Conociendo la Encíclica Spe Salvi
Primera parte
El Papa Benedicto XVI, retomando aquellas palabras que San Pablo les dirige a los romanos, “en esperanza fuimos salvados”, el pasado 30 de noviembre de 2007 dio a conocer su nueva Carta Encíclica, titulada Spe salvi (“En esperanza fuimos salvados”). La “esperanza es una palabra central de fe bíblica” dice en la introducción el Pontífice alemán, porque la esperanza en la redención, en la salvación eterna, es una esperanza concreta, cercana, fiable, por medio de la cual nos es posible afrontar nuestro presente.
Con la encomienda de que los lectores de La Senda, nuestros lectores, conozcan y se adentren en este documento papal de enorme valía en estos primeros años del tercer milenio, hoy iniciamos con la primera de tres partes de un análisis del texto del Vicario de Cristo.
Los cristianos conocemos nuestro futuro
“No os aflijáis como los hombres sin esperanza” (1Ts 4, 13). En este caso aparece también como elemento distintivo de los cristianos el hecho de que ellos tienen un futuro: no es que conozcan los pormenores de lo que les espera, pero saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío. Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente.
Conocer el Evangelio es cambiar nuestra manera de vivir
Eso significa que el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva.
No somos esclavos de las leyes naturales
No son los elementos del cosmos, las leyes de la materia, lo que en definitiva gobierna el mundo y el hombre, sino que es un Dios personal quien gobierna las estrellas, es decir, el universo; la última instancia no son las leyes de la materia y de la evolución, sino la razón, la voluntad, el amor: una Persona. Y si conocemos a esta Persona, y ella a nosotros, entonces el inexorable poder de los elementos materiales ya no es la última instancia; ya no somos esclavos del universo y de sus leyes, ahora somos libres.
La fe nos hace vivir hoy el futuro
La fe no es solamente un tender de la persona hacia lo que ha de venir, y que está todavía totalmente ausente; la fe nos da algo. Nos da ya ahora algo de la realidad esperada, y esta realidad presente constituye para nosotros una “prueba” de lo que aún no se ve. Ésta atrae al futuro dentro del presente, de modo que el futuro ya no es el puro “todavía-no”. El hecho de que este futuro exista cambia el presente; el presente está marcado por la realidad futura, y así las realidades futuras repercuten en las presentes y las presentes en las futuras.
No queremos morir ni vivir eternamente
“Por un lado, no queremos morir; los que nos aman, sobre todo, no quieren que muramos. Por otro lado, sin embargo, tampoco deseamos seguir existiendo ilimitadamente, y tampoco la tierra ha sido creada con esta perspectiva. Entonces, ¿qué es realmente lo que queremos? Esta paradoja de nuestra propia actitud suscita una pregunta más profunda: ¿qué es realmente la ‘vida’? Y ¿qué significa verdaderamente ‘eternidad’?”.
¿Qué es una Encíclica?
En la Iglesia Católica Romana una encíclica Papal es una carta enviada por el Papa a los obispos católicos de una parte concreta del mundo o de alcance universal, en la que aborda algún aspecto de la doctrina católica. Retomó el nombre de encíclica para tales documentos el Papa Benedicto XIV en 1740.
El término encíclica, para los católicos, es usado casi exclusivamente para documentos enviados por el Papa.
Dentro de la Iglesia Católica, una encíclica (oficialmente llamada Carta Encíclica) es la segunda en importancia después de las Constituciones Apostólicas. Hay varios tipos de encíclicas según los temas de que traten: Doctrinales, Exhortatorias y Disciplinares.
El Papa Juan Pablo II publicó 14 encíclicas; hasta la fecha, el Pontífice Benedicto XVI ha publicado dos: Dios es amor y En esperanza fuimos salvados (Spe salvi).