La Iglesia: Casa con puertas abiertas

 

Ha terminado el Sínodo Extraordinario de Obispos sobre la Familia con la beatificación del Papa Pablo VI. Este sínodo en realidad es preparatorio para el Sínodo Ordinario, sobre el mismo tema, que se celebrará en octubre del año próximo.

 

No tengáis miedo a hablar”

El Papa Francisco ha pedido a los asistentes al sínodo: cardenales, obispos, sacerdotes y laicos, hablar con la máxima libertad, lo que según los presentes esto se dio. “No tengáis miedo a hablar”, dijo el Sumo Pontífice. “Tener presente que la familia, cualquiera que sea su situación o sus crisis, debe ser ‘acogida’, ‘escuchada’ y ‘acompañada’, porque la Iglesia tiene siempre ‘las puertas abiertas’ a todos los hombres, por muy irregulares o difíciles que sean sus vidas, por muy cercanas o alejadas de Dios”.

Se han registrado intervenciones diversas porque la realidad de la familia es diversa en las distintas partes del mundo y los obispos son también diversos: no es la misma la situación familiar occidental,  que la africana y la asiática.

La Iglesia acompaña a las familias

 

En todos los sínodos –como ocurrió en el Concilio– existen filtraciones en la prensa, especialmente de hechos que puedan causar impacto entre el público, como el tema de los homosexuales o los divorciados. En este sínodo el clima ha sido bueno, aun con las lógicas y normales discrepancias.

Una cosa es la comprensión y acompañamiento de las familias viviendo con ellas el dolor de una crisis o de situaciones irregulares, y otra es aceptar estas situaciones irregulares como si tuvieran el beneplácito de la Iglesia. El sínodo no ha venido a cambiar la doctrina, sino la pastoral.

El mensaje del sínodo manifiesta cómo Cristo pasa por las calles y los hogares mostrando la “belleza” de la familia reflejada en “el testimonio cotidiano que ofrecen muchas familias a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor”, a pesar de las dificultades… Hay un desafío a la fidelidad conyugal porque la vida familiar suele estar marcada por el debilitamiento de la fe y de los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el estrés de una ansiedad que descuida la reflexión serena”.
Un mundo en contra de la familia

Pensamos, dice el mensaje del sínodo, en las dificultades “económicas causadas por sistemas perversos, originados en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” (Evangelii gaudium, n. 55); que humilla la dignidad de las personas… Y añade: “Reclamamos a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común… Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie”.

Jesucristo no fue a buscar a los buenos, sino a los publicanos y a los pecadores. Hay que salir a las periferias, sin descuidar a las familias que sirven de modelo y testimonio a otras familias. “La cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios –dice el mensaje del sínodo– y con el prójimo es la Eucaristía dominical, cuando con toda la Iglesia la familia se sienta a la mesa con el Señor… Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión”.

 

Familia: fundamento del amor

El sínodo no cuestiona la doctrina, sino que reflexiona sobre la pastoral, o sea, el discernimiento espiritual para su aplicación.  El amor tiende, por su propia naturaleza, a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada (cf. Jn 15, 13). El amor conyugal persiste a pesar de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más bellos, aunque también es el más común”. El amor no es solo procreación, sino también educación en la fe de los hijos.

“El matrimonio es una vocación auténtica y como tal requiere fidelidad y coherencia”, dice el mensaje sinodal. “El camino de preparación al matrimonio debe ser largo, personalizado y severo, sin miedo a que disminuya el número de bodas celebradas en la Iglesia”. La familia debe ser la escuela de “alteridad” donde se acepta al otro tal cual es, con amor…

Esta reunión de los obispos con el sucesor de San Pedro y en comunión con él, aunque en una confrontación serena sobre los problemas de las familias, es el síntoma de una Iglesia viva, vigorosa, donde todos hablan desde su perspectiva, queriendo dar lo mejor al pueblo cristiano, si así es aceptado y promulgado por el Papa.

 

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