Tu salud mental es
responsabilidad tuya
“Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la forma correcta… eso no es fácil (Aristóteles, en Goleman, 1995)”.
En la escuela se nos enseña a leer, a escribir, a realizar operaciones matemáticas y otras habilidades que tienen que ver con lo académico. Normalmente, al niño que logra aprender estas enseñanzas y las lleva a cabo de manera óptima, lo llamamos inteligente. Sin embargo, el sistema educativo imperante le da mayor valor e importancia a este tipo de inteligencia, y no contempla otras habilidades, que no son menos importantes que las anteriores pero sí necesarias para la vida diaria, para resolver conflictos, para tener una mejor convivencia y para ser felices.
Controlar las emociones
xiste otro tipo de inteligencia, llamado inteligencia emocional, cuyo concepto surge a mediados de la década de los noventas. Daniel Goleman, en su libro Inteligencia emocional, establece que la inteligencia
emocional es uno de las ocho tipos de inteligencia que maneja y explica en su
libro.
Esta inteligencia tiene como habilidad principal conocer y aprender a controlar las emociones, partiendo de la idea de que toda emoción, ya sea tristeza, miedo, enojo, alegría, no son buenas ni malas, solo son emociones y es nuestra responsabilidad expresarlas, controlarlas y utilizarlas a nuestro favor, porque nos permite conocernos y saber cómo respondemos ante determinadas ocasiones. Incluye también las habilidades sociales, que nos permiten aprender a establecer relaciones con los demás a partir de la observación de la conducta de los otros y a identificar y comprender los sentimientos, preocupaciones y motivos de quienes nos rodean.
Enojarse con la persona correcta
En la actualidad han surgido problemáticas sociales en los ambientes escolares, por ejemplo el acoso escolar (bullying), agresiones entre profesores y alumnos, que han permanecido debido a la carencia de estas habilidades antes mencionadas, en alumnos, maestros y padres de familia. Por esa razón es importante aprender a manejar nuestras emociones, primero los adultos, para que los niños vean el comportamiento de los adultos y lo imiten.
Existe una tendencia a culpabilizar al otro de lo que pasa cuando estamos enojados, o cuando estamos tristes. Si comenzamos a fomentar el hábito de conocer nuestras reacciones ante las diversas situaciones que desencadenan nuestras emociones, entonces viviremos más conscientes y, por lo tanto, podremos gobernar o controlar nuestro estado de ánimo.
No es malo enojarse, lo que no es sano es expresarlo de forma agresiva, ya sea para con nosotros mismos, o para con los demás.
¿Cómo manejo mis emociones?
1. Conoce tus emociones ante diversas situaciones
Lo primero que hay que hacer es preguntarse cómo reacciono ante situaciones de la vida, discusiones con algún familiar o compañero de trabajo; cómo reacciono cuando las cosas que he planeado no salen como espero, o cosas más simples, cuando tu hijo te hace alguna rabieta, o cuando no deja de hacer algún comportamiento molesto.
2. En qué parte de tu cuerpo ubicas esa emoción
La mayoría de las enfermedades psicosomáticas tienen su origen en un mal manejo de las emociones; es decir, cuando esta emoción es reprimida el cuerpo, a través de la enfermedad, está manifestando esa emoción mal manejada.
3. ¿Cómo me explico la situación que desencadena mi emoción?, ¿puedo explicarla de otra manera?
La idea es no quedarnos con la primera impresión que tenemos de las situaciones que nos suceden, encontrar otra forma de interpretar lo que nos pasa; aquí es importante también conocer tus pensamientos, y si estos suelen ser negativos o positivos.
4. Encuentra una forma positiva
de expresar tus emociones (alegría, tristeza, miedo, enojo), puede ser cantando, golpeando algún objeto, dibujando, escribiendo o simplemente hablándolo, etcétera. Por eso es importante que te conozcas y busques recursos para expresar lo que sientes.
5. Una vez que la emoción ha sido manejada positivamente, ¿cómo piensas solucionar el problema que desencadenó la emoción?
Hay ocasiones en las que con el hecho de expresar lo que sientes, tu estado de ánimo mejora. Si aun así te cuesta trabajo manejar tus emociones, pide ayuda, porque tu salud mental es responsabilidad tuya, de nadie más.
Psic. Belén Solís Guerrero
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