A la Iglesia particular de Tepic, que vive el tiempo litúrgico de la Cuaresma y Pascua, la saludo con afecto de Pastor.
La alegría de ser discípulo y misionero de Jesucristo
Hace 27 años Dios me puso al frente de esta Diócesis, y con la satisfacción de haber puesto lo mejor de mi, les quiero compartir la alegría de ser obispo.
En el Documento de Aparecida se nos habla de la alegría de ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Desde el encuentro con Cristo puedo expresar la alegría de ser discípulo del Señor y de haber sido enviado con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano y, más aún, obispo, no es una carga, sino un don: Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo.
La alegría del discípulo, aunque sea obispo, no es un sentimiento de bienestar egoísta, sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios.
Los obispos, sucesores de los Apóstoles, junto con el Sumo Pontífice y bajo su autoridad, con fe y esperanza, hemos aceptado la vocación de servir al pueblo de Dios, conforme al corazón de Cristo Buen Pastor. Junto con todos los fieles y por el Bautismo, somos, ante todo, discípulos y miembros del pueblo de Dios. Como todos los bautizados, y junto con ellos, queremos seguir a Jesús, Maestro de vida y de verdad, en la comunión de la Iglesia. Es como dice San Agustín: con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo.
Llevar la Cruz con alegría
En cierta ocasión, un sacerdote se quejaba del peso del trabajo parroquial, expresando: “¡cómo pesa la cruz parroquial!”. Yo, pensé: “¡cómo pesa la cruz diocesana!”.
En la vida de un obispo hay alegrías y tristezas y, sin duda, el peso moral de una diócesis es grande, y más cuando se vienen los años y las enfermedades encima; sin embargo, puede llevarse con alegría.
Cuando lo que uno hace lo realiza buscando la voluntad de Dios, se lleva a cabo con entusiasmo, con alegría. El lema que yo elegí al venir como obispo: ¡En el nombre del Señor!, no en nombre propio, porque no hubiera podido hacer muchas cosas, pero en nombre del Señor sí; pienso que este trabajo todavía es significativo para cumplir parte de la voluntad de Dios. Por ejemplo, en la última visita pastoral traté de realizarla con tranquilidad, no con angustia, no con apresuramiento, no con tensiones extras, como expresión de la voluntad de Dios.
La alegría de servir
Para mí ha sido una alegría como obispo, la ordenación de nuevos sacerdotes, que en 27 años de labor episcopal he ordenado a 143 sacerdotes; y esa alegría cristiana, sí quisiera compartirla para la edificación de los fieles, porque ordenar sacerdotes para una diócesis, es contar con nuevos discípulos y misioneros al servicio del pueblo de Dios.
Hoy comparto con ustedes la alegría de ser obispo no con un sentimiento egoísta, sino como un regalo de Dios.
Los bendigo en el Señor
+ Obispo Alfonso H. Robles Cota
Administrador diocesano