean asolados por las responsabilidades, no tengan que cumplir un horario escolar o laboral y donde tampoco sea necesario dar solución a las necesidades económicas que va planteando la vida diaria.
Entre los sitios con más popularidad podemos señalar los siguientes:

Facebook
Sitio electrónico al que es posible suscribirse apenas proporcionando nombre, ciudad donde se radica, correo electrónico, fecha de nacimiento y una contraseña, necesaria para acceder a la cuenta; las ventajas que ofrece es “conectarte con tus amigos, compartir fotos y crear tu propio perfil”. De todo lo anterior, el usuario puede no dar un solo dato fidedigno, es decir, anotar sólo respuestas falsas y así crear un perfil que no sea el suyo. Se trata, si se quiere, de una especie de escape de la realidad, de desfase personal.

Myspaces
Automáticamente se crea un myspace si se tiene una cuenta de correo en el popular hotmail.com; la opción es que dicho myspace personal puede activarse o no, depende del usuario. En esta comunidad pueden “subirse” fotos, llevar un diario personal o incluso acceder a los spaces de quienes tengan cuenta de ese sitio de correo. Myspaces goza de mucha popularidad entre los jóvenes, y es una de las comunidades que tienen mayor número de usuarios. Al igual que con facebook, el perfil puede resultar totalmente falso desde la creación misma de la cuenta de correo electrónico. Los hay también, vale anotarlo, de nombres y datos verídicos.

Blogs
Un blog, o en español bitácora, es un sitio web que se actualiza constantemente, algunos incluso todos los días; donde se recopilan textos o artículos de uno o varios autores, sirviendo también como un diario personal en línea. El término blog proviene de las palabras web y log (“log”en inglés significa “diario”). Una de sus atracciones es que lo publicado puede generar un debate entre los visitantes a la página. Lo que aquí podría restarle es que hay blogs de marcada tendencia racista o aquellos que solamente buscan atemorizar a la comunidad cibernauta. Los más concurridos son blogspot, blogalaxia, blogger, blogia, entre otros.

Metroflogs
Este es una variación de los blogs, con el aditamento de que son páginas especiales, dicen, para quienes no tienen más allá de 25 años, y cuya escolaridad máxima es secundaria o preparatoria: adolescentes a punto de entrar en la juventud. En Chihuaha, en marzo pasado, el metroflog de una jovencita de secundaria se convirtió en el señuelo para su desaparición y muerte: el sujeto que la asesinó la atrajo hacia sí mediante comentarios que “colgaba” en su página-metro.

Second life
Un mundo virtual lanzado en 2003, de enorme popularidad en España, que fue desarrollado por Linden Research, Inc (llamado comúnmente como Linden Lab), el cual ha ganado atención internacional a partir de 2006. Los usuarios, para hacer uso de este programa, deben crear una cuenta en www.secondlife.com y bajar a su computadora el programa llamado Second Life Viewer. Al registrarse y acceder serán llamados “residentes”, o de manera abreviada AV, que significa avatars.

La manera en que los “residentes” interactúan a través de SL, lo cual, a su vez, es uno de los principales atractivos de este mundo virtual, es a través de los avatars o AV, que son personajes en 3D completamente configurables, lo que le da al usuario la “capacidad” de convertirse en otra persona y gozar (como el mismo nombre del programa lo indica) de una segunda vida. Esto promueve un universo de avanzada interacción virtual donde los “residentes” pueden explorar el mundo, conocer a otras personas, socializar, participar en actividades grupales según sus gustos, incluso sostener sexo virtual, entre otras cosas. Hay, incluso, una moneda local: el Linden Dólar.
SL es uno de los varios mundos virtuales inspirados en novela de ciencia ficción Snow crash de Neal Stephenson y el movimiento literario cyberpunk.

Hasta marzo de 2008 había registrados en Second life unos 13 millones de usuarios. Han estado conectados, en un mismo día, hasta 70 mil avatars en promedio.

Lo delicado del asunto radica en esa doble vida a partir de la cual se puede actuar sin ninguna responsabilidad y proyectar una forma de “realidad simulada”, como la llama Sartori.

La mano sobre el teclado
Con todo este cúmulo de herramientas al alcance de todos, habría que apelar entonces a la mesura, a la responsabilidad al acceder a estas realidades virtuales a fin de darle un óptimo uso a la Internet, a esa red de redes que ya nos ha envuelto en su vorágine.

La llamada realidad virtual es una irrealidad que se ha creado con la imagen y que es realidad sólo en la pantalla. Lo virtual y las simulaciones amplían desmesuradamente las posibilidades de lo real; pero no son realidades.

Juan Fernando Covarrubias Pérez

 

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